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Cultura

El universo imposible de Sloan

  • Carlos Laínez, creador del universo surreal del Doctor Sloan, expone en Jerez una muestra de sus invenciones que no deja indiferente a nadie

Carlos Laínez. Sala Pescadería. JEREZ.

Los amantes de lo artístico, los de aquí y los de allí, los más maduros y los más jóvenes, los menos informados y los más eruditos, los profesionales y los más profanos, han encontrado, siempre, en la obra de Carlos C. Laínez un profundo atractivo que ha estado muy por encima de lo que es habitual en ese universo artístico de espurios intereses, de esquivas malinterpretaciones, de posturas contrarias y, en definitiva, de envidias caprichosas. ¡Por algo será! Desde hace ya bastantes años, la pintura de Carlos C. Láinez, distinta, personal e intransferible y con lenguaje que le es característico, se ha posicionado en un máximo estamento creativo y ha estado presente en todos los circuitos expositivos de la provincia y fuera de ella.

El artista jerezano, afincado en Chiclana, hace tiempo que comparte la creación pictórica con el diseño -donde es un consumado autor- y, también, es creador de un personaje maravilloso, el Doctor Alejo Sloan, que cuenta con un sinfín de seguidores por la red. Este particularísimo sujeto, de difícil localización, física, profesional e intelectual, ha dado forma a gran números de inventos que, en esta ocasión, ven la luz y protagonizan los espacios de una importante sala de exposiciones. El Doctor Sloan -los lectores más veteranos se acordarán de aquel Linimento Sloan, líquido milagroso para los golpes, cuya imagen era la del entrañable tío del Bigote- se convierte en el alter ego de un Carlos C. láinez, aquí más auténtico que nunca. Porque el trabajo de este artista siempre ha sido crear estados de imposibles. Su pintura ha estado poblada de personajes que han suscitado realidades a contracorriente, que han vivido episodios donde todo quedaba supeditado a esos reveses que, en muchas occasiones, la mente crea para no sucumbir a las desvirtuaciones que la propia realidad genera. Él ha sido el mago creador de aquella maravillosa serie de los Oficios Imposibles, de aquella particular Mitología cuyos personajes y acciones nos participaban las escenas más inverosímiles y, también, de aquella iconografía gatuna, donde el universo de su queridísimo gatito, uno de sus personajes emblemáticos a lo largo de su carrera pictórica, era vestido de gala y convertido en especialísimo personaje sutilmente transformado en bellos modelos iconológicos. Y, ahora, quizás por culpa de todo lo anteriormente expuesto, la increíble factoría Crespo Láinez o lo que es lo mismo "Sloan, La Ciencia y la Mecánica al servicio de la Humanidad" nos presenta sus imposibles descubrimientos capaces de transformar un mundo a contracorriente.

Siempre hemos pensado, contemplando la pintura parreal de Carlos C. Láinez, que su universo tenía como referente la bellísima realidad surrealista creada por la genial pintora aragonesa, afincada en Méjico, Remedios Varo. Aquellas festivas, felices e imposibles situaciones, inquietantes máquinas que hacían más llevadero un mundo de presunciones, encuentran acomodo en el imaginario de este artista, auténtico mago y alquimista de sueños. Todo ello se enfatiza con los descabellados y divertidísimos inventos de un Alejo Sloan, aboslutamente Carlos C. Láinez.

La particularísima exposición se compone de gran parte de las historias inventadas por el loco creador, así como algunos de sus prototipos imposibles. Al mismo tiempo, en la muestra nos encontramos con algunos mínimos ejemplos de esa pintura tan personal en la que se manifiesta esos personales planteamientos estéticos de un artista cuya creatividad ha ido en aumento hasta situarse en una posición en la que cualquier parecido es un absoluto accidente.

No podía Carlos C. Laínez ofrecernos una exposición dentro de los cánones habituales. Ni sería él ni mucho menos su obra. Su comparecencia nos muestra una obra mucho más abierta, sin límites, llena de vitalidad creativa, con episodios jocosos y transgresores a una realidad artística que, muchas veces, se nos hace, totalmente insufrible. Carlos C. Láinez aporta mucha frescura a una plástica demasiado encorsetada y elitista. Con su obra, el espectador, aparte de pasar un rato divertidísimo, se encuentra con una producción diferente, asumible, de calidad, entusiasmo y, sobre todo, que no deja indiferente y que satisface de principio a fin a todos los que la contemplan ¿Se puede pedir más?

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