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Cultura

Las tintas cargadas de la censura, en las jornadas de Arte y Crimen

  • Empieza el encuentro dedicado a la criminalización del objeto artístico. Antonio Gómez Rufo y el magistrado del Supremo, José Antonio Martín Pallín, abren la cita

Muchas de las historias que más nos cautivan tienen a la censura como tema. Desde la exaltación de la ignorancia y la tristeza de la abadía de El nombre de la rosa hasta los libros prohibidos de Farenheit 451 o el emotivo final de Cinema Paradiso. Y está, además, esa certeza incómoda, que nos dice que la censura agudiza el ingenio -hasta límites increíbles, a veces: tal era la represión de género existente en Japón que las mujeres terminaron desarrollando toda una lengua propia, el nushu-. Hay muchos tipos de censura, por supuesto: puede ser pública y autoimpuesta, política y religiosa, aunque durante años apenas se ha llegado a diferenciar entre una y otra.

De todo ello tratará la II edición del encuentro Arte y Crimen, que echa a andar hoy con la criminalización del arte como excusa y protagonista. En su segunda cita, Arte y Crimen ha demostrado tener un carácter multidisciplinar, no sólo en su temática sino, también, en su público: una asistencia heterogénea con estudiantes procedentes de muy distintas especialidades.

"Un objeto artístico -comenta una de sus organizadores, la profesora de la UCA Mª Jesús Ruiz- se considera peligroso para la sociedad cuando comparte alguno de estos tres supuestos: atentar contra la moral pública (concepto altamente voluble a lo largo de los siglos), por resultar ofensivo al poder o por inducir, simplemente, al pensamiento. La formación y la información hacen de los usuarios ciudadanos críticos y, por tanto, peligrosos".

Durante siglos, la Iglesia hizo tabú de muchas expresiones artísticas que se consideraban anatemas: un saco que podía recoger tanto libros prohibidos, como representaciones satíricas y eróticas, las proclamas Galileo y Servet o los procesos a brujos y conversos. En esta línea, Mª Jesús Ruiz destaca la intervención, mañana, de Antonio Rey Hazas sobre los procesos inquisitoriales referentes a la literatura de los Siglos de Oro.

"Por supuesto, todo lo que se editaba en esa época -comenta la profesora- estaba filtrado y condicionado por la Inquisición. No hemos de olvidar la consideración que el libro tuvo, durante siglos, de objeto sospechoso. Sobre todo, la novela. Los moralistas del XVII repetían lo peligroso que era dejar leer novelas a las mujeres, porque les emponzoñaba el cerebro".

En la jornada del viernes, los protagonistas serán dos procesos de censura abiertos en el siglo XIX: los de Flaubert y Baudelaire. "Cuando Flaubert publicó Madame Bovary, el escándalo fue tal que le retiraron la edición del libro -explica Mª Jesús Ruiz-. En la época, sólo consiguió el apoyo de Baudelaire, que sufriría el mismo proceso años más tarde con Las flores del mal".

Al catedrático de Derecho Penal, Juan Terradillos Basoco - "que empezó el proyecto de Arte y Crimen con nosotros", apunta Ruiz-, le seguirá una charla-recital a cargo de Miguel Ángel García Argüez. Y parte importante del programa se dedicará, por supuesto, a la censura durante el Franquismo. Así, las ponencias inaugurales -esta tarde, a cargo de José Antonio Martín Pallín y Antonio Gómez Rufo - revisarán, respectivamente, la censura genérica de la época y la aplicada a las producciones de Berlanga. Tema que se tocará también en el primero de los tres cortos a proyectar: A golpe de tacón, sobre la represión de los mineros asturianos.

La censura moderna -con la polémica del chiste sobre los Príncipes de Asturias publicado por El Jueves- centrará otra de las charlas, que contará con la presencia de los propios autores: Guillermo Torres y Manel Fontdevila.

Al igual que el año pasado, cuando se jugó con los nexos existentes entre pasión y crimen, este año los organizadores pretenden "mover a la reflexión sobre la prohibición desde dos ámbitos fundamentales: el de la crítica artística y el del derecho penal y la criminología", apunta Ruiz.

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