Cultura

La Fundación Barenboim estrena el verano con un curso para niños

  • El Conservatorio Profesional de Música Manuel de Falla acoge por primera vez en la capital un encuentro formativo de esta institución · Los pequeños alumnos se acercarán al piano, arpa y violín

La música no entiende de vacaciones; la Fundación Barenboim-Said, tampoco. Cádiz acogerá hoy el comienzo del primer curso de iniciación musical que la fundación andaluza, con sede en Sevilla, imparte en la capital gaditana. Destinado a niños de entre 5 y 12 años, el curso se impartirá en el Conservatorio Profesional de Música Manuel de Falla, junto a la Torre Tavira, un lugar en el que los más pequeños tendrán la posibilidad de acercarse a la música, a sus ritmos, a sus primeros secretos, a los instrumentos, en un actividad más lúdica que académica que tratará de "despertar el amor por la música en los niños que participen", según indica la directora gerente de la Fundación Barenboim, Muriel Páez Rasmussen.

Esta fundación andaluza realiza estos cursos de iniciación musical en los periodos de vacaciones escolares: navidad, semana santa y verano. Esta actividad se impartía hasta ahora en Sevilla, pero la fundación decidió este mismo año empezar a abrir los cursos a otras capitales andaluzas. Málaga acogió el curso en la semana de vacaciones de abril, mientras que ahora son Cádiz y Almería quienes comparten protagonismo junto a Sevilla.

Uno de los primeros objetivos de estos cursos de iniciación musical tiene que ver con las fechas en las que se realizan. Muriel Páez explica que se intenta ayudar a la conciliación de los padres que trabajan en estos días de vacaciones, los primeros del verano sin clases, y que por eso el curso se imparte en horario de mañana: "Tratamos de echar un cable a los padres que aún trabajan en estos días. Los cursos empiezan a las nueve y media y acaban a los dos, pero los niños se pueden dejar antes e incluso recogerlos más tarde".

El otro objetivo, por supuesto, es la música. Enfocados desde un punto de vista lúdico, los cursos buscan acercar la música y los instrumentos a los niños de una manera dinámica y divertida, lejos de un estricto academicismo aunque sin perder de vista un mínimo horizonte formativo. Ahora bien, no hace falta tener conocimientos musicales para participar en los cursos: "No perseguimos buscar grandes genios ni músicos del futuro, aunque estoy convencida de que habrá quien salga de este curso con ganas de profundizar, alguna vocación saldrá. Queremos, fundamentalmente, despertar el amor por la música", dice Muriel Páez.

Los pequeños que participen en el curso de Cádiz conocerán de cerca tres instrumentos: piano, arpa y violín. Irán acercándose a ellos por grupos, e incluso el último día, el jueves 30, ofrecerán ante los padres un pequeño concierto en el que podrán demostrar lo que han aprendido. Serán piezas sencillas, sin duda, pero música al fin y al cabo.

Para sacar adelante los cursos, la Fundación Barenboim llegará a Cádiz con cuatro profesores, especialistas en educación musical infantil: Vicente López, profesor de creatividad musical (licenciado en canto y clarinete); Leslie Jordan, profesora de violín (licenciada en violín); Lorena Lara, profesora de piano (licenciada en Musicología), y María Vicenta Diego, catedrática de Arpa del Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla.

Además del uso de los instrumentos, los profesores animarán a los niños a descubrir la música que puede existir en su alrededor, la música que pueden llegar a producir con objetos cotidianos o, incluso, con su propio cuerpo, un taller de expresión musical con el que los más pequeños suelen conectar desde un primer momento.

La experiencia de la Fundación Barenboim en la enseñanza musical de los niños es amplia. Su proyecto ha permitido que alrededor de 3.600 niños -3.000 en Andalucía y unos 600 palestinos e israelíes- se hayan visto beneficiados por este tipo de cursos de iniciación musical, que han llegado también a 23 centros públicos de educación infantil y primaria. Su experiencia les trae ahora a Cádiz, donde esperan que su nota sea alta y que suene de manera permanente, como un do sostenido, muchos veranos.

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