Feria de San Fernando

¿Está la Feria en crisis?

  • Las casetas perciben un menor consumo, a pesar de conservar los precios del año pasado y ofrecer ofertas especiales

La crisis se nota. Es la declaración unánime de los responsables de las casetas, que se encuentran tras la barra cada noche desde que empezó la Feria. En estos tiempos de recesión, el ahorro ha ido formando parte de la vida de los ciudadanos, que aunque no quieren renunciar a la diversión, sí tienden a consumir menos. "Se ha vendido mucho menos que el año pasado" dicen en el Tronío, "no comen, si acaso, compran un pincho o un montadito, en vez de raciones".

Este problema es común al resto de casetas, donde lo más demandado son bocadillos o tapas, como señalaron en Ecce-Homo: "Vienen a comer menos, y con una consumición se llevan media noche". Consideran que los beneficios han disminuido entre un 20 y un 40%, pero se conforman con poder aguantar el tirón con la clientela de otros años, que se mantiene estable. Sin embargo, otros no se conforman: "Esperábamos lo que estamos recibiendo, pero por nuestra parte es poco" apuntaron en la caseta debutante Peña Aires de la Bahía. Los visitantes son, en su mayoría, afines a la asociación o la hermandad que monta la caseta.

Para fomentar el consumo entre los clientes, las casetas han apostado en su mayoría por conservar los precios del año pasado, a pesar del aumento de costes, y poner ofertas especiales como "menús anticrisis" o regalar platos de menor valor con una determinada ración. Este año se ha dedicado un esfuerzo extra a dar a conocer sus precios, colocando carteles y reclamos más visibles en el exterior de la caseta. La mayoría contienen claras menciones a la crisis, desde imitar el eslogan de una conocida cadena de tiendas de electrónica a letreros que anuncian que en esa caseta se sirven "raciones grandes". Algunos simplemente confían en la decoración como su mejor reclamo.

La necesidad se nota incluso a la hora de vender bebidas alcohólicas. Aunque siguen siendo las estrellas de la noche, tampoco se salvan del afán ahorrador de los consumidores, sobre todo de los más jóvenes, que se decantan más por el botellón.

La mayoría de los visitantes opinan que un problema es el tamaño de las raciones, demasiado pequeñas para su precio, y dicen que "ha sido un problema de siempre" que antes se toleraba, pero que en tiempos tan malos ya no se puede hacer frente. También hay quejas sobre los elevados precios de las atracciones. Los padres que montan en ellas a sus hijos reconocen que luego gastan menos en las casetas.

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