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Cultura

La Pepa en la palma de la mano

  • El coleccionista Manuel García de Fuentes y Churruca ha editado un ejemplar en miniatura de la Constitución de 1812 · El texto doceañista ha venido reproduciéndose en pequeño formato desde 1820

Poco después de su publicación, la Constitución de Cádiz fue, como todos sabemos, reducida al olvido. Oficialmente prohibida, quien quisiera conocer el texto había de pensar en cómo esconderlo y transportalo con facilidad, por l o que se realizaron algunas ediciones diminutas del mismo. Entre ellas, probablemente la más famosa sea la 'Constitución-polvera', impresa a doble cara en torno a 1820 y alojada en un medallón o caja de bronce grabados con la efigie de Fernando VII. Se dice que esta edición fue sacada de la ciudad por alguna dama gaditana a la par aficionada al minimalismo y a los preceptos liberales. Una moderna, como quien dice.

"Este mismo formato se repitió en la II República -explica el editor y coleccionista Manuel García de Fuentes-, en lo que es un claro homenaje a esta historia y a La Pepa. La Constitución de 1931 se publicó en una edición diminuta y circular en un estuche de plata que se regaló a todos los diputados".

El original decimonónico -comenta García de Fuentes- es muy difícil de conseguir. Sí existen, sin embargo, honrosos facsímiles, como el que él guarda en su colección: un ejemplar que se realizó en el 175 aniversario de la Constitución de 1812, en 1987. "La empresa Numisma realizó una edición de la 'Constitución-polvera' con una caja en bronce y otra, en plata -cuenta el coleccionista-. Además de un ejemplar con oro macizo que iba a ser el regalo de alguna institución al Rey y que luego, por algún problema, no se llegó a retirar".

La Constitución del Doce cuenta con otra edición diminuta e histórica: la que realizó la Imprenta Real en 1820, y de la que se conserva un ejemplar en la Biblioteca del Congreso de los Diputados.

Notario de profesión, García de Fuentes comenzó a recopilar libros en miniatura cuando era adolescente, fascinado por un diminuto Quijote que le regaló su padre. Desde entonces, ha conseguido formar la que puede ser más completa colección de libros en miniatura del país, incluyendo a las grandes bibliotecas. Su afición lo ha llevado a ser el primer español en ser galardonado por la Miniature Book Society de Estados Unidos, premio que obtuvo en 2005 con su Microbibliografía Cervantina. Desde entonces, Manuel García de Fuentes presenta cada año un par de publicaciones al certamen -entre ellas, In Memorian 11-S/9-11,un homenaje a las Torres Gemelas, o los Ciento un refranes del 'Quijote' en español y tamazight-. Ya que en 2012 se celebran el bicentenario de la Constitución de 1812 y el 150 aniversario de la Ley del Notariado -la más antigua en vigor en España-, esas dos han sido las ediciones escogidas este año. Ambos títulos están encuadernados por la artista asturiana Dolores Díaz Gallego.

Curiosamente, el tema político ha sido uno de los más habituales en el libro en miniatura: "La propaganda nazi publicó libros en pequeño formato que se colgaban con una cuerdecita en los ojales -explica García de Fuentes-. Roosevelt los utilizó en su campaña electoral e incluso existen diminutos Libros Rojos de Mao, y muchísimos libros rusos y húngaros de época comunista".

Salvando algunas excepciones centenarias, García de Fuentes comenta que en España existe una producción muy limitada de libros diminutos, a diferencia de países como Inglaterra y Francia: "En el Reino Unido, a mediados del XIX -explica-, David Bryce editó la Biblia más pequeña del mundo, diversas ediciones de Shakespeare y otros muchos libros; mientras que en Francia y en Alemania han sido siempre muy amigos de esos calendarios en los que hacer pequeñas anotaciones, se daban como regalos y tenían encuadernaciones muy cuidadas. Se trataba de unas producciones también muy populares entre las damas francesas, y tenían incluso detalles en oro y plata".

Quizá la más importante de esas excepciones de producción hispánica sea el Credo de Carlos V: un libro en miniatura guardado en un estuche de oro que se dice pertenecía al monarca. "Este tipo de trabajos -apunta García de Fuentes- eran una especie de libros talismanes que se colgaban del cuello o del cinturón. Otra joya de la producción nacional serían las Reglas de San Benito, que también se colgaban de escapularios que usaban los clérigos. O los famosos Cuentos de Calleja, que tuvieron numerosas ediciones".

Entre los volúmenes más destacables de la colección de Manuel García de Fuentes, varios Libros de las Horas del siglo XVI o una tablilla sumeria del 2000 a.C. -el ejemplar más antiguo de su biblioteca-, así como títulos encuadernados en todo tipo de materiales: nácar, marfil bambú, corcho, pergamino, cuero, piel de serpiente o de tiburón. "Incluso hay un librito de poemas infantiles de 1847 titulado Little Poems for Little Folks, encuadernado en piel humana por P.B. Sanford de Boston, según recoge Louis W. Bondy", indica.

Los trabajos en miniatura de Manuel García de Fuentes pueden encargarse en las direcciones churruca2000@teleline.es  y notario.marbella@notin.net.

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