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Rafael Manzano. Arquitecto

"Mi arquitectura es la que aprendí en mi ciudad natal, ese Cádiz que tanto amo"

  • El próximo 27 de marzo Rafael Manzano recoge en Chicago el premio Driehaus, la más prestigiosa distinción de la arquitectura clásica, a cuyos principios se rindió fielmente desde que era estudiante

Nació en la calle Veedor y se bautizó en San Lorenzo. Así se presenta, gaditano y cercano, el prestigioso arquitecto afincado en Sevilla Rafael Manzano, nada más comenzar la entrevista con Diario de Cádiz. De su ciudad natal, a la que ama profundamente, dice haber aprendido los principios básicos de la arquitectura clásica. Su inspiración y habilidad para aplicarla a la arquitectura vernácula le ha valido el prestigioso premio Driehaus, que recogerá el 27 de marzo, "en pleno sábado de pasión". Le tocará perderse la Semana Santa, de la que se confiesa gran seguidor.

-Ante todo enhorabuena por su premio. El premio de arquitectura clásica más prestigioso del mundo. Pero, ¿qué es el clasicismo en la arquitectura?

-Yo creo en el clasicismo. Nací en Cádiz y mi arquitectura es la que aprendí en mi ciudad natal y en Jerez, donde también viví muchos años de mi niñez. He amado tanto las ciudades en las que he vivido, heredadas del mundo antiguo, que me duele enormemente destruirlas e impactarlas con una arquitectura que no coordine con el lenguaje que nos han legado.

-¿Qué opina entonces de las intervenciones inspiradas en la arquitectura moderna? ¿Se cometen muchas aberraciones?

-La verdad es que sí. Soy un amante de la arquitectura y creo que cuando hay que complementarla con una obra moderna se perfecciona con una arquitectura inspirada en la propia arquitectura local. Hoy se practica una arquitectura que nace en el movimiento moderno y yo también la he practicado donde creía que podía hacerlo. Pero hay arquitectos muy fieles a la modernidad como primer principio y aunque creo en ella y en sus grandes aciertos, pienso que no siempre son actuaciones adecuadas al lugar.

-¿De esto versará su discurso en la recogida del premio?

-Fundamentalmente, porque por esto me han concedido esta distinción. Pero hay que tener en cuenta que aunque hablemos de arquitectura clásica, también es actual, porque toda arquitectura es del tiempo en que se hace, aunque no haya perdido sus raíces clásicas.

-Todos podemos entender que lo patrimonial es arquitectura clásica, pero en la actualidad, ¿se debe o se puede construir con la estética y la técnica de la arquitectura clásica o el clasicismo queda relegado a la rehabilitación del patrimonio?

-Parece que ya nadie quiere la arquitectura clasicista, pero esto no es cierto. El mundo gusta del clasicismo. Todos esos grandes arquitectos que ganan el Pritzker, premio totalmente opuesto al que yo he recibido, se compran una casona antigua y emplean su modernidad para vivir en un edificio clásico. Hay mucha gente que todavía tiene el sentimiento de nostalgia del mundo antiguo. A los que más les gusta la modernidad son a los arquitectos, pero el resto de la humanidad no está tan enloquecida.

-¿Y de qué siente usted esa nostalgia?

-Pues siempre me acuerdo de la casa que tenía mi abuela en Puerto Real. Era una preciosidad y vivo con la nostalgia de aquel ambiente, de esa luz y alegría.

-¿Viene usted mucho por Cádiz?

-Voy mucho porque amo Cádiz. Me parece una ciudad maravillosa, tal vez, la más ciudad de todas en la península. Y digo esto porque no tiene campo, que es lo contrario a la ciudad. Es la más antigua de Occidente, comercial, una ciudad que, desde sus orígenes, tuvo todas las características de la gran ciudad y gran emporio que fue. Y siempre ha quedado ese pozo.

-Y cuando pasea por aquí. ¿Qué edificio le gustaría rehabilitar o qué le gustaría proyectar?

-En Cádiz sólo he realizado una restauración en la Santa Cueva, que fue mejorada con el tiempo. Muy poco, desgraciadamente para mí, ya que me gustaría hacer muchas cosas. Pero pequeñas. Cuando paseo por allí me digo: esto podría resolver este rincón, este ambiente o este espacio. Sufrí mucho cuando se edificó, por ejemplo, el barrio de San Carlos, junto a la plaza de España, ya que se ha colmatado tremendamente con un foco de arquitectura de mala calidad y excesivamente voluminosa.

-¿Cree que ha sido acertada la decisión de dejar en pie el edificio de la Nueva Aduana?

-Soy conservador y este edificio no es de lo mejor de Cádiz, ni mucho menos, pero tiene una cierta dignidad y me parece bien que se conserve.

-¿Qué opina de este momento de crisis? ¿Qué mensaje le das a las nuevas generaciones de arquitectos?

-He pasado muchos valles de lágrimas, como yo les llamo, pero nunca como éste. Hay que reconocer que es más profundo, que está afectando más y que hay más arquitectos. No veo clara la solución, pero tenemos que ingeniárnosla para hallarla. Supongo que pasará por trabajar más y cobrar menos. Creo que por ahí va la modesta aportación que podríamos hacer.

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