Asegura que está en el mundo de la música "por pura casualidad". Una casualidad que le ha llevado a ser la voz cantante de dos de las formaciones más exitosas de España, 'Platero y tú' y 'Fito & Fitipaldis'. Casualidad o no, el hábitat natural de Fito Cabrales (Bilbao, 1966) es sobre las tablas de un escenario, bien de teatros como la gira que terminó a principios de este año o en su vuelta a los pabellones. De una forma o de otra está acompañado por el éxito, ya que ha agotado todas las entradas de su concierto de esta noche en el Palacio de los Deportes de Chapín, donde presentará a partir de las 22 horas su nuevo trabajo, 'Huyendo conmigo de mí'.

-¿Cómo huye uno de sí mismo consigo?

-(Risas) Las frases que se sacan de las canciones y luego se ponen en la portada parece que buscan como un tono más serio, pero no. O sea, realmente es un cachito de una canción pero es verdad que cuando lo veo en la portada y ponen esa frase toda fea como si fuera un monstruo me pareció muy chulo. Pero bueno, en el fondo creo que la frase habla de un enfrentamiento contigo mismo.

-¿De qué huye Fito Cabrales?

-Imagino que de lo que todo el mundo, las cosas que no me sientan nada bien o que no me hacen ser feliz... No te creas que es fácil diferenciarlas. A veces seguimos haciendo cosas que nos limitan y que no nos aportan nada.

-De lo que no huye, sea de la forma que sea, es de los escenarios.

-Con esta nueva gira aún estamos como si hubieran llegado los Reyes y nos dejaran una gira con todos los juguetitos por medio. Empezamos la semana pasada en Santander y los primeros conciertos suelen ser muy cansados porque te llevas toda la semana en el mismo pabellón donde empiezas probando música, escenario, luces, vídeos...

-Del puro Norte al puro Sur.

-A la gente del Norte le hace mucha ilusión ir a tocar al Sur y por lo que yo conozco, porque conozco mucho a bandas del Sur, les encanta venir al Norte. Resulta más difícil, te sientes más raro, como fuera de casa y de tu elemento. Pero te mola porque no vas todos los días a Jerez. Si no fuera porque voy de gira quizás no iría porque estoy muy a gusto en mi casa y tengo pocos días libres, pero agradezco que el trabajo me permita conocer otras ciudades.

-Hace un año decía que salía de gira por teatros para estar más cerca de la gente y ahora vuelve a los grandes pabellones. ¿Echaba en falta esa adrenalina?

-Sí, en el fondo lo bueno que tiene dedicarte a esto es que tienes que ir cambiando la forma de dar tus canciones a la gente. Todos los espacios son válidos. Me apetecía ir a los teatros y la verdad es que me encontré muy a gusto, ya que son giras cómodas donde estás muy cerca de la gente y todo suena muy bien. Cuando tenía ganas de volver a salir de conciertos, pregunté a los compañeros, '¿y ahora qué hacemos?'. Decidimos volver a pabellones montando un show con un gran escenario donde jugamos al rock and roll y hacemos un setlist lo más divertido posible.

-Después de cinco discos de estudio, ¿qué tiene este de nuevo?

-Es que siempre digo lo mismo porque no me voy a inventar una mentira. Yo solo espero que aporte canciones. Para mí no hay más que canciones que espero que sirvan a la gente, porque algunos piensan que no pero las canciones sirven y yo solo trato de hacerlas. Todo lo demás es pura artesanía, lo de arreglar, escribir, regrabar... Quiero que esas canciones hagan sentir algo, que lleven a la gente a otro sitio.

-¿Cómo lleva las críticas que apuntan que ha dejado de lado el hard rock para volverse un poco más soft?

-Llevo haciendo discos muchos años, entonces sabes que siempre que recibimos los aplausos recibimos críticas. La gente tiene esa libertad pero desde luego no hay nadie más crítico con mi música que yo. No hago un disco al año ni mucho menos, me cuesta mucho dar el paso y estar convencido de todas las canciones y cada una de las frases que van en él. Es natural que lances un trabajo y la gente diga si le gusta o no, como cualquier cosa, pero no me siento mal por no gustar, es inevitable que haya gente que no le llegues. Llevo con facilidad los aplausos y con la misma facilidad intento llevar las críticas.

-¿Cómo llega un camarero bilbaíno a tener tal éxito en el terreno musical?

-Jugando, como todos los chavales. Mis padres eran hosteleros y tenían bares, así que tenía muy fácil decidir más o menos mi futuro. Empecé con 20 años a montar bandas y tuve la suerte de que con una de ellas, 'Platero y tú', empezamos enredándonos, enredándonos y nos hicimos siete discos y no sé cuántas giras. Ya entramos en este mundo de la música, de forma un poco sin pensarlo. La verdad es que no puedo saber en qué momento uno sabe que es músico o profesional, supongo que cuando apuestas tu vida por ello.

-¿Se ha llegado a auto censurar?

-Conscientemente no, pero seguro que inconscientemente uno no dice todo lo que piensa, sobre todo de uno mismo, ¡digo yo! Intento que el ejercicio de escribir me sirva para algo, pero creo que todo el mundo tenemos una imagen distorsionada de nosotros mismos, así que seguro que hay censura.

-¿Cómo es cantar con casi 50 años canciones que compuso un chaval?

-Hay algunas que te acompañan y te sientan muy bien y otras que ya no las quieres tocar porque no te sientes reflejado. Pero no solamente por la letra, sino musicalmente. Desde luego no voy a cantar algo con lo que ya no estoy de acuerdo.

-¿Se considera una estrella del rock?

-Realmente no, porque eso es un sentimiento. Hay gente que no tiene el éxito ni la repercusión que tenemos nosotros pero se siente una estrella. Además, el prototipo de estrella de rock es que a su lado tenga chicas, dinero, alcohol, coches... Vamos, ¡un videoclip americano! Creo que el rock en España es diferente. En Estados Unidos a lo mejor está rodeado de chicas con tetas enormes, pero aquí el rock tiene otros valores. Me quedo con el de aquí sin duda.