Cultura

Cualquier tiempo pasado fue mejor

No es habitual -o mejor dicho, no era habitual- que el Claustro de Exposiciones del Palacio de la Diputación Provincial de Cádiz se prestara para en él presentar cualquier mínima situación artística. Durante muchos años las muestras que ocupaban los espacios de la vieja Aduana gaditana podían ser, sin género de dudas, de las más selectas de cuantas se encontraban por los circuitos artísticos de mayor significación creativa. El criterio firme para saber qué se debía exponer, la rigurosidad en las selecciones de autores y obras, el sentido común y el conocimiento de la realidad artística estaban muy por encima de todo, regían las actuaciones y, durante mucho tiempo, apenas existieron resquicios para la duda -quizás la insistencia con los pintores Antonio de Felipe y Roberto González Fernández fue de las pocas actuaciones contrarias a la lógica, por desmesurada, que recordamos-. La voz autorizada de los técnicos -con Eduardo Rodríguez a la cabeza- era respetada sin concesión alguna y no había, aparentemente, imposiciones de estamentos ajenos a lo verdaderamente artístico, ni existían las fáciles aceptaciones de cualquier cosa para exponer, por no sabemos muy bien quién o quiénes ni con qué fin. Lo cierto es que aquellas situaciones de felices resultados, hace algunos años que no se dan en la Diputación de Cádiz con tan preclaras circunstancias; o dicho de otro modo, a lo bueno suceden acciones poco afortunadas sin comprender muy bien por qué tienen lugar tales hechos de tan desacertado sentido. Ahora parece que los tiempos han impuesto una nueva filosofía y todo tiene cabida en unas programaciones que se nos antojan a resultas de saldos expositivos recomendados por mentes poco lúcidas o sugerencias esquivas y demasiado equivocadas.

Tanto años llevando a cabo proyectos de manifiesta solvencia y realizándose producciones propias de mucha trascendencia artística no pueden haber perdido sus acertadísimos planteamientos de antaño, cuando los agentes y el personal técnico son, prácticamente, los mismos. No puedo creer, tampoco, que las ideas hayan sucumbido a los recurrentes episodios que imponen los postulados de la pertinaz sequía económica que nos atenaza. En otros momentos, también, las cosas se hacían sin demasiados presupuestos, es cierto que infinitamente más jugosos que los que, ahora, existen. Por eso nos resulta tan difícil de creer que este poco entusiasta desarrollo expositivo en el que se encuentra inmersa la Diputación Provincial de Cádiz sea producto del tiempo a contracorriente que nos ha tocado vivir.

Los amantes del Arte con mayúsculas, los que desde siempre han buscado -y encontrado- lo mejor de la creación plástica en los espacios del palacio provincial, abogan, como siempre había ocurrido, por el trabajo cuidadoso de los que de esto saben, sin injerencias ni espurias circunstancias, y se quiere que los planteamientos expositivos recuperen tiempos que fueron de felices manifestaciones. Otra cosa, no sería si no hacer un flaco favor a tan espléndida historia como ha existido.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios