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Alicia Domínguez. Historiadora y escritora

"Una amiga leyó la novela y dijo: dan ganas de coger una maleta y largarse a Lisboa"

  • La autora presenta hoy en Cádiz, en la Asociación de la Prensa, una 'road story' sobre dos mujeres, una bancaria y una fotógrafa y activista del 15M, que toman el control de sus vidas.

-Hace unos años, la historiadora Alicia Domínguez publicó El verano que trajo un largo invierno, el resultado de una investigación que desveló la matanza y la represión que los golpistas del 36 desencadenaron en Cádiz, una ciudad que aún hoy le da la espalda a las víctimas de esa tragedia. Ahora regresa a las librerías como novelista con Viaje al centro de mis mujeres. Un gran cambio que tendrá sus razones.

-Bueno, El verano... fue un ciclo cerrado porque fue una experiencia dura. Muy dura. Años de investigación y luego de historias personales. Me dejó exhausta. Lo cerré y ahí se quedó. Yo siempre he escrito y es un cambio de tercio que me apetecía. No es una novela de memoria histórica pero hace incursiones porque las protagonistas son mujeres de hoy pero muy mediatizadas por sus antepasadas, de ahí el título. Somos la herencia de la memoria que nos antecedió y consecuentemente todo nos marca. La historia de la abuela de las protagonistas las marca mucho e hila con acontecimientos actuales, el 15-M, la ocupación del colegio Valcárcel, en la que participó una de las protagonistas. Tiene ramalazos de memoria histórica aunque no es el asunto principal.

-¿Y cuál es el asunto principal, desde su punto de vista?

-Recapacitar sobre qué haríamos con nuestra vida si pudiéramos hacer lo que nos viniera en gana. Imaginemos que un día, un Aladino se presenta y nos dice: tú, si pudieras hacer lo que quisieras, qué serías. Es un proceso de búsqueda de una misma, de las mujeres que nos precedieron, de la identidad.

-Es como abordar un plan C, entonces. No se ha cumplido el plan A, vive uno instalado en el plan B y algo de pronto nos hace emprender un plan C.

-Sí, algo así. Hay momentos en la vida que te dan oportunidades y que te llaman y te dicen: en este punto de tu vida, qué quisieras hacer. Y abordas un plan desde la experiencia. Que puede ser un handicap, pero que si la usas a tu favor, puede ser un viento que te impulsa.

-¿Y a qué les lleva ese viento a las protagonistas de la novela?

-Pues a una transformación personal muy importante, a una búsqueda de sus raíces y al descubrimiento de que no somos islas, que todo nos influye. Les lleva a valorar la figura femenina, el linaje femenino, algo a veces muy denostado y, sobre todo, no reconocido. Eso les lleva a desentrañar secretos familiares que ponen en valor a las mujeres que las precedieron y les hace tener una mirada más amable hacia ese pasado. Les hace ser más comprensivas con sus elecciones, con sus tragedias. Ellas tienen posibilidad de elegir. Las que las antecedieron, no siempre.

-Haber investigado sobre el pasado, ¿le ha influido para relatar sobre ese mundo de secretos familiares?

-Muchísimo. En mi blog (alicia-dominguez.com) tengo un espacio que se llama Memorial a ellas en el que intento poner en valor a todas esas mujeres que soportaron una existencia muy cruel, en muchos casos sometidas a los hombres y sin tener posibilidad de elegir siquiera ni a quién amar ni con quién estar ni qué ser en la vida. Ese memorial pretender ser algo así como un Todos los Nombres pero de mujeres y no necesariamente de memoria histórica sino de memoria vital. Todas esas mujeres tan ignoradas, que no hicieron nada que pase a la Historia, no fueron grandes inventoras ni escritoras, nada que esta sociedad valore, pero fueron las que nos precedieron y nos condicionaron a ser lo que somos, para lo bueno y para lo malo.

-Así pues, no ha abandonado la Historia

-Ahora es otra parcela de la Historia. Más intimista, más del corazón, de recuerdos familiares, de los condicionantes que pesan sobre nosotros. Es memoria pero otra forma de memoria.

-Y desde la ficción.

-Me apetecía novelar, me parecía que eso te da mucho más juego. Aunque saques muchas cosas de la realidad (porque nada se escribe desde cero, todo son experiencias oídas, vividas, sentidas) novelar te permite una libertad que no te da el ensayo histórico, lógicamente. Julio Aróstegui, que presidió el tribunal de mi tesis, cuando leyó el prólogo me dijo: "Señorita, usted lleva aquí una escritora; usted es historiadora pero lleva una escritora, no la ignore". Me gusta fantasear partiendo de la realidad, de lo que escucho, de lo que vivo. Otros géneros no te lo permiten.

-¿Le resultó más fácil escribir ficción?

-Es más difícil porque no quieres que haya incongruencias, que la imaginación se desborde y salga una cosa increíble. Pero es más fácil porque te permite libertad. Y en este punto, siguiendo con eso de que hay momentos en los que ya te toca elegir, me apetecía mucho la ficción.

-¿Qué le gustaría que encontrase el lector en la novela?

-Me gustaría que valorase la Historia y a la gente que nos ha precedido. Que se diese cuenta de que todo lo que hacemos está condicionado por el pasado, para lo bueno y para lo malo. Y me gustaría que le llamase un poco a la acción de poder elegir su vida. No siempre es posible, pero hay determinadas cosas que no suponen cambios drásticos en tu vida y le aportan calidad. Muchas veces no somos capaces de dar el paso que nos permitiría soltar mucho lastre. Una amiga me decía: después de leer tu novela, a una le gustaría coger una maleta, meter cuatro cosas y largarse a Lisboa. Los escenarios son Lisboa, Évora, el hermoso paisaje portugués. Me gustaría que el lector encontrase esa chispa de osadía.

-¿Ha leído el manuscrito mucha gente?

-He tenido unos cuantos lectores beta. Con El verano... no tenía esa necesidad de que alguien me validara lo que había escrito. Esto da más miedo. Entre que soy perfeccionista y autoexigente y que era un género en el que no me había lanzado, pues sí que he tenido bastantes lectores beta. Me han ayudado muchísimo. Te señalan contradicciones, si un personaje se queda corto... Ha sido una experiencia muy bonita, muy gratificante. A diferencia de El verano..., que fue tan intenso y tan duro que tenía ganas de cerrarlo ya, con la novela, cuando la di por terminada, como que tenía el mono de seguir viviendo con esos personajes.

-No es una historia dura, pues.

-Hombre, tiene sus cosas difíciles. Habla de justicia social y el punto de partida es el suicidio de un moroso, de un desahuciado por una entidad bancaria. Lola es una gestora de morosidad de una entidad bancaria, directamente implicada en ese tema y consecuentemente eso es duro. Hay pasajes que son duros porque hurgan en heridas y en cuestiones sociales, pero en general no es una tragedia ni mucho menos.

-Traslada un mensaje positivo...

-Más que positivo, esperanzador: es posible cambiar y es posible cumplir sueños.

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