Misa de romeros

El obispo de Huelva pide a los rocieros que impulsen el cambio de la sociedad

  • José Vilaplana ha oficiado la misa de romeros en el Real de la aldea almonteña. En la Eucaristía las 114 hermandades filiales han renovado su compromiso religioso con la Blanca Paloma.

Domingo de Pentecostés según los cánones con ligeras variaciones en la celebración de la tradicional misa de romeros que, en cualquier caso, no han alterado la esencia de un acto marcado por la solemnidad y la formalidad. Antes de las 10:00 los Simpecados de las 114 hermandades filiales rocieras estaban dispuestos en el altar para presidir la celebración eucarística oficiada por el párroco de Almonte, Antonio Cepeda; el vicario parroquial, Zacarías Gil; los capellanes de las filiales y el obispo de Huelva, José Vilaplana.

El momento de la homilía del obispo llegó tras la lectura del Evangelio de San Juan que narra el episodio de la llegada del Espíritu Santo ante los apóstoles, acompañados de María. Inmediatamente después del saludo protocolario a autoridades y hermandades, un recuerdo a las personas mayores y a los enfermos que estuviesen siguiendo la misa por radio o televisión y recordó con emoción cómo había conocido en una de las salidas de las hermandades a un hombre que pedía a la Virgen por un amigo enfermo. "Me impresionó", confesó ante los romeros; "sé que vuestros corazones vibran con estos sentimientos". Fue la primera referencia de Vilaplana al auténtico espíritu que debe presidir los actos de los rocieros, más allá del carácter festivo de la romería. "Esta fiesta no nos permite quedarnos en la mediocridad, sino que nos abre horizontes amplios y metas elevadas", advirtió al tiempo que recordaba que "no podemos olvidar que tenemos la misión de anunciar la alegría del Evangelio, no podemos guardarnos para nosotros solos esta alegría, tenemos la obligación de contagiarla".

"La participación en esta fiesta nos hace pensar en los que se sienten solos, en los que sufren por estar en paro, sobre todo en los jóvenes, en los que han perdido su autoestima", añadió, para afrontar a renglón seguido la problemática de la crisis económica que atraviesa España, pero sobre todo "la crisis moral" que padece la sociedad, que fueron objetos principales de las palabras que el obispo dirigió a los presentes, en las que defendió la importancia de la fe católica para buscar "una salida".

"Podemos cooperar en nuestro mundo para la apertura de nuevos caminos que nos conduzcan a una sociedad más moderna, más fraterna y más humana", animó, "una humanidad nueva con la ayuda del aliento del Espíritu Santo". "Las situaciones difíciles", continuó el obispo, "requieren de hombres y mujeres llenos del amor que el Espíritu Santo derrama sobre nosotros, el amor de Dios que nos hace santos", mientras recordaba en este sentido las palabras de Juan Pablo II, "el papa rociero, el papa santo", a la hora de  pedir a los presentes, "rocieros, sed santos para renovar el mundo".

Fue este uno de los momentos más significativos de una jornada que comenzó con miles de romeros, desde niños a ancianos, en respetuoso silencio bajo el sol, siguiendo todas y cada una de las partes de la liturgia pentecostal. En este año 2014, la misa destacó por contar con la música del Coro de la Hermandad Matriz de Almonte, que estrenó para la ocasión una misa compuesta original repleta de sevillanas, fandangos y otros cánticos vinculados al mundo rociero, como señaló al finalizar el acto religioso el presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales: "El canto del coro de la hermandad ha sido protagonista de esta misa de Pentecostés, con letras muy acertadas, conservando absolutamente la liturgia y recuperando y recordando canciones de siempre, muy en la tradición rociera y de Almonte". También valoró Reales las palabras del obispo como "llenas de contenido" y coincidió con él en que "el mundo rociero no puede ser ajeno a las circunstancias de las personas que están sufriendo".

Fue precisamente el presidente de la Matriz de Almonte el encargado de dar la bienvenida "a la gran celebración del Espíritu Santo, que cubrió las entrañas vírgenes de María y resucitó a Jesús" y recordó que el pueblo de Almonte  fue llamado para celebrar Pentecostés en el mismo lugar donde también un 8 de junio, pero de 1919, fue coronada canónicamente la Virgen del Rocío.

Las 114 hermandades filiales fueron llamadas tras la homilía a renovar su compromiso rociero en el acto de ratificación de la fe, durante el que los presidentes y hermanos mayores de las filiales pasaron ante el libro de reglas y tras el que se pidió protección para todo el "movimiento mariano rociero".

La misa de romeros finalizó tras las peticiones y la comunión con el estruendo de los cohetes y el repique de las campanas de la ermita en la que esperaba la Virgen del Rocío el momento más intenso de la romería: el salto a la reja.

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