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Cultura

Eso del underground...

  • Nazario, gurú de la premovida que dibujó la primera portada del mítico Víbora, presenta en Cádiz memorias del tiempo que nos cambió para siempre.

Contaba Loquillo en una entrevista en este mismo periódico hace unos meses que una de las cosas imperdonables que hizo el nacionalismo catalán cateto y gazmoño, lo que hoy llamamos pujolismo, fue despojar a Barcelona de su vanguardia, hacer emigrar a creadores que habían convertido la ciudad en un hervidero cultural que era nuestro enganche con Europa. Al final, la gloria se la llevó Madrid y su movida de colores.

Lo comentaba ayer en la Biblioteca Provincial Nazario, un hombre clave en la modernización de este país en muchos sentidos siendo un simple dibujante. Alma en buena medida de El Víbora, revista o cómic transformadora de los tiempos donde los haya en los 80, Nazario, padre de Anarcoma y su sexo homosexual explícito, ha escrito su vida en 2.000 páginas y Anagrama ha entresacado lo de en medio, los años de la eclosión barcelonesa entre principios de los 70 y finales de los 80.

Nazario, sevillano de Castilleja de la Cuesta (1944), llega como maestro de escuela a una Barcelona en transformación cargado de "capillismo, homosexualidad y culpabilidad". Y, desde una comuna, donde convive con otros creadores que luego serían famosos como Mariscal, asiste a "una Barcelona que se estaba gestando influida por los jipis que iban camino de Formentera o Ibiza y un movimiento anarquista latente que resurge con los últimos días de Franco".

Todo, por tanto, empieza en Barcelona. "Estaba recién creado el movimiento de liberación homosexual, el ecologista y el feminista. Fue una base que cuando llega la movida a Madrid ya estaba hecho. En Madrid se pudieron aprovechar de esa infraestructura y sólo tuvieron que dedicarse a cantar, bailar y divertirse, pero el trabajo duro se hizo desde Barcelona. Por eso la movida de Madrid, en realidad, no tiene mayor interés en lo social".

Lo que Nazario cuenta en sus memorias es la crisálida del chico del sur que acude a Barcelona a abrirse al mundo y lo hace a través de unos dibujos transgresores, "que les llamaron underground, que sonaba mejor, pero que nosotros llamábamos alternativos".

Nazario se ganaba la vida, no del todo bien, con historias adultas en el soporte de la viñeta donde reivindicaba la condición homosexual. "Yo no era consciente, pero luego se dijo que aquello fue un revulsivo que ayudaba a la gente. Prefería meter mis historias homosexuales en revistas heterosexuales porque quería dar dimensión a esa situación".

En España Nazario fue uno de los pioneros en hablar sin tapujos de una condición sexual que era tabú sólo unos años atrás. Por eso sus memorias son tan deshinbidas, como no podía ser de otro modo partiendo de su personaje. El resultado ha sido un total acierto editorial, como él mismo reconoce a juzgar por la cantidad de presentaciones que la editorial le propone.

Pero pese a que esta autobiografía es "un pacto con el placer", a preguntas de su presentador, el escritor Rafa Marín, también ahondó en episodios tristes, muertes de amigos seropositivos cuando "no sabíamos ni lo que era la palabra sida. El sida no 'existía' hasta que se murió Rock Hudson".

Parte de una generación creció viendo con absoluta normalidad la homosexualidad gracias a este hombre. No es poco logro.

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