El cuarteto de Manolo Morera y Carlitos Mení consiguió ayer poner al Falla en pie una vez más. Aunque es algo habitual en sus actuaciones, tras un año de descanso y un primer pase que estuvo bien sin grandes aspavientos, los miembros del cuarteto que había ganando las cinco últimas ediciones hasta que decidieron parar necesitaban como agua de mayo la jubilosa despedida que le dispensó el público. "Esto es indescriptible", reconocía Morera, que aseguraba que es una adicto a las tablas del Falla, al Concurso, "todos los sacrificios se olvidan cuando estás ahí y ves a la gente reírse. Eso lo compensa todo. Estamos supercontentos por cómo el público ha respondido al repertorio. Yo creo que algo haremos bien cuando año tras año ponemos a la gente en pie, vamos digo yo. Nosotros venimos aquí siempre con toda la humildad del mundo", aseguraba.

Al preguntarle cómo ve el nivel de cuartetos, esa modalidad que hace uno años algunos decían que se morían, indicó que "yo creo que todos los años hay una competencia grande. La modalidad goza de buena salud. Da gusto ver a los grupos nuevos, a los niños, que son unos artistas y que tienen un arte tremendo en las tablas por ejemplo, vienen pisando fuerte, y eso demuestra que el cuarteto está muy vivo. Goza de una salud impresionante, porque creo que en momentos de crisis social como la que estamos atravesando, la gente necesita olvidar los problemas y reírse mucho".

Morera, que acabó muy emocionado, decía que necesitaba estar sobre el escenario del Falla. Al igual que sus compañeros, que son animales escénicos, sobre todo Carlos Mení, que mientras que Morera hablaba no paraba de hacerse fotos con todas las personas que lo reclamaban. Y es que este cuarteto es todo un espectáculo. El público del Falla lo sabe y por eso le premia como se merecen.