nunca apagues la luz

Terror, Estados Unidos, 2016, 81 min. Dirección: David F. Sandberg. Guión: David F. Sandberg, Eric Heisserer. Fotografía: Marc Spicer. Música: Benjamin Wallfisch. Intérpretes: Teresa Palmer, Maria Bello, Gabriel Bateman, Alexander DiPersia. Cines: Bahía de Cádiz, El Puerto Bahía Mar, Las Salinas, Yelmo y Odeón.

Lanzar algo -imágenes, canciones, relatos- a las redes y que allí se conviertan en eso que llaman un fenómeno viral puede abrir puertas insospechadas a la creatividad. Pero también puede generar fenómenos de entusiasmo colectivo por lo que carece de interés. El duro aprendizaje para abrirse camino tenía sus ventajas. La desnortada industria cinematográfica pesca en las confusas aguas de las redes en busca de talentos -en su acepción más monetaria que creativa- y muchas veces lo que saca es una bota vieja que confunde con un tesoro sumergido. Es el caso de David F. Sandberg. El éxito de un muy breve cortometraje en las redes le dio la posibilidad de convertirlo en largometraje. Pero el hombre lo que ha hecho es convertir una tacita de buen y concentrado café en un litro por el viejo procedimiento de aguarlo. Ni interpretaciones, ni terror, ni guión que haga posible las primeras (aunque con estos actores el desafío era arduo) y permita construir el segundo.

Más estirada que las caras de algunos famosos que todos sabemos, Nunca apagues la luz es una ideíta no del todo original alargada hasta provocar aburrimiento pese a durar poco más de hora y cuarto. Tiene delito ser un joven surfero de las redes para, cuando se le da la oportunidad, dedicarse a hacer avanzar la cámara hacia pestillos que giran en puertas cerradas tras las que no debería haber nadie, inventar una criatura ridícula que cobra vida cuando las luces se apagan y terminar con un happy end que incluye una explicación innecesaria y el plano cansino de la familia superviviente alejándose de la casa rodeada por las luces de los coches de policía.