Cultura

Guillermo Mora lleva su 'Cae el cielo' a las bóvedas del ECCO

  • El artista estrena en el Espacio de Creación Contemporánea un montaje cuya concepción surgió hace años y en el que piensa seguir trabajando

Las alturas llevan asociado, desde que levantamos la vista hacia arriba, conceptos de opuestos. Creación y destrucción (que son los que toma Guillermo Mora en Cae el cielo); caos y orden; refugio (como bóveda celestial, como residencia divina) o asfixiante infinito.

El germen de la muestra que actualmente puede visitarse en el ECCO surgió en una exposición colectiva en la que Mora participó en Estados Unidos (Big Sky), allá por el año 2006: una iniciativa en la que diversos artistas desarrollaban su idea de lo celeste. "Un propósito que creí no iba a ser capaz de concretar -explica Guillermo Mora-, ¿cómo hacer tangible algo tan abstracto como el cielo? Nos es algo muy familiar pero, a la vez, muy enigmático y misterioso".

La propuesta arraigó más allá de la colaboración y siempre estaba presente, a lo largo de este tiempo, paralelo a cualquier proyecto que pudiera llevar adelante.

"Así que cuando Lorena Benot me invitó a participar con una muestra en el ECCO, pensamos que podría adaptarse muy bien al espacio -continúa-, integrado precisamente por estructuras abovedadas".

Así, Cae el cielo es una muestra desarrollada expresamente para el Espacio de Creación Contemporánea: "Dudo que en otro lugar hubiera podido desarrollar algo así y, de hecho, al principio, ver que contaba con unas salas tan grandes me imponía. Pero al fin pienso que las piezas no podrían dar el resultado que yo pretendía en ningún otro lugar".

Las dos salas cedidas temporalmente al artista madrileño acogen, en fin, el juego de opuestos que propone Mora: en un primer escenario se desarrolla la idea temible de derrumbe, de destrucción, de pulverización del universo sobre nuestras cabezas que ya rumiaban las naciones celtas, pero que ha seguido siendo un común a lo largo de toda la historia.

"Además de su componente poético o negativo, el cielo tiene una parte transcendental que también pretendo recoger y plasmar aquí -cuenta Guillermo Mora-. Por eso, en el primera espacio lo que he querido es reflejar la caída física, como si literalmente lo que nos rodea se cayera a pedazos... En el siguiente, ya podemos ver los elementos propios de un proceso de reconstrucción, recuerda un poco a un taller. Incluso incluye un tirachinas para devolver pedazos de cielo al cielo".

En toda la propuesta, el cielo "baja, se apoya en el suelo, se dobla, pasa a convertirse casi en algo frágil, cansado".

"Por su propia generación y naturaleza -apunta Mora-, es un proyecto llamado a ir ampliándose en el tiempo".

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