Hermandades y casas particulares se afanaban ayer en realizar los preparativos para recibir a la Virgen del Rocío en su recorrido por la aldea almonteña el Lunes de Pentescostés. Las filiales hacían su presentación ante la Blanca Paloma, mientras crecía el ambiente y el jolgorio que caracteriza está romería que concentra cada año a miles de personas.

Para la mayoría de las hermandades atrás había quedado el camino (salvo Triana que hace su presentación nada más entrar en la aldea) y por la mañana se disponían a esperar la hora del salto de la reja en medio de un ambiente festivo, aunque marcado por las inclemencias  del tiempo. A media mañana, la aldea era un bullicio alrededor de la ermita y de la plaza de Doñana donde confluían carretas, carros, caballistas y romeros a pie para rendir honores a la Hermandad Matriz de Almonte. El viento se dejaba notar y las nubes no amenazaban lluvia.

En la Hermandad de Villarrasa reinaba la traquilidad después del percance durante el camino con el vuelco de la carreta debido a la rotura de un eje. Como relata su hermano mayor, Pedro Medina, afortunadamente todo quedó en un susto y no hubo que lamentar ningún daño personal. Después de realizar las reparaciones oportunas, la hermandad pudo hacer la presentación con la carreta siniestra, aunque dos de sus varales han quedado deteriorados. El Simpecado de Villarrasa es el único que tiene la imagen de la Virgen vestida de Pastora, y lo será de por vida, ya que la Hermandad Matriz no permite que se represente a la Patrona almonteña si no es de Reina.

A mediodía, en la Hermandad de Punta Umbría los preparativos para pasar la jornada en un ambiente de convivencia se desarrollaban sin prisa pero sin pausa. La nueva junta de gobierno, que presidente Carmelo Hernández, se encarga de todo al carecer este año de hermano mayor.

La hermandad también tuvo un pequeño percance durante el camino que no tuvo mayores consecuencias. El eje de la carretera del Simpecado resultó dañado por lo que fue necesario cambiar de carretera para llegar hasta la aldea. La hermandad puntaumbrieña recuperó momentáneamente la que en su día ofreció a la Montemayor.

Un trasiego de personas registraba ayer la Hermandad de Valverde del Camino, que este año ha peregrinado a la aldea con un menor número de romeros que en ocasiones anteriores, como ha ocurrido en la mayoría de las hermandades. Buena parte de este descenso se debe a la crisis, y se traduce también una disminución de los alquileres de las casas y en la bajada de los precios de éstas.  

Sin embargo, en  la casa hermandad no se notaba la diferencia. Su hermana mayor, Begoña Sevillano, recordaba el aguacero que cayó en la aldea que hizo que los hermanos que se encontraban en el patio de la casa hermandad tuvieran que refugiarse en sus habitaciones.

El mal tiempo en los primeros días de la romería y la continua amenaza de precipitaciones es el comentario generalizado entre los romeros, lo que ha restado también opulencia al ambiente típico de esta celebración romera. El frío durante la noche se ha traducido en cierto recogimiento en la aldea y en el intercambio de visitas entre los grupos y peñas rocieras.

Esto no ha restado, no obstante, ni un ápice de confraternidad en la Hermandad de Palos de la Frontera, que en esta estrena carreta. Su hermano mayor, Carmelo Picón, recuerda algunos de los momentos inolvidables vividos durante la peregrinación como en encuentro en el paraje de Gato de la hermandad con las de Isla Cristina, Ayamonte y San Juan del Puerto, que celebra los cien años de su creación.

También tiene aún en su mente las vivencias en el Charco, donde se produce el bautizo de los nuevos romeros, y el paso de la carreta por el arroyo.

Picón espera ya la visita de la Virgen al Simpecado palermo, que será la culminación de todo un año de trabajo como hermano mayor y por ser unos de los momentos más gratifican tes. Esta vez la visita de la Señora se adelanta y será alrededor de las ocho de la mañana si se cumplen las previsiones.

La hermana mayor de Emigrante, Rocío Méndez, llena de júbilo con su juventud la casa hermandad, donde se registra un continuo ir y venir de hermanos  y rocieros en general.

La jornada de confraternización del viernes tras el camino y la llegada a la aldea el jueves condensaron, según la hermana mayor, uno de los instantes más entrañables al sentirse arropada por toda su familia y los hermanos. Las imágenes de la salida de Huelva, cuando entregó el Simpecado, y la llegada a Tres Rayas también se agolpan aún en su mente. Segura de sí misma,  explica que no le ha resultado difícil conducir a la hermandad hasta la aldea, pero se muestra sorprendida de lo "bonito" que ha sido.

Ahora, tras la presentación de la hermandad, Rocío Méndez espera con impaciencia ese momento mágico como es el encuentro con la Blanca Paloma, un instante que esperan también los miles de peregrinos que llenan estos días las calles de la aldea.

Por la noche, El Rocío comenzaba a tomar su color peculiar en vísperas del salto, las hermandades hacían sus convivencias en sus casas, así como en las viviendas particulares donde algunos decidían descansar para reponer fuerzas y poder asistir a los actos que se prolongan hasta la madrugada cuando la Virgen salga en procesión sobre las arenas de la aldea.

El Rocío es devoción pero también es algazara, alegría, exaltación, entusiasmo. Al final los caminos convergen y la romería se convierte en una fiesta alumbrada por el baile y el cante, hermanados con un rebujito o cualquier otro refrigerio. La devoción tiene su máxima expresión nada más que la Blanca Paloma se asoma por el dintel del santuario a hombros de sus hijos los almonteños. En ese instante la explanada se convierte en el centro de la romería más universal de cuantas hay. A partir de ahí, comienza la cuenta atrás para la próxima celebración romera en las marismas almonteñas.