Contento, sonriente y luciendo churrete tras los abrazos y besos que recibió de algunos de sus componentes al término de la actuación de su comparsa, 'La canción de Cádiz'. Entre bambalinas, Tino Tovar reconoció que, a pesar de los nervios, había disfrutado con el pase de su grupo, "y creo que el público también lo ha pasado bien, que al fin y al cabo es de eso de lo que se trata". De pasarlo bien entregando el repertorio al respetable pero también, dándole forma. "He hecho aquello que me ilusionaba, porque es verdad que esto cansa. Estoy cansado y esto a veces se vuelve cansino, pero no lo puedo dejar. El gusanillo está ahí y hay que alimentarlo, así que qué mejor que hacerlo con un proyecto que te ilusione y que no se asemeje a otros anteriores. Lo divertido es eso, poder hacer una cosa y lo opuesto", explicó. 

También se detuvo en explicar el tipo de 'La canción de Cádiz', "una alegoría de un autor de Carnaval que lleva algunos detalles de comparsas mías". Entre ellos,  la guitarra en forma de ala de los angelitos de 'El cielo de Cai', una rama enroscada en el mástil de esa guitarra recordando 'Las estaciones', el pañuelo en el cuello de los comparsistas como ya lucieran el año de 'Juana la loca', y coplas de esa comparsa y de 'La República gaditana' estampadas en las chaquetas. 

A Tovar no sólo había que preguntarle anoche por el estreno de su comparsa, sino también por el pregón del Dios Momo, figura que encarnará el Martes de Carnaval. El letrista confesó que debe aún echarle horas al texto. "Es verdad que estoy muy ilusionado por el hecho de encarnar al Dios Momo y quiero hacer un buen pregón, pero ahora mismo lo tengo un poco aparcado. En estos días quiero ya cerrar definitivamente la comparsa y ponerme  con el texto. Ya tengo amarradas algunas colaboraciones, pero hay que seguir trabajando". 

El autor abandonó la trasera del Teatro Falla recibiendo las felicitaciones de sus comparsistas y de otros compañeros del Concurso. "Estoy muy contento", transmitía sonriente a toda persona que se le acercaba.