Cultura

Cargamento histórico en 2.500 inmersiones

  • Frutos, tintes o semillas aparecen intactos en los pecios ya fechados en el siglo XVI y XVII Los trabajos han costado 2 millones y medio de euros

Un nuevo capítulo de aquel puerto del Cádiz bullicioso y esplendoroso que monopolizaba el comercio con las Américas resurge bajo las aguas de nuestra Bahía ante las obras del futuro muelle de contenedores. Sus páginas se traducen en un valioso cargamento con historias de Ultramar que un nutrido grupo de arqueólogos ha reflotado en las más adversas condiciones de visibilidad en el transcurso de las 2500 inmersiones y aproximadamente 3000 horas de trabajo empleadas. Un proyecto  que ha supuesto una inversión de 2 millones y medio de euros sufragados en su totalidad por Autoridad Portuaria, aún pendiente de los fondos Feder. 

 

Son las cifras de una de las actuaciones arqueológicas subacuáticas más relevantes realizadas hasta ahora gracias a la estrecha colaboración entre las administraciones (Junta de Andalucía y Autoridad Portuaria), y que pone fin a la excavación arqueológica que se ha prolongado en varias etapas durante aproximadamente dos años, desde que apareciera el primer lingote de plata de ocho kilos de peso. Nada hacía presagiar por aquel entonces el extenso patrimonio arqueológico que celosamente guardaban los dos pecios localizados durante el control arqueológico de movimiento de tierra realizado en la fase de dragado inicial -por exigencia de Delegación de Cultura-, cuyos restos lucían ayer en las mesas del diáfano laboratorio del Centro de Arqueología Subacuática (CAS) en muy buen estado de conservación. El terreno de fango arcilloso que tanto ha complicado la operación se ha encargado de conservar sorprendentemente casi intactos materiales como frutos, tintes de lujo, huesos de aceitunas, semillas, tabaco o cajas de madera, entre otros muchos restos.

 

De los detalles más curiosos de estos abundantes hallazgos daba cuenta ayer la directora del CAS, Carmen García Rivera, tras la rueda de prensa de los datos principales y más genéricos que ofrecieron el delegado de Gobierno de la Junta de Andalucía en Cádiz, Fernando López Gil; el presidente de la Autoridad Portuaria de Cádiz, José Luis Blanco Romero, y la delegada provincial de Cultura, Cristina Saucedo. Juntos curioseaban entre las cubetas que contenían los novedosos hallazgos de los dos pecios, de los que ayer confirmaba la datación y tipología Fernando López Gil. Indicó en este acto que el pecio cuya excavación concluyó hace un mes -el número 2- "se corresponde con los restos de un navío del siglo XVI de 27 metros de eslora y 7 metros de manga, y cuya construcción naval se corresponde con un sistema de tradición mediterránea". Al parecer se trata de un buque comercial que se encontraba fondeado en la Bahía de Cádiz efectuando esta actividad, concretamente cargando sus bodegas con "diversos productos  americanos y de gustos locales para redistribuir, con lo que no procedía de América", añadía ayer la directora del CAS mientras enseñaba algunos de las botijas que contenían estos materiales. Son estos elementos pertenecientes a las relaciones comerciales lo que a su entender reporta mayor valor a este momento de la investigación.

 

El primer pecio, decía previamente el delegado de Gobierno en Cádiz, son los restos de un navío de 20 metros de eslora y 7 metros de manga, cuyos primeros estudios apuntan a que "casi con toda probabilidad" sea un buque militar y español, datado en el siglo XVII, cuya construcción naval se corresponde con una tipología atlántica. 

Entre los materiales localizados en el segundo barco que ha sido recientemente excavado y que se encuentra junto a la zanja de cimentación sobre la que se han depositado los cajones que conformarán el frontal del muelle, destacan la aparición de siete cañones de bronce de distintas longitudes fabricados en Génova a finales del XVI, dos cañones y dos anclas de hierro; elementos cerámicos como botijas, muchas de las cuáles conservan aún el tapón de corcho que las cerraba así como los restos de aceitunas con sus aliños o salmuera -pendiente de análisis-; restos de barriles de distintos tamaños y cajas de madera que contienen diversos frutos, tabaco o lo que parece ser cochinilla, "que era considerado un artículo de lujo, de los que mayor valor tenían en la época", comentaba Kiko Higueras de la empresa Tanit, adjudicataria de los trabajos arqueológicos, que han sido desempeñados de la mano de técnicos del CAS. En este sentido señala "lo hermético y cerrado que se ha mantenido este pecio gracias al terreno arcilloso en que se encuentra, que ha dificultado la labor, pero que lo ha conservado muy bien".

 

Otros elementos curiosos son compases de navegación, suelas de zapato, pipas de caolín, platos, troncos de madera de carga de tipo tropical, escudillas o restos óseos de animales.   

 

No se quedan atrás en relevancia los restos del primer pecio, que tuvo que ser trasladado en noviembre de 2012 en una actuación sin precedentes en el campo de la ingeniería, decía el presidente de Autoridad Portuaria, José Luis Blanco, dada la situación peligrosa y de inestabilidad que reportaba su ubicación -en un montículo de fango-. "No había un procedimiento homologado en España, tan sólo en Reino Unido se hizo algo similar hace años por un coste muy elevado", puntualizó.

 

Entre los restos que destacan de este pecio se encuentran los 27 cañones de diversas medidas al parecer de fabricación sueca -que surtía de este material a las grandes potencias marítimas-; 23 lingotes de plata procedentes de países como México y de Potosí. "Algunos parecen de contrabando, puesto que no contenían el sello oficial que indicaba el pago de los impuestos", puntualizaban; pesas de plomo, abundante cerámica, un astrolabio usado por los navegantes para ver la hora mediante la observación de las estrellas; balas de cañón, anclas de hierro, suelas de cuero, restos óseos o un pequeño ponderal de oro completan el valioso cargamento extraído en este entorno de escasa visibilidad.  

 

Pero no está todo escrito bajo las sorprendentes aguas de la Bahía, que aún puede deparar alguna sorpresa en los trabajos de dragado que se realizan en la actualidad bajo control arqueológico. Trabajo que se compatibiliza con la estabilización de los materiales de cara a su conservación y restauración, que también acometerá Autoridad Portuaria. Un mano a mano entre las obras de un puerto de futuro más competente y la protección de una historia que resurge bajo sus aguas. 

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