Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

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Fue una agitación tan grande que no podía reprimir las ganas de entrar... y entré. No fue osadía: mi madre me había inculcado respetar, y eso me lo impedía, fue… como una abducción que enajenándome me introdujo en el pabellón. 

 

Los estantes se disponían paralelos a todo lo largo y fui caminando despacio entre dos filas, silencioso, hasta que, entre el resquicio que dejaban dos pilas de tebeos, vi al hombre desanudando el paquete sobre una vieja mesa de caoba. Después, sin sentarse, comenzó a separar tebeos, uno a uno, delicadamente, haciendo varios apartados. De pronto miró el reloj, contrariado, como si la tarde hubiese corrido demasiado aprisa. Sacó del bolsillo de la chaqueta la llave y se encaminó hacia la puerta. ¿Qué hacer? Miré por el hueco que me dejaban los tebeos pero ya no le veía. Tenía que reaccionar, pero cuando fui a pronunciar "señor", Anacleto estaba delante de mí, y con el dedo en la boca me pedía silencio "Sssssh, es una operación harto delicada". Y en silencio me sorprendió el sonido de la llave cerrando la puerta. Cuando miré de nuevo hacia Anacleto estaba en la portada del DDT, con la pistola en una mano cruzándole el pecho mientras, con la otra, me señalaba hacia un recuadro a sus pies: Una operación harto delicada. Pero, ¿qué he hecho?, "Bah, con una de tus gamberradas saldrás de esta... Calla, no llevas gafas. Perdona, te he confundido con el Gafotas, Manolito Gafotas. No te preocupes, dispararé a la cerradura (¡Bang!). Vaya, tendré que revisar la mira". "¡¡Vázquez!!, ¡El cernícalo incompetente que tienes por agente secreto acaba de quitarme el bigote!". "Cielos, el superintendente Vicente... No me has visto, joven", "Y encima ha confundido al chaval con Manolito Gafotas... Ese aún no ha nacido, ¡inepto!". "Qué ópera más rara -no sé de dónde había surgido Rompetechos; leía la portada de Anacleto-, ah, Ópera de acción: el huerto de mi cuñada, la cuñada desafina, ¿verdad señorita? -se dirigió a mí-. Me suena su cara... ¿Ofelia?". "Aquí el Repórter Tribulete que en todas partes se mete informándoles: un chaval de nombre..." -me acercó el micrófon-. Manolito", "Un chaval de nombre Manolito acaba de quedarse entre nosotros", "Pero quiero irme", dije. "Pero quiere irse. Interesante primicia, lea El  Chafardero Indomable con todos los detalles", "Mi madre estará esperándome para cenar", añadí desalentado. "Para cenar: me ofrezco a acompañarlo", dijo Carpanta desde un Pulgarcito de la balda superior. "Pero habrá que abrir la puerta…", objeté. "¡Capitán! -clamó el soldado Pat O'Brien desde lo alto de una pila de Hazañas Bélicas-, ¡permiso para derribar la puerta!", "¡Permiso concedido!", dijo el capitán Johnny Comando. ¡Ratatata tatatata tatatata! "¡¡Quietos!!" Pat miró hacia atrás: "Señor presidente", exclamó, y se cuadró militarmente. "¿Estáis locos? -la figura de espaldas del presi, delatada por los enormes anillos de oro de sus dedos, ocasionó un silencio absoluto-, ¿queréis arruinar la editorial?, tirar las puertas..., vaya idea. ¡Ibáñez!", "¿Señor presi?", Caramba, Ibáñez... en persona, "Dibuja a Sacarino llevando una nota a casa del muchacho... Que irá un poco más tarde, cuando vuelva don Manuel". "Hecho, presi -Ibáñez se dirigió a mí-. ¿Dóndes vives, hijo?, ¿en El pez volador?", "No", "En la Rue del percebe?", "No", "¿En la calle del Corneta?", "Soto y Guerrero", "¿Qué?", "Corneta Soto y Guerrero". "Por amor de Dios...", "No, por Canalejas", "Digo que por amor de Dios, lo que hay que escribir para ganarse el pan... No digas que esta aventura es mía. ¡Sacarino!, ¡Sacarino!, ¿quién ha visto a Sacarino?", "Debe andar por aquí, Ibáñez -dijo Sir Tim O´Theo desde un estante al fondo-, atisbo una lagartija patas arriba en la balda de abajo". "¡¡¡Sacarino!!!" vociferaba Ibáñez. Alguien de pronto me tocó el hombro, meneándome levemente… Me sobresalté. 

 

-Manolito, Manolito, hijo, anda, que se te pegan las sábanas y tu padre ya está esperando para llevarte al cole. 

 

*** 

-Papá -le pregunté camino del colegio-, ¿el abuelo tiene una bóveda en San Carlos?-mi padre me miró extrañado y sonrió-. ¿Conocerá a doña Pura, la del quiosco? 

 

-¿Tú has dormido bien?... Qué cosas más raras dices... Falta que preguntes si el abuelo empeña las joyas de la abuela, o algo así.

 

Ya se marchaba cuando se volvió y abrió su cartera. 

 

-Se me olvidaba, toma, me lo dio el abuelo para tu colección.

 

(Me quedé sin habla… y sin líneas).

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