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Lina Tur Bonet. Violinista

"Vivaldi era un virtuoso con corazón"

  • La intérprete de Ibiza publica con su grupo Musica Alchemica en el sello PanClassics un CD de sonatas y conciertos de Vivaldi nunca antes grabados.

Vivaldi Premières. Musica Alchemica. Lina Tur Bonet. PanClassics

-¿Todavía queda música de Vivaldi sin grabar?

-Parece que sí. Poquita, pero queda. Muchos compañeros todavía se sorprenden. Pero lo cierto es que Vivaldi fue un compositor muy prolífico. Además aún se están descubriendo nuevas obras suyas.

-El disco incluye cuatro conciertos (RV 202, 218, 346, 771) y dos sonatas (RV 7 y 11), que se consideraban incompletas. ¿Qué tipo de edición interpreta?

-El trabajo musicológico es de Olivier Fourés, que es violinista y está haciendo la nueva edición crítica de la música instrumental de Vivaldi. Las sonatas pertenecen a una colección de cinco cuyo manuscrito apareció en Graz. No es autógrafo de Vivaldi, pero su autoría resulta indiscutible. Figuran en su catálogo como incompletas porque se ha conservado solo la parte del violín. Lo que ocurre es que, como tantas veces en los compositores barrocos, muchos de los movimientos de estas sonatas fueron usados por Vivaldi en otras obras. En estos casos, la parte del bajo continuo se ha tomado sin más de esas otras obras. Para los movimientos completamente nuevos, el propio Fourés se ha encargado de reconstruir el continuo. Para un experto como él, poner el bajo a estas obras en estilo vivaldiano es una tarea relativamente sencilla.

-¿Puede decirse todavía algo nuevo de los conciertos de Vivaldi?

-Decir algo nuevo es una cosa muy relativa, y no sé si sería importante. Sobre todos los compositores pesan muchos clichés, pero en el caso de Vivaldi los clichés me parecen escandalosos: el cliché de lo fácil, ya que son los primeros conciertos que siempre se tocan cuando estudias; el de la falta de variedad, ese famoso "Vivaldi no compuso 500 conciertos sino 500 veces el mismo concierto" que dijo alguien; luego está también esa visión tan enérgica que impusieron Il Giardino Armonico y otros conjuntos italianos, y que, por otro lado, a mí me encanta, yo he bebido de ellas... Mi generación se ha criado escuchando cómo se hace el nuevo Vivaldi, y sé lo que se espera de mí al reproducir una obra determinada. Pero si me metí a fondo en la música antigua fue precisamente porque me parecía un espacio donde podía liberarme con más facilidad de los clichés. Aquí podía coger una partitura y, sin ninguna idea previa, leerla como si fuera una carta que me hubiera remitido directamente el compositor. En este caso, la suerte es que estas obras no habían sido grabadas nunca antes, por lo que no tengo ninguna referencia en el oído. He tratado de dar mi visión personal, no tocarla a la moda, no copiar a nadie.

-¿Y cuáles son los aspectos fundamentales de esa visión?

-Reivindico a Vivaldi como un gran compositor, un músico de una maestría absoluta, que pone en marcha la forma concierto: Bach lo admiraba y lo transcribió muchas veces, y Bach no era un cualquiera. Por supuesto que no estoy para nada de acuerdo con esa sentencia de los 500 conciertos iguales, la dijera Stravinski o quien fuera. La música de Vivaldi tiene una variedad de colores y de registros extraordinaria. En cuanto a mis interpretaciones, quizás no sería yo la persona más adecuada para comentarlas, pero he querido hacer mucho hincapié en la parte poética de su música, que no tiene que ver solo con el lirismo, sino con tratar de llegar a la esencia de las cosas, alcanzar de forma muy directa las emociones. Vivaldi es capaz de transmitir sensaciones como pocos compositores. Yo a través de su obra veo Venecia: está presente lo acuático, lo misterioso, lo divertido, lo exuberante… Parece que Vivaldi tenía también su parte de showman, era un gran virtuoso, pero con corazón; sabía perfectamente cómo tocar la fibra sensible del oyente.

-Aunque el grupo Musica Alchemica se fundó en 2004, no ha tenido demasiada actividad.

-Es verdad. Además hemos trabajado más en el extranjero. Mi idea era juntar a buenos músicos de diferentes partes, y dejar que cada cual aportara sus ideas. No me gusta demasiado esa idea de dirección de un grupo. La alquimia del nombre se basa en eso: juntar cosas diferentes para sublimarlas hasta llegar al oro, metafórico por supuesto.

-Además del violín barroco toca también música romántica y contemporánea. ¿Es difícil compaginarlo?

-Sé que no es muy habitual. Si el violín es ya difícil, dos violines suponen el doble de tiempo y de dificultad. Lo primero que hice con un violín barroco fue una Pasión según San Juan, y ya no quise vivir más sin tocarlo. Pero tampoco quería dejar el violín moderno, porque justo en aquel momento estaba haciendo un máster en Viena, había dado muchos conciertos y recitales, y me encantan Brahms y otros compositores. Lo que tuve claro desde el principio es que yo no quería poner tripa, coger un arco barroco y tocar igual que estaba tocando hasta entonces. Para mí, son dos instrumentos distintos, y me exijo mucho en ese sentido. Tuve la suerte de que empecé a trabajar con grupos de música antigua de primer nivel muy rápido. Y eso fue una enseñanza fundamental. Luego retomé los conciertos con el violín romántico. Su técnica es distinta y el estilo tiene que ser distinto.

-¿Cómo se organiza a nivel práctico?

-Depende de cómo venga la temporada. Hay épocas en que estudio los dos a la vez, paralelamente, y otras en que estoy a lo mejor semanas sin coger uno de ellos. Luego necesito siempre un par de días para volver a adaptarme, porque, insisto, yo los veo como dos instrumentos diferentes. Por ejemplo, en los últimos meses he hecho sucesivamente el Cuarteto para el fin de los tiempos de Messiaen, las Sonatas del Rosario de Biber, la Partita en re menor de Bach, cuartetos de Lutoslawski, el Concierto de Beethoven y luego quintetos de Boccherini. Todo eso exige el doble de estudio, de trabajo, de dedicación, pero así puedo estar en todas las fiestas, que es lo que me gusta.

-Usted es tan habitual de grandes conjuntos europeos como españoles, ¿nuestra situación es tan buena como aparenta?

-Sí, y no solo en música antigua. Hay muchos españoles tocando en grandes orquestas internacionales. De todos modos, es injusto comparar la realidad española con otras que se asientan en tradiciones centenarias. El que es músico en España, sobre todo en ciudades pequeñas, lo es en ocasiones gracias a un acto de heroísmo y muchas veces de inconsciencia. Teniendo eso en cuenta, y viendo la cantidad de intérpretes de primera fila que tenemos hoy, podemos estar muy orgullosos. Ahora también soy profesora, y me estoy dando cuenta de que el talento, la creatividad y la fuerza expresiva que hay en España son extraordinarios. Además las posibilidades de formación han crecido, muchos hemos estudiado fuera y cuando volvemos podemos ofrecer un tipo de formación que se parece cada vez más a la de esos países de tanta tradición, y todo eso tiene que dar frutos.

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