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Cultura

La vida a través de la muerte

  • El Museo de Cádiz acoge desde ayer la muestra 'Nuevos hallazgos en la necrópolis romana de Cádiz' Las piezas proceden de la excavación en el solar de las antiguas bodegas Abarzuza

Al igual que la vida está cubierta por la sombra de la muerte desde el mismo instante en que tomamos conciencia de la fragilidad de la existencia, la muerte está salpicada de detalles de la vida. Las costumbres de un preciso momento histórico, la tradición, la cultura o la posición social son trazos que aparecen dibujados en la muerte. En los ritos funerarios. Dicho de otra forma, cómo vivimos también engloba la cuestión del cómo morimos. Por eso, la exposición que desde ayer se puede visitar en el Museo de Cádiz, Nuevos hallazgos en la necrópolis de Cádiz, nos ayuda a conocer un poco más la forma de vida de nuestros ancestros a través de la muerte.

Monedas para Caronte (que con su barca nos lleva a la otra vida), lucernas que ya no prenden (para simbolizar la luz de la vida que se apaga), amuletos contra la mala suerte (por si los demonios nos acosan por el camino), restos del banquete funerario (cañaíllas y muergos), adornos para el pelo, pulseras, anillos, fíbulas (broches), vasijas, ungüentarios y otros objetos queridos (que no nos falte de nada en el otro mundo) se exhiben en las vitrinas de la sala multiusos de la pinacoteca gaditana, que ha sido restaurada para la ocasión.

El director del Museo de Cádiz, Juan Alonso de la Sierra, se pasea por la estancia ilustrando a medios de comunicación y a la delegada de Educación, Cultura y Deporte, Cristina Saucedo, que acuden a la inauguración de la muestra que reúne algunas de las piezas procedentes de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo durante el año 2005 en el solar de la Segunda Aguada que ocupaban las antiguas bodegas Abarzuza.

Aunque en los trabajos arqueológicos, ya concluidos, salieron a la luz un total de 127 tumbas enmarcadas en un periodo que abarca las épocas fenicia (siglos VI-V a. C.), tardo púnica y romano-republicana (siglos III-I a. C.) y romano-imperial (siglos I-II d. C.), los hallazgos seleccionados para la exposición pertenecen a la época romana y responden a tipologías muy variadas y a ritos de inhumación e incineración propios de la época. Piezas que han sido escogidas por la conservadora del Museo, Lola López de la Orden, y reconstruidas por el restaurador Luis Carlos Zambrano.

Tal y como precisa Alonso de la Sierra, "aún en época romana existe una gran pervivencia de los ritos funerarios fenicio-púnicos" ya que, como recuerda el director del Museo, "nuestra ciudad llegó a un acuerdo con Roma donde se aseguraba un trato de igualdad para preservar el mantenimiento de las tradiciones fenicias-púnicas". Trato que no se hubiera producido si Cádiz hubiera sido rendida.

En estos rituales, "además de la vertiente emotiva y de afecto", también se reservaba una parte para "eliminar las impurezas que conllevaba la muerte". Es decir, los familiares hacían todo lo posible para que el difunto dispusiera de todo lo necesario para la otra vida y así no los molestara ni les reclamara nada. "Y es que para los romanos la vida era ésta y el más allá, pues bueno, no tenían muy claro lo que ocurría allí. La vida es la que hay disfrutar, un concepto que cambia radicalmente con la llegada del cristianismo que promete otra vida mejor tras la muerte", explica Alonso de la Sierra.

Un formidable alabastrón en segunda utilización -una pieza de factura egipcia que procede de los fenicios pero que los romanos apreciaban y conservaban- y una muy bien conservada botellita de cristal son otras de las llamativas piezas que se exhiben junto a los grilletes encontrados en los tobillos de un esqueleto en uno de los enterramientos de la necrópolis.

De las 127 tumbas que se encontraron en Abarzuza, la inhumación perteneciente al periodo imperial de un adulto en fosa simple de arena castaña llamó poderosamente la atención de los arqueólogos ya que el esqueleto lucía unos grilletes de hierro individuales por encima de los tobillos. "Tras los estudios a los que se le sometió, se concluyó que se trataba de una mujer de, como mucho, veintitantos años, de 1,59 centímetros de estatura. A todas luces sería una esclava y por eso los grilletes con los que arrastrarían durante su vida", según explica López de la Orden que asegura que ha estado en contacto con profesores de York donde se encontró una tumba con las mismas características. También de una mujer. En otro punto de Andalucía, que la conservadora no recuerda, también apareció otro enterramiento femenino con grilletes en los tobillos.

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