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Efemérides Se conmemora el Bicentenario de la toma del fuerte por tropas francesas

Matagorda recuerda su papel en la Guerra de la Independencia

  • Navantia rememora una fecha que pudo cambiar la historia europea · Fernando Miguélez, José Antonio Barroso, historiadores y miembros de la Armada repasaron el suceso

Ante el tremendo poder de la palabra, los números dan siempre la medida. Callan las bocas. Por ejemplo: el 21 de abril de 1810, las fuerzas francesas efectuaron 2.740 disparos sobre el Fuerte de Matagorda. De ellos, 902 eran bombas de mortero y 56, granadas con obuses. Durante los dos días de ataque, el contingente aliado sufrió 73 bajas. Las fuerzas francesas, 34.

La toma de Matagorda parecía iniciar el último -y triunfal- capítulo de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia: "En 1810, la situación era favorable para las tropas napoleónicas -comenta el historiador Juan Torrejón-. Los británicos estaban replegados en Portugal y parecía que a Francia sólo le quedaba ocupar totalmente Andalucía. El objetivo final de esa conquista, por supuesto, era Cádiz: el enclave que controlaba las relaciones con América".

En el doscientos aniversario de la toma de Matagorda por los franceses, el catedrático apunta junto al antiguo Fuerte que la conmemoración de la Guerra de Independencia es, en cierta medida, "limitada, pues se olvida el papel esencial que jugó militarmente Puerto Real".

Cifras, fechas: del 5 de febrero de 1810 al 25 de agosto de 1812, la zona sufrió el mayor bloqueo de la guerra. "Ningún hecho de esos años se alargó tanto en el tiempo ni consumió tantos recursos", indica Torrejón.

La primera estructura del castillo de Matagorda, levantada en 1691, fue construida como un rectángulo que enfrentaba toda la ciudad de Cádiz. Matagorda era la plataforma de artillería perfecta, desde la cual los franceses pretendían probar contra la ciudad los obuses Villantroys.

"En un primer momento, los franceses llegaron a Puerto Real con artillería de campaña", explica Torrejón. Y la posición francesa en el Trocadero fue atacada intensivamente. A los disparos de los buques San Justo y San Francisco de Padua se unían los del castillo de San Lorenzo en Puntales. Había jornadas en las que se anotaron cifras de 458 bombas y 621 tiros de cañón.

"Todos los días -continúa el historiador- se registraban muertos y heridos en el lado francés, pero también iban haciéndose fuertes, conforme iba llegando la artillería pesada. Y también se hacían con cañones que los huidos habían arrojado al mar o incluso con alguno de los de la escuadra francesa hundidos en Trafalgar".

El 15 de febrero de 1810 llegaron a Matagorda las ayudas británicas desde Lisboa, bajo el mando de William Stewart: el regimiento 79 (escoceses), el 94 y el Segundo Batallón del 87 (Reales Fusileros Irlandeses): "Desembarcaron un día de tormenta y los franceses encontraron que, de repente, habían reforzado el Fuerte -prosigue Juan Torrejón-. El 21 de febrero, llegó a Matagorda una delegación al frente del capitán McLaine, y el 23 empezaron a cañonear desde Matagorda las posiciones francesas del Trocadero, a la par que trataban de mejorar la capacidad defensiva de la fortaleza".

Baile de agua y fuego, ya que el de marzo de 1810 fue -para colmo- un mes de tormentas horribles. La resistencia aliada no iba a servir para mucho, pues el 21 de abril los franceses estaban ya listos para tomar Matagorda: la acometida tuvo lugar por la noche, a las dos de la madrugada.

El San Francisco de Paula quedó seriamente dañado. Las lanchas cañoneras también se retiraron. Las 36 bocas de fuego de las baterías francesas disparaban sin descanso. "La parte de Matagorda más expuesta quedó notablemente dañada -señala Juan Torrejón-. Pero los ingleses tampoco dejaron de disparar en toda la jornada".

El 22 de abril, el ataque francés se reanudó con mayor intensidad y una de las balas del Trocadero terminó por hacer saltar el polvorín. La partida inglesa no tuvo más remedio que evacuar, embarcando en chalupas y dejando a los muertos sin enterrar.

Cuando los franceses entraron en Matagorda, aún ondeaba el pabellón español. Las tres banderas -inglesa, española y francesa- se mueven ahora frente al Fuerte. Los restos del antiguo castillo de Matagorda salieron a la luz con las catas arqueológicas de primeros de los noventa, y forman parte del amplio conjunto histórico (87.000 metros cuadrados) que acogen las instalaciones de Navantia y que constituye uno de los mejores ejemplos de recuperación de patrimonio industrial. Cerca del Fuerte se sitúan el Museo del Dique - que reúne una colección de más de 4.500 legajos y 250.000 negativos fotográficos-, cascos de buques históricos y edificios ciertamente singulares, como la capilla de estilo neorománico o el recuperado taller, con las estructuras de hierro más antiguas de la provincia.

Todo ello, bajo las botas y el fuego, hace doscientos años.

"Se podría decir -indica Torrejón-, que estas cosas no se recuerdan porque no hubo, tal vez, una Agustina de Aragón. Pero el caso es que sí la hubo".

Agnes Reston, de soltera Harkness, fue la "heroína de Matagorda" para la prensa británica del XIX. Escocesa de Stirling, Agnes casó con un oficial destinado a la 'Guerra Peninsular' y decidió seguirlo al frente: "Fue una mujer peculiar, que se dedicó la mayor parte de su vida al servicio doméstico pero que desarrolló un gran amor por los libros, era una excelente lectora -perfila el catedrático-. El día de la toma de Matagorda, dejó a su hijo en el edificio a prueba de bombas y se dedicó a ayudar al cirujano. En mitad del bombardeo, fue a buscar agua al aljibe y una bala rompió la cuerda del cubo sin que ella se amilanara. Fue de las últimas personas en abandonar el fuerte".

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