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Encuentran al menos 17 campos y fosas comunes con restos de inmigrantes en Malasia

  • Los descubrimientos se han hecho al norte del país en una zona utilizada por los traficantes para recluir a los inmigrantes hasta que sus familias pagaban un rescate.

Malasia confirmó este domingo el descubrimiento en el norte del país de fosas con restos de inmigrantes y al menos 17 campamentos clandestinos relacionados con el tráfico de personas que ha desencadenado una crisis humanitaria en la región. 

El ministro del Interior malasio, Ahmad Zahid Hamidi, dijo que los campos fueron hallados cerca de la localidad fronteriza de Padang Baesar, en el norteño estado de Perlis, colindante con Tailandia. "Cada tumba quizá tiene tres, cuatro cadáveres. Pero aún no sabemos cuántos hay en total. Probablemente vamos a encontrar más", señaló el ministro, según el diario The Star. "Malasia como Gobierno no está implicado. Pero malasios, sí, lo reconozco como un hecho", precisó. 

El inspector general de la Policía, Khalid bin Abu Bakar, se encuentra en el lugar para dirigir las investigaciones de los campos, utilizados por los traficantes para recluir a los inmigrantes hasta que sus familias pagaban un rescate. 

Los campos fueron abandonados antes de ser descubiertos por la Policía. El lugar se encuentra junto a frontera con Tailandia, país donde en las últimas semanas se han descubierto al menos ocho campamentos clandestinos y decenas de tumbas con restos de inmigrantes bangladesíes y birmanos, muchos de la etnia musulmana rohinyá. El hallazgo de los campos a principios de mayo en la provincia tailandesa de Songkhla, en el sur del país, desencadenó una campaña contra el tráfico de personas que provocó la desbandada de las redes de tráfico. En los días posteriores, cientos de inmigrantes llegaron a Tailandia, Malasia e Indonesia, a pesar de los intentos de la Marina de estos países por bloquear los barcos en los que viajaban. Se cree que los traficantes abandonaron los navíos, donde viajaban hombres, mujeres y niños en situación precaria. 

El pasado miércoles, los Gobiernos de Indonesia y Malasia acordaron acoger temporalmente a todos los bengalíes y rohinyás que se encuentran embarcados en la región, siempre que la comunidad internacional se comprometa a reubicarlos en terceros países o repatriarlos en el plazo de un año. 

Tailandia, que de momento se niega a acoger a los inmigrantes a la deriva en barcos, ha detenido al menos a 40 personas, en su mayoría políticos locales, relacionados con el tráfico humano. Al menos 17 países y diferentes organizaciones internacionales acudirán el próximo viernes a una reunión en Bangkok para abordar la crisis. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unas 25.000 personas zarparon en barcos desde Bangladesh y Birmania (Myanmar) durante el primer trimestre de 2015, el doble del número registrado en el mismo periodo del año pasado. Unos 3.000, que huyen de la persecución en Birmania o de la pobreza en Bangladesh, desembarcaron en las últimas dos semanas en Indonesia, Malasia y Tailandia. Los rohinyás son una minoría musulmana no reconocidos como ciudadanos en Birmania, donde las autoridades no admiten el término y los llaman "bengalíes", a pesar de que Bangladesh tampoco los reconoce. 

Cerca de un millón de ruaingás o rohinyás viven Birmania, la mayoría en el estado Rakáin, junto a la frontera bangladesí. Su situación empeoró tras los brotes de violencia sectaria en 2012, que provocó al menos 280 muertos y el desplazamiento de 140.000 personas, en su mayoría rohinyás que viven en condiciones similares al apartheid en campos de desplazados. Organizaciones como Human Rights Watch han calificado de "limpieza étnica" y "crimen contra la Humanidad" la situación de esta minoría en Birmania. 

Parte del clero budista se encuentra detrás de una campaña dirigida contra la minoría musulmana en Birmania, en especial contra los rohinyás, a los que tildan de inmigrantes ilegales. 

Esta semana, las autoridades birmanas aprobaron una ley de control de la población que obligará a algunas mujeres a espaciar los embarazos al menos tres años, una medida dirigida según varias ONG contra las minorías. Esta comunidad alega que lleva en el país más de mil años, mientras que las autoridades dicen que son inmigrantes llegados en los siglos XIX y XX bajo la colonia británica. 

Según el Centro para la Prevención de Genocidio Simon-Skjodt, la situación de persecución de los rohinyás ha creado un clima de tensión que puede desencadenar en "atrocidades masivas o incluso el genocidio". 

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