José Ignacio Lapido. Cantante

“El escepticismo es bueno hasta para prepararse un ‘gin-tonic”

  • José Ignacio Lapido (Granada, 1962) es uno de los grandes compositores de rock españoles. En 1982 fundó el grupo 091. La unión duró 14 fructíferos años, en los cuales grabaron un puñado de discos que forman parte de la historia del rock. Hace diez inició su carrera en solitario con Ladridos del perro mágico. En Pentatonia Records, su compañía discográfica, han aparecido los dos últimos trabajos. Lapido, además de cantante, es un espléndido e incisivo columnista de Granada Hoy. También escribe guiones para series de televisión.

–¿Qué quiere decir un músico de culto? ¿Maldito quizá?

–Ser un músico de culto significa que la gente va a tus conciertos con cirios y entonando avemarías. Hace falta  fe para sobrellevar eso. 

–Sus seguidores le llaman “maestro”. ¿Otro tópico?

–Ya he escrito algunas columnas sobre el lamentable estado de la enseñanza. Yo soy una muestra de ello. No sé leer música en un pentagrama ni tengo estudios universitarios, ¡menudo maestro! Mis seguidores son muy benevolentes conmigo, pero aún no tengo del todo claro si me gusta que me llamen así o no. A Jesucristo, sus seguidores también le llamaban Maestro, y mire usted cómo acabó: crucificado. 

–¿Se nota la crisis en su profesión?

–Me temo que mi profesión lleva en crisis desde los tiempos del Mester de Juglaría. En esto llevamos una ventaja de siglos. Los músicos siempre hemos estado desamparados socialmente. La gente cree que Iglesias, Bisbal o Sanz son los estereotipos de la profesión. Sólo representan el 0,01%  del gremio. 

–Hay quien dice que los periodos duros vuelven a los artistas más creativos. ¿Y usted?

–Hay algunos estudios que demuestran que en épocas de crisis económicas se hace mejor rock’n’roll. La gran crisis del 29 hizo que cientos de miles de negros de los estados del sur emigrasen a Chicago y a Detroit. Allí electrificaron su blues rural y eso fue el primer paso para que naciera el rock’n’roll. 

–Usted practica el pluriempleo: es un buen cantante, un gran compositor, un magnífico articulista e incluso escribe guiones de televisión. ¿Qué faceta es artesanía y cuál arte?

–Supongo que la música tiene un componente artístico más claro. Lo otro es más efímero y funcional. Una cosa conmueve y la otra entretiene, que no es tarea fácil.  

–¿Qué es más efectivo para expresar el dolor o el desacuerdo: una canción o un artículo en un diario?

–Para el dolor, una canción, sin duda. Para el desacuerdo, las dos formas son válidas, aunque he de decir que el desacuerdo expresado en una columna de opinión es como el derecho al pataleo. Tiene poca o ninguna efectividad real. Y está bien que así sea, porque hay algunos columnistas a los que hay que echar de comer aparte. A mí mismo. 

–¿Cabe extraer alguna ventaja de los malos tiempos?

–Lo bueno de ver el fondo del pozo es que ya sabes que más bajo no puedes caer y además, ya conoces dónde está la salida. 

–Un juez de Granada ha incorporado  versos suyos a un auto sobre un caso de urbanismo feroz. ¿Su música ha sentado jurisprudencia?

–Mi música, por lo que se ve, lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Y es justo y necesario que así sea. Espero que ese auto judicial aparezca en el Aranzadi pronto. 

–Cartografía, su último trabajo discográfico, ha obtenido magníficas críticas. ¿Ha respondido el público?

–En la forma minoritaria en que lo viene haciendo desde hace años, sí. Si se refiere a si se han producido colas en las tiendas del ramo para comprarlo, pues no. 

–Miguel Ríos no para de ensalzar sus composiciones. ¿Qué les une aparte del rock?

–Él es de Granada, yo también. Él estudió en los Salesianos, yo también. Él empezó a grabar en 1962, el año que yo nací. Él es un gran cantante, yo tampoco. 

–El negocio de la música ¿es un mercado impuro?

–Aplicar el concepto de pureza a los negocios se me antoja un tanto temerario. El de la música no es ni más sin menos impuro que cualquier otro. Fíjese en los anuncios de las empresas eléctricas. Cualquiera diría que son unos filántropos, el colmo del cuidado medioambiental. En cuanto te descuidas te la meten doblada. En la industria musical pasa igual. Por eso he hecho mi propio sello para editar mis discos. 

–A veces pongo la radio y me pregunto: ¿Cómo se puede cantar sin voz, con una letra pésima y una melodía de cortar y pegar? ¿Cuál es el truco?

–El truco consiste en que para sonar en las grandes cadenas de radio en España hay que pasar por taquilla. Tienen sus tarifas estipuladas. Si las pagas, todas las demás consideraciones son superfluas. 

–¿El escepticismo es un buen magisterio?

–El escepticismo es bueno hasta para prepararse un gin-tonic. Descreer de las verdades absolutas es sano.

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