Crónica personal

pilar Cernuda

El jarrón chino

Aznar siempre ha actuado con superioridad frente a Rajoy. Sigue haciéndolo y es hiriente al criticarlo. Lo correcto sería que trabajase para sacar a los españoles del atolladero y no meter permanentemente el dedo en el ojo de su compañero.

Se adjudica a Felipe González la frase de que los ex presidentes son como jarrones chinos, muy valiosos pero que nadie sabe dónde colocarlos. La historia de España y de fuera de España está plagada de ejemplos de ex mandatarios -no sólo presidentes de Gobierno- que no han sabido acomodarse al prefijo ex; o al contrario, que siendo conscientes de que habían perdido el mando, veían cómo sus sucesores marcaban distancias como si tuvieran miedo a que tratara de inmiscuirse en asuntos que ya les eran ajenos o deberían serle ajenos.

Felipe Gónzalez puede ser ejemplo de esto último; de hecho, sufrió algún mal gesto o mala reacción de Zapatero. Aznar, en cambio, desde el primer momento, tanto cuando el PP pasó a la oposición como cuando Rajoy logró el Gobierno con una mayoría absoluta aplastante, se situó en un plano de superioridad frente a Rajoy que con frecuencia resultó irritante. A pesar de que había sido decisión suya y sólo suya designar a Rajoy sucesor, tanto en la presidencia del partido como candidato a la Presidencia del Gobierno.

Su postura durante los primeros años de Rajoy en la oposición llegó a provocar estupor, sobre todo cuando hacía aparecer a Rajoy como perdedor de unas elecciones que el PP perdió porque Aznar cosechó animadversión multitudinaria por su empeño a apoyar a George Bush en la guerra contra Iraq, por la vanidad exagerada que demostró en sus segunda legislatura y, sobre todo, por la pésima gestión de los atentados de Madrid, días trágicos en los que Aznar todavía era presidente.

Rajoy ha demostrado paciencia infinita ante determinadas declaraciones o iniciativas de Aznar, siempre acudió con buena cara a los campus veraniegos organizado por FAES e incluso ha actuado como si no tuviera noticia de los comentarios adversos al Gobierno que hacía Aznar en conversaciones privadas. El ex presidente, sin embargo, sigue tirando de la cuerda y, sin demostrar la menor lealtad a su partido, ni siquiera teniendo en cuenta el periodo electoral, de nuevo utiliza su verbo más hiriente para criticar a Rajoy.

Cuando la UE pone en jaque a Rajoy -y a España- por el déficit, Aznar saca pecho diciendo que él controló mejor el déficit cuando era presidente. No contento con ese bajonazo, se marca un artículo de opinión en el diario Abc que es una descalificación total a la política económica de Rajoy, mientras él se coloca medallas como si fuera el mejor presidente que ha pasado por Moncloa.

Este país se juega su futuro las próximas semanas, y Aznar debe saber mejor que nadie que los dos partidos con experiencia de gobierno y capacidad de sacar a los españoles del atolladero son PP y PSOE, y que sería una tragedia que Podemos se hiciera con el poder. En ese terreno es donde debería trabajar Aznar, en lugar de meter permanentemente el dedo en el ojo de los que se supone son sus compañeros. O eran sus compañeros.

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