Cultura

Sublime paisaje

Carmen Laffón. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. SEVILLA

El nombre de Carmen Laffón transporta a lo más selecto de la pintura figurativa que se ha hecho en nuestro país en mucho tiempo. Es más, yo diría que mientras algún otro vive de su ilustre pasado pictórico viendo pasar la vida y recordando lo que fue y que ya no es porque, entre otras cosas, parece quemarle la cercanía del caballete, aunque muchos se empeñen, todavía, en considerarlo el dios del realismo moderno en España, Carmen Laffón sigue trabajando entusiastamente y aportando muchas nuevas ideas a una tendencia artística a la que muchos han sido llamados y pocos los que, realmente, han conseguido dejar síntomas de trascendencia. La artista sevillana ha ido, a lo largo de los años, configurando una carrera llena de sentido artístico, donde la concepción de lo figurativo adquiría una dimensión mucho más abierta que lo que era considerado habitualmente. Carmen Laffón se ha convertido en un absoluto referente de la pintura española de los últimos tiempos, sobre todo, cuando la realidad manifestaba que la pintura de lo concreto había sucumbido en un estado de mediocridad y adocenamiento bastante descorazonador. Su trabajo, expectante, serio, concienzudo y lleno de rigurosidad creativa, ha abierto muchas vías de actuación en una pintura que tenía escasos y pocos atractivos esquemas referenciales.

La exposición que se presenta en los espacios de la antigua Cartuja de Santa María de las Cuevas, después entrañable fábrica de loza de la familia Pitman y, tras los fastos de la exposición Universal, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, es la primera gran muestra de la artista sevillana en Andalucía, tras aquella espléndida restrospectiva que tuvo lugar, en 1992, en el Museo Nacional Cento de Arte Reina Sofía de Madrid; una muestra que tendrá su continuación en la próxima primavera en los recintos expositivos del Palacio de Carlos V de Granada. Estamos, pues, de enhorabuena; la obra de Carmen Laffón supone todo un acontecimiento; vuelve a renacer la esperanza hacia los grandes postulados de la mejor pintura, esos que se perdieron hace tiempo y que esta artista vuelve a sublimar con fuerza y entusiasmo. Una exposición que presenta muchas circunstancias dignas de ser tenidas en cuenta. Por un lado, una acertadísima disposición museográfica con los elementos -pictóricos, escultóricos, espaciales o simplemente estrucutrales- perfectamente acondicionados al sentido de la muestra; además, un riguroso y justo planteamiento selectivo con obras de los últimos años, distribuidas en series realizadas, ya, en esta centuria, así como un desarrollo conceptual que unifica el proyecto expositivo y que tienen al paisaje como hilo argumental; un paisaje que se abre a lo largo del curso último del Guadalquivir, desde Sevilla hasta Sanlúcar, lugares emblemáticos, auténticos hitos en el discurso existencial de Carmen Laffón y que van estrechamente ligados a los planteamientos estéticos de su pintura. Paisajes que se llenan de misterio, de nostalgia, de serenidad, a veces de infinita sensualidad con lo sensorial abriendo especialísimas rutas. Paisajes de la orilla de la Cartuja, cuando ésta era una isla alejada de Sevilla, que nos hacen encaminar por la ribera hasta desembocar en los esplendores luminosos de ese Bonanza que mira al Coto y que tiene aires impregnados de aromas de manzanilla -espectacular la serie sobre la vendimia, con esculturas y dibujos realmente impresionantes y que demuestran el poder de una artista absolutamente en plena conciencia creativa-. Paisajes que asumen las calidades lumínicas de unos horizontes únicos que se reflejan en apasionantes series donde el color y la luz funden sus esencias y atrapan a la mirada hasta embriagarla de emocionante esplendor pictórico. Paisajes, en definitiva, que no se reducen a bellas ilustraciones de una realidad apasionadamente transcrita sino que permiten, además, transitar por estamentos creativos nuevos donde lo real se posiciona en una dimensión tridimensional que potencia la representación y patrocina nuevos desarrollos y desenlaces estéticos. Son los argumentos de una artista total que se nos presenta en una apasionante madurez donde el ayer y el hoy diluyen espacios temporales en una obra esplendorosa, tan justa como necesaria, que, además de su determinante patrimonio artístico, oferta una amplitud de perspectivas que hacen vislumbrar una pintura que Carmen Laffón, consigue eternizar pra bien del arte contemporáneo.

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