La Audiencia Nacional comenzó a juzgar ayer a once presuntos terroristas islamistas -nueve paquistaníes y dos indios- acusados de planear un atentado suicida en 2008 contra el metro de Barcelona que abortó al ser detenidos.

Según el fiscal, pretendían atacar el metro barcelonés para que el líder talibán Amir Baitullah Mehsud pudiese después efectuar "peticiones" y amenazar con otros atentados en caso de que no se atendiesen. La Fiscalía pide penas de entre 9 y 18 años de prisión para los procesados, a los que acusa de pertenencia o colaboración con organización terrorista, tenencia de explosivos y falsedad documental.

El principal acusado, Maroof Ahmed Mirza, rechazó declarar ante el tribunal. La Fiscalía lo considera dirigente del grupo y asegura que eligió el metro de Barcelona para perpetrar el ataque por las dificultades que éste presenta en su acceso a los servicios de emergencia.

Sí declararon otros tres acusados, que negaron haber preparado un atentado. "Un animal no caga donde come", argumentó el paquistaní Qadeer Malik, que vive en España desde hace diez años y quien aseguró tener "más respeto" por el país europeo que por el suyo de origen.

Asimismo, tres de los seis acusados de integrar una célula que colaboraba en la financiación de un grupo salafista argelino, que declararon ayer en otro juicio que se desarrolla desde el martes en la Audiencia Nacional, negaron cualquier tipo de vinculación con el fanatismo religioso. "Los islamistas me cortarían la cabeza a mí el primero, porque no rezo, bebo y tomo droga", afirmó durante la vista Abdelkader Yettou, para quien el fiscal pide ocho años de cárcel. Según el ministerio público, los seis procesados colaboraban en la financiación de la organización terrorista Grupo Salafista para la Predicación y el Combate con pequeños robos y venta de droga en la Costa del Sol.