Luis Buñuel, Salvador Dalí y Federico García Lorca conforman, según el hispanista Ian Gibson, "el triángulo amistoso más fabuloso del siglo XX, el más amoroso, el más creativo, el más apasionante de todo el siglo XX. No hay triángulo comparable". Los tres artistas españoles, los tres genios del cine, la pintura y la literatura, confluyeron en la conferencia con la que el escritor irlandés inauguró ayer la 66 edición de los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz. En la directa, amena y documentada disertación, Ian Gibson relató la intensa amistad entre los tres creadores, que se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid, sus nexos de unión pero también sus desencuentros, envidias, celos y temores, casi todos generados por la abierta homosexualidad de Lorca. Gibson, ante una sala repleta, aprovechó su conferencia para reclamar que el género biográfico cobre mayor importancia en el panorama literario español.

La Residencia de Estudiantes de Madrid, una de las mejores consecuencias de la Institución Libre de Enseñanza, fue el lugar en el que se conocieron los tres protagonistas de la conferencia. Buñuel llegó en 1917, Lorca en 1919 y Dalí en 1921. Los tres compartieron vivencias hasta 1924, en unos años que marcarían sus vidas y sus trayectorias artísticas de la misma forma que se fue labrando una amistad no exenta de dificultades y desencuentros.

Gibson fue claro. Explicó que Buñuel rechazaba la homosexualidad de Lorca, incluso quizás por el temor de que él mismo también fuera gay, y que esa circunstancia le llevó incluso a tener celos y envidias cuando el poeta conoció a Dalí y se fijó entre ambos una fascinación absoluta y el pintor, que después diseñaría los decorados de la obra Mariana Pineda, y el poeta granadino marcharon a Cadaqués durante una temporada. "La nefasta influencia del García", llegó a escribir Buñuel en una misiva a Pepín Bello.

El hispanista citó autobiografías de Buñuel -biografías dictadas-, en las que el cineasta aseguraba admirar a Lorca, pero también echó mano de esa correspondencia fundamental, la que Pepín Bello mantuvo con numerosos residentes de la institución, entre ellos Buñuel. Aquí, el cineasta turolense se muestra envidioso y celoso, al tiempo que muestra una homofobia que ratificó años más tarde, en 1928, cuando Lorca triunfó con su Romancero gitano y Buñuel llega a decir que esos versos son del gusto "de maricones y cernudos de Sevilla".

Ni a Buñuel ni a Dalí, ambos en una onda surrealista, les gustó el Romancero lorquiano. Antes, Gibson ya había comentado en su conferencia que en ambos "hay algo de antiandalucismo". Y retomó este rechazo al hablar de Un perro andaluz, la surrealista película de Luis Buñuel y Salvador Dalí en la que Lorca se vio reflejado. El hispanista también lo cree: "En el paseo en bicicleta yo creo que era Lorca, hay alusiones a Lorca, en la escena de la cama, porque él, que temía a la muerte, se liberaba de ella escenificando ante sus amigos su propia muerte en una cama, y su propia putrefacción. Hay referencias a la Residencia y a Lorca, el título se refiere a los residentes...".

Gibson contrapuso el antiandalucismo de Buñuel y Dalí a la evidente implicación de Lorca con su tierra, reflejada en su Granada natal pero también, por ejemplo, en su querencia a Cádiz: "Lorca amaba a Cádiz, soñaba con el mar. Vino varias veces y hablaba muy bien de Cádiz, de sus cantes, de las tabernas, sus anécdotas con Pastora Pavón. Cuando vuelve de Cuba, desembarca en Cádiz".

Pero Ian Gibson aprovechó también su conferencia inaugural para reclamar de la literatura española una mayor atención al género biográfico. Recordó que ya fue una queja de otro gran hispanista, Gerald Brenan, y que en España las biografías escasean porque muchas familias han ocultado o destruido documentos y correspondencia, un material básico y fundamental para construir una biografía sólida.