La clausura del XVIII Congreso Mariano Internacional en El Rocío, el 27 de septiembre de 1992, supuso "la consagración de la importancia de la devoción rociera en el seno de la iglesia con el reconocimiento de 700 años de la historia del Rocío, que con este acto recoge los frutos de la cosecha sembrada a lo largo de todos estos años". Estas eran las palabras del presidente de la Hermandad Matriz, Ángel Díaz de la Serna.

Se celebró un acto grandioso con un altar levantado en el mismo paseo, con el fondo de las marismas sobre las que quedaban estampados los simpecados de las distintas hermandades rocieras.

Sus majestades los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, acompañados de la condesa de Barcelona, visitaron primero a Nuestra Señora del Rocío para incorporarse a la celebración religiosa, a la que acudieron, entre otras autoridades, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves; el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido, y el alcalde de Almonte, Francisco Bella.

La eucaristía fue presidida por el cardenal legado Martínez Somalo y concelebraron más de doscientos obispos y sacerdotes. En su homilía dijo que "Andalucía es tierra de María Santísima" y que "la devoción a la Virgen que aquí hunde sus raíces se extiende como un frondoso árbol por naciones del otro lado del atlántico". Martínez Somalo destacó la figura de la Virgen como "fuente de gracia, fuente de vida, fuente de misericordia y fuente de salvación". El nuncio apostólico, el cardenal Mario Tagliaferri, leyó un mensaje del Papa Juan Pablo II que se unía a este acto de los congresos internacionales que se habían celebrado en la ciudad de Huelva. Se unía "espiritualmente al sentido homenaje a la Virgen María, Estrella de la Evangelización, a la cual los fieles de esta región, a través de las generaciones, habéis profesado una filial devoción, expresión de vuestra gran fe y profunda piedad". En su mensaje, el papa reconoció la importante participación de "los hijos de esta tierra" en la gesta del Descubrimiento y Evangelización de América.

Un verdadero estallido de cariño popular a los pies de la Virgen del Rocío puso un brillante colofón a los Congresos, que convirtieron a Huelva en la capital Espiritual del 92.