Vicente amigo. guitarrista

"El arte es infinito: los maestros aprenden de los que vienen detrás"

  • El músico, que actuó con éxito en El Maestranza, publica en octubre 'Memoria de los sentidos', un disco "más primitivo, con lo básico del flamenco"

La actuación en el Maestranza de Vicente Amigo (Guadalcanal, Sevilla, 1967) será recordada como uno de los momentos más emocionantes de la  Bienal de Sevilla, una nueva demostración del magisterio de un intérprete único. En su recital, el músico, condecorado a final del pasado año con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, adelantó algún fragmento de Memoria de los sentidos, su próximo disco, un trabajo en el que se encamina hacia la esencia "con los elementos más básicos del flamenco".    

-El concierto de hace unos días demostró que el público mantiene la devoción por su trabajo. 

-Yo me pongo nervioso cada vez que tengo que tocar en Sevilla, siento una mezcla de ilusión y responsabilidad. El Maestranza es un auditorio impresionante, además: entras y se respira algo muy potente. Ante retos así piensas en el público y te pesa como una losa, porque no quieres decepcionarlo. Esa presión también está cuando viene mi familia. Estaba mi hijo y me preocupaba que tuviera un buen recuerdo de este concierto. 

-Presentó una soleá que precisamente se llama Sevilla y que formará parte de su nuevo álbum.

-Tenía esa ilusión y me armé de valor. Quería demostrarle al público que Sevilla está en mi corazón. La soleá va a ser precisamente el tema que abra el disco; estuve pensando en cuál era el mejor orden y creí oportuno empezar así.  

-Ha asegurado que su nuevo disco será un regreso a las raíces.

-Es como una especie de reencuentro, sí. Pero no porque yo me haya perdido en otros mundos, porque yo lo que he hecho en otros discos es juntarme con gente que tiene una sensibilidad exquisita, y compartir mi flamenco con su lenguaje musical. Lo que he tratado yo de ser siempre es músico, sin más, pero no me puedo apartar del flamenco. Está tan dentro de mí que no podría. El flamenco no es solamente tocar por soleá o por seguiriya, es una forma de expresión. Puede asomar incluso en una conversación. Pero sí que es verdad que este proyecto me lo planteé como una deuda conmigo. Me decía que tenía que hacer un disco de guitarra y los elementos más básicos del flamenco. Algo de cante, pero poca cosa, y palmas, sobre todo. Es un disco muy primitivo en ese sentido. La gente que lo ha escuchado dice que es lo más flamenco que he hecho.   

-Pero, tratándose de alguien como  usted, que parte de la tradición pero se caracteriza también por la búsqueda y la libertad, seguro que no se trata de una aproximación al uso. 

-Sí. Es un disco más primitivo, pero eso no impide que no esté esa parte de mí que es más abierta. Aquí hago una seguiriya  que creo que responde a los cánones; la soleá también intento hacerla así, aunque está en otra tonalidad... Hay, por ejemplo, unos tientos que guardan respeto al flamenco tradicional aunque al final acaban yendo hacia otro sitio. Todo lo que hay en el disco es un intento de buscarme en esa profundidad del flamenco, pero también que en cada palo haya algo novedoso.   

-En el álbum ha incluido un tributo a Paco de Lucía.

-Hay un tema que llamo Réquiem. Todo el disco es muy emocionante, pero ese corte es especial. En él han colaborado Arcángel, Poveda, Niña Pastori, Rafael de Utrera, Pedro el Granaíno... Cada uno se ha abrazado a este sentimiento que todos tenemos por Paco. Todo el mundo sabe para quién es esa composición, pero yo no he querido subrayarlo, no he querido poner el nombre de Paco porque no me gusta que se saque partido a situaciones así, a cuando alguien desaparece.  

-Usted nunca ha sido amigo de los subrayados. Es algo que se aprecia ya en su forma de actuar: usted es un virtuoso, pero siempre ha procurado que la sensibilidad esté por encima de la técnica.

-Yo soy bastante tímido y me gusta romper esa timidez cuando me peleo conmigo mismo y saco lo que estoy buscando dentro de mí.  En un escenario busco dejar de ser tímido, pero para demostrar que he encontrado la libertad, que he llegado al sitio al que quería llegar. Si cierro los ojos es para ver las cosas más claras que nunca: ver el cielo abierto y poder volar con la música, y poder llevar a la gente al sitio donde quieres llegar con la música, como artista.  

-Por la Bienal pasarán guitarristas jóvenes pero muy aplaudidos, como Dani de Morón o Manuel Valencia. ¿Cómo ve usted el futuro de la guitarra? 

-La guitarra está en un momento fantástico. Y además pasa algo precioso: que en el arte, que es infinito, los maestros pueden aprender de los que vienen detrás. Al final, de alguna forma, todos son maestros. Al mismo que te ha aportado a ti le aportas tú. Eso es una maravilla.

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