Cultura

Universo Juan Ángel

  • El pintor expone en Diputación los registros de su potente pintura

JUAN ÁNGEL GONZÁLEZ DE LA CALLE. Palacio de la Diputación CÁDIZ

Descubrir a estas alturas a Juan Ángel González de la Calle es haber estado muy alejado del universo artístico de esta zona. A casi nadie se le pasa que es un artista con una carrera dilatada, con muchas y asiduas comparecencias, poseedor de un ideario estético claro y personal donde él ejerce con suma sabiduría; algo que a nadie le coge, ya, desprevenido, conociéndose y valorándose por todo el mundo su fortaleza pictórica y los registros de una pintura que él domina de principio a fin, sin equívoco alguno.

Poder contemplar, por todo lo dicho, una exposición de Juan Ángel en el Palacio de la Diputación de Cádiz era tan normal como justo y necesario. Es más, se echaba en falta y nos consta lo que se ha luchado para que ello fuera posible. Estas son las muestras por las que la Diputación debe apostar para volver a lo que el Claustro del Palacio Provincial fue antes que los recortes y los intereses de pocas luces imperaran en la Delegación de Cultura de la primera institución de la provincia. Me alegro por Juan Ángel, por la propia Diputación y por Eduardo Rodríguez, cuya denodada lucha es absolutamente digna de admiración.

La exposición es amplia y nos adentra por el universo Juan Ángel, ese que se sustenta en una pintura contundentemente acondicionada desde un determinante dibujo conformador, sabio elemento de cimentación para una obra que va a poder ser todo lo que su creador quiera. Germen dibujístico que posibilita una clarísima, lúcida y poderosa representación con la realidad sutilmente condicionada por un concepto que hace mediatizar la propia ilustración de lo representado y generar nuevas rutas significativas. Y es que la idea pictórica del artista no se reduce a la simple manifestación de un hecho real concreto o a un paisaje sutilmente administrado desde su preclaro potencial constitutivo. En su pintura se desvanecen los argumentos de lo inmediato, se diluyen los valores exponenciales de la primera visión, esa que capta la mirada física, para adquirir nuevos registros semánticos. Juan Ángel plantea un manifiesto deseo por yuxtaponer esquemas contrarios, realidades contrapuestas; lo paradójico encuentra absoluta potestad, los elementos habituales de la existencia pierden sus posiciones en ese mágico laberinto de ideas que se manifiestan en felices desenlaces de mágicas imposibilidades.

En la exposición del Palacio Provincial el autor, ya desde el título, nos presenta su declaración de intenciones: Me importa poco que un gorrión en el paisaje se pose de un árbol a otro; con él nos abre los horizontes para los más inesperados encuentros. En su pintura todo es posible; en ella la realidad trueca sus límites habituales, sus formas, sus encuadres visuales por otras formas, por otros encuadres visuales, por otros límites, abriendo, con ello, un nuevo escenario donde lo surreal encuentra espacio abonado para sus bellos imposibles, donde lo irónico campa por sus respetos dejando en suspenso la estricta seriedad del discurso pictórico al uso y donde la realidad asume nuevos estamentos identificativos para crear un, también, nuevo proceso por el que nada está sujeto a nada.

La muestra, redonda, sin altibajos -quizás sobran las aportaciones de los amigos del artista-, relatora del universo Juan Ángel, apasionante en la forma, distinta en el concepto y sugestiva en continente y contenido, nos hace transitar por esos paisajes descontextualizados en los que deambulan todo tipo de personajes y situaciones, creando una entidad representativa mediata y abierta a las máximas interpretaciones. Junto a sus obras, el artista nos ofrece unos felices "divertimentos" salidos del lúcido imaginario que Juan Ángel realiza como feliz contrapunto a su poderosísima manifestación creativa. La exposición se completa con un conjunto de piezas de artistas invitados por el autor donde se suceden intereses pictóricos de la más dispar naturaleza artística y que no constituyen nada más más que una anécdota de puro compañerismo en una exposición importante, probablemente la de mayor trascendencia en sus últimos años, que posiciona claramente la solvente realidad creativa de Juan González de la Calle.

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