El Rocío

Rocieros valientes con Emigrantes

  • Once horas intensas desde la casa de hermandad del Paseo de la Glorieta a Tres Rayas, donde llegaron a las 19:30 para pernoctar Huelva aplaudió el gesto de los rocieros de recorrer la ciudad.

Emigrantes, la valiente. Le decían ayer cuando veían a los rocieros desafiar las inclemencias del tiempo para visitar la ciudad y ponerse en camino, porque saben que van buscando el sol que es Ella, la Virgen del Rocío.

No fue fácil la decisión de recorrer la ciudad en su despedida anual para la romería. Los partes del tiempo no eran buenos, así que la primera intención fue la de suprimirla. Luego, pensando en encontrar un claro en la mañana hasta el mediodía les movió a hacer el recorrido completo, así lo decidió la junta de gobierno que preside Belén Requena, antes de la misa de romeros en la iglesia de su casa de hermandad.

 

 

Un acuerdo complciado pues la amenaza de lluvia estaba ahí. Sin embargo Emigrantes, como recordaba Belén Requena, tiene unos orígenes valientes fundándose en Alemana y en la mañana de ayer también fue valiente.

 

La misa de romero fue el momento elegido por la junta de gobierno para dar entrada como hermano de honor en la nómina de Emigrantes al nuevo alcalde, Gabriel Cruz Santana.

 

Víctor Bermúdez, párroco de la Merced, oficio la misa en la que era lógico pensar en lo que se avecinaba y, por eso, dijo que a todos les alentaba el patrocinio de la Virgen en este camino  y así les deseaba: "Que todo salga bien".

 

Pasada las ocho y media de la mañana se procedía a sacar la carreta que se encontraba cubierta por un plástico para protegerla de la lluvia. Ya en la calle, se entronizó el Simpecado; este año delante llevaba la vara de hermano mayor, dado que nadie accedió a este cargo para la presente romería.

 

Se escuchaban cohetes y tamboriles, mientras el cielo dejaba caer una leve llovizna. Belén Requena delante del Simpecado; Nono Ortiz, alcalde de carreta, pendiente de todo; y Lázaro, el carrero, agarró los estribos de las mulas y Emigrantes se puso en camino en el Paseo de la Glorieta, acompañada por los rocieros de Sabadell.

 

Nada sencillo un día así para los rocieros, pero se escuchaban sevillanas y se arengaba con aplausos y vivas. La primera parte del trayecto se hizo con normalidad climatológica, aunque con una ciudad cubierta por un cielo gris y amenazante, con una mañana fría. Se le dejó abierta la parte frontal de la carreta para que los onubenses pudieran ver la Concha Peregrina. A pesar del inconveniente del plástico, quedaba como recogida e íntima y dejaban vislumbrar el vergel de flores formando la bandera de España con el que José Brioso la había adornado.

 

Se visitaron puntos tan entrañables en el recorrido como las sedes de la Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil. 

 

En  la Catedral les esperaba el obispo de Huelva, José Vilaplana, que despedía a los romeros de Emigrantes y rezaba con ellos la salve.

 

Un caminar que continuó salpicado de vivencias como su paso por la casa de Venancio, donde siempre hay una plegaria con el mayor sentimiento rociero con el que coger fuerza para enfilar la subida de la calle Puerto. Nunca fácil para los animales por los  resbalones y este año mucho más complicado por la lluvia. Llenaron de pétalos de ilusiones juveniles los alumnos del colegio Santo Ángel, con su ofrenda de flores y canciones. A pesar de que todo se hacía este año de forma más ligera para ganarle tiempo a la amenaza de lluvia, no se olvidaron de detalles como la ofrenda de flores en el Monumento a la Inmaculada. Los escolares del Cardenal Spínola salieron al paseo de Santa Fe y esperaron al Simpecado con sus sevillanas.

 

De Quintero Báez la comitiva se dirigía hacia la iglesia del Rocío, ya con algo de lluvia más intensa aunque intermitente. En la avenida de Andalucía les recibieron los rocieros de Huelva; luego pasarían por su calle, la de la Blanca Paloma.

 

En el Polvorín, las hermandades recibieron al Simpecado, y de ahí hasta El Punto, enfrentando la carreta al monumento de la Virgen del Rocío. Junto a la calle Santa Ángela de la Cruz, algunos niños del Colegio María Inmaculada; luego la ofrenda en la Diputación de Huelva.

 

En el Ayuntamiento se estrenaba en esto de recibir a los rocieros como alcalde Gabriel Cruz, deseándole buen camino a los romeros y felicitando a Emigrantes "por corroborar que es una seña de identidad de esta ciudad y una hermandad de puertas abiertas, acogedora y solidaria con la que todos nos sentimos identificados". Tras la ofrenda de flores al Simpecado y la gran petalada desde el Ayuntamiento, el alcalde agradeció a la hermandad que finalmente y a pesar de las adversas condiciones climatológicas, hayan decidido hacer su tradicional recorrido por las calles onubenses porque "han conseguido llenar de Rocío la ciudad, permitiendo a los ciudadanos vivir momentos llenos de significado en lo que se pone de manifiesta que esta hermandad ocupa un lugar preferente en el corazón onubense".

 

En la Plaza de la Constitución, el Coro de Voces del Conquero cantó la Sevillana rociera y la Banda Sinfónica Municipal los despidió con Mi Huelva tiene una ría. Aquí hasta el sol quiso hacer un guiño, pero nada más salir la carreta por la Gran Vía, tras la ofrenda y petalada en la Subdelegación de Gobierno, la lluvia arreció bastante. Era el gran chaparrón que se esperaba y que se adelantó a las 11:30. Así llegaba a la iglesia de la Concepción, donde hubo vivas  del párroco Diego Capado. Se rezó la Salve a la Virgen del Rocío y se invocó a la Amargura, hermana de honor de Emigrantes.

 

La lluvia continuó de manera bastante intensa y así se despidieron de Huelva en la Comandancia Marina, tras el saludo en la Delegación del Gobierno.

Este año el paseo por la ciudad fue bastante rápido y la lluvia restó mucho público, que habitualmente despide a Emigrantes. En la comitiva también se dejó notar, especialmente en que no se pudo disfrutar del colorido de sus carros ni del ambiente de su gente, resguardada  con los toldos de los tractores.

 

Emigrantes siguió la senda marinera de Huelva a la que dijo adiós con las sevillanas del grupo  Quitasueños. Se espera que escampe la lluvia, que no la alegría que tanto contagia ese ambiente de los rocieros de Emigrantes. 

 

La comitiva llegó a Tres Rayas, donde pernoctó con Sabadell y Gibraleón.

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