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Cultura

"El humor es un arma estupenda para abordar asuntos serios sin bloquearse"

  • El escritor protagoniza desde hoy el II Seminario de Literatura Actual, organizado por la UCA · Al encuentro acuden autores como Iwasaki, Almudena Grandes, Molina Foix o Luis Antonio de Villena

No conozco a nadie a quien le caiga mal Eduardo Mendicutti. Tal vez porque es cierto que en sus libros hay mucho de lo que él es. Y hay mucho, por tanto, de humor y ternura. La segunda edición del Seminario de Literatura Actual organizado por la UCA tiene a Mendicutti como protagonista. Una cita a la que se unirán amigos y celebrantes del escritor, entre ellos, Fernando Iwasaki, Almudena Grandes, Vicente Molina Foix o Luis Antonio de Villena.

-¿Impone que haya tantas ganas de hablar de uno?

-Prefiero no pensarlo porque me agobio un poco. ¿Qué estará pasando que yo no sepa para que todo el mundo quiera hablar de mí? Se agradecen mucho estas cosas porque se hacen desde el afecto y la amistad, pero siempre la primera reacción es decir:"Ni se os ocurra". La verdad es que la posibilidad de los dos homenajes, el del verano en el Instituto Cervantes y éste, surgió casi a la vez, y es para estar especialmente agradecido porque no están los tiempos para organizar este tipo de actos. Pero, de verdad, yo sigo preguntándome qué es lo que pasa.

-Imagino que termina escuchando hablar de sí mismo como si fuera otra persona...

-Sí, con lo del Instituto Cervantes decidí hacer algo de esto y, a la hora de dar las gracias, lloriqueé como un bobo, como un futbolista cuando se despide. Pero claro, en el futbolista queda sexy, mientras que uno parece un guiñapo.

-Si hubiera que sacar una característica de "la obra" de Eduardo Mendicutti sería su habilidad de hacernos tragar, con una sonrisa, asuntos muy serios.

-Hay algo de doble explicación en esto. Por un lado, quizá sea algo espontáneo, no premeditado. Toda la vida he pensando que el humor es un arma estupenda para seguir adelante: una mirada que muchas veces consigue o debería conseguir abordar asuntos muy serios de manera diferente, en la que el lector, o el que vive experiencias parecidas, sea capaz de acceder a eso y compartirlo sin sentirse bloqueado por lo emocional -que es lo que ocurre muchas veces con los temas serios-. El humor es un recurso que siempre he pensando que va con mi personalidad. Pero luego, ha habido una persistencia del humor, que es un registro nobilísimo dentro de la tradición literaria.

-¿Qué peligros corre quien no sabe reírse de sí mismo?

-Pues el tomarse excesivamente en serio, ser incapaz de encontrar vínculos vitales sin ese rastro de humor salvador, porque el humor lo hace todo habitable. El que es incapaz de acceder al humor, acaba haciendo inhabitables excesivas cosas de su vida personal y de su vida con los demás.

-En 'Mae West y yo' vindica la voz del diablillo interior como una rubia platino cínica, frívola, egótica, pero irremediablemente divertida. Tal vez nos iría mejor si le hiciéramos caso.

-Tendemos a ponernos demasiado engolados con nosotros mismos pero todos tenemos una voz interior mucho más libre, menos condicionada por las circunstancias, menos sumisa, y la asfixiamos con demasiada frecuencia, nos cuestionamos de cara a los demás. Deberíamos utilizar mucho más esa voz gamberra porque es liberadora.

-Otra reivindicación en sus historias es la de la ternura bien entendida.

-El humor me sirve también, muchas veces, para no ponerme muy dulzón. Es verdad que uno, en el fondo, es un poco blando.

-Y da bochornito.

-Sí, da bochornito. El humor hace que esos momentos de ternura y delicadeza, o de "sensibilidad", se queden en un tono digno. No es fácil encontrar ese punto medio, y el humor es un buen ingrediente para darle a elementos de mucho contenido emocional algo de sensatez. Quien diga que preferiría no contaminar un tono con otro, no entiende lo que es la delicadeza ni lo que es el humor.

-Molina Foix titula su charla 'El bicho raro en la obra de Eduardo Mendicutti'. A menudo, con los años, uno aprende que ser el elemento extraño no era tan malo: tal vez era incluso una ventaja.

-En El palomo cojo ya hay una alusión a los "bichos raros" que abundan en la familia y que es como se siente el protagonista. El saberse diferente crea, por un lado, una sensación de distinción pero también, de inseguridad.

-Se siente, a la vez, especial y vulnerable.

-Exacto. Y bueno, es que no puede ser de otra forma porque mis historias están llenas de mí, de lo que soy, aunque dé la impresión de que no soy así y parezca un señor equilibrado, responsable, presentable, incluso.

-José Jurando abre el encuentro con una ponencia sobre 'Mendicutti o el discurso de la razón tolerante'. Ese bien en extinción.

-Yo con la tolerancia tengo algunas dificultades. Es un valor absoluto cuando uno se enfrenta a cosas que chocan con las propias convicciones y se hace un esfuerzo de comprensión del otro. Pero no podemos decirnos tolerantes con todas las cosas. Por ejemplo, ¿qué tienes que "tolerarle" a un gay? Puedes respetarlo, asumirlo, aceptarlo, compartir sus puntos de vista, discutir lo que haga falta. Pero sin superioridad o ese paternalismo que detesto. Y la tolerancia sólo tiene ese valor de convivencia si le aplicas la razón.

-Es que, como axioma, la tolerancia resulta soberbia: ese "Nos os permitimos"...

-Una especie de complacencia: "Qué bueno soy, que permito que existas".

-Con 'Mae West' viene a cerrar un poco el círculo de acercamiento nostálgico que abrió con 'El palomo cojo'. ¿Qué sería lo próximo?

-Sí, quizá con Mae West y yo he cerrado un movimiento en relación con el recuerdo. En El palomo cojo, el narrador recordaba los descubrimientos esenciales en su vida; en Mae West, recupera lo vivido. Obviamente, yo espero seguir viviendo, a pesar de estos inquietantes homenajes, y eso me seguirá alimentando para seguir escribiendo y probando. Creo que el siguiente paso estará más bien en ampliar la mirada y volcarla hacia los demás, hacia lo que me rodea y comparto, en lo que yo llamo biografía compartida, entre gente tanto de mi generación como de otras, pero a la que se puede enseñar cosas.

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