El Rocío

Emigrantes, contra viento y marea

  • La aparición de la lluvia y la bajada de las temperaturas no frena la ilusión de la primera hermandad capitalina en salir a El Rocío. La 'Salve marinera', un momento para recordar.

Ni la lluvia ni el descenso de las temperaturas pueden con Emigrantes. La hermandad capitalina, filial 38 de la Matriz de Almonte, inició ayer su camino hacia la aldea con un escenario distinto al habitual. Pero la ausencia de sol no restó ilusión a los 2.700 peregrinos que se despidieron de Huelva por sus calles. La comitiva romera fue menos numerosa que en años anteriores pero tampoco los efectos de la crisis menoscabaron la fe con la que emprendió la peregrinación.

El alcalde Pedro Rodríguez recordó a las puertas del Ayuntamiento que Emigrantes tiene "una personalidad especial", que hace de ella una de las hermandades "más emblemáticas" de cuantas hacen el camino cada año. Ese carácter especial se notó ayer una vez más. Aunque tampoco hubiera tanto público a su paso como en salidas anteriores. Esta vez tenía de su parte también el impulso de la juventud de su hermana mayor, Rocío Méndez, llevando el Simpecado hasta la aldea almonteña con sólo 17 años. Dando ejemplo de devoción y refrendando el marchamo rociero de su familia, con estirpe en el cargo.

"La ilusión y la devoción hacen más que la juventud", aclaró Rocío Méndez a este diario, apartando los prejuicios de la edad. Con responsabilidad y la seguridad de las cercanas experiencias de su madre, Josefa Pérez (2007), y de su abuela, Francisca Hurtado La Paca (2010), la hermana mayor siguió apoyándose en la familia al confiar el camino al carrero, Lázaro Pérez Hurtado, su tío: "Quiero que lleves y traigas al Simpecado como haces siempre".

El término de la misa de romeros en la casa hermandad del Molino de la Vega, con las salvas de cohetes, dio paso al inicio de la marcha. Un incidente veterinario con un mulo de uno de los carros retrasó ligeramente la salida, recuperando tiempo después en el desfile por las calles, donde Huelva empezó a sentirse más rociera en este año de tanto significado.

La Policía Nacional hizo su particular tributo al Simpecado en la Comisaría como hermano mayor honorario. Hasta el propio comisario, Antonio Placer, y su esposa vivieron personalmente con intensidad el paso de Emigrantes, de la que son hermanos. El coro de la Hermandad de la Cena, como el pasado año, cantó la Salve en ese punto.

Otro cuerpo de seguridad, el de la Guardia Civil, también cumplió su rito anual con la hermandad rociera. Su coro acompañó la ofrenda floral con una sevillanas de composición propia, En mi puerta está Emigrantes, a lo que se unió la entrega de la bandera de España y la enseña de la Benemérita para portar durante la romería.

Las gotas de lluvia que aparecieron en la salida se multiplicaron desde ese momento, con una tregua antes de llegar al momento cumbre de la Gran Vía. Previo fue el rezo de la Salve en la Catedral, con el director espiritual de la hermandad, Daniel Valera. Y otro de los grandes momentos para Emigrantes: el paso por el inicio de la calle Puerto y la casa de Manuela Guillén, fiel rociera que dedica cada año una particular plegaria con la suelta de dos palomas con los lazos de las dos peregrinaciones capitalinas.

El paso de la hermandad estuvo acompañado en todo momento de ofrendas florales particulares y cánticos de colegiales, muestra de fervor de muchos hermanos que no pudieron tomar la salida este año, frenados por la crisis. Detrás del Simpecado, alrededor de dos centenares de personas peregrinaban a pie, quizá síntoma también de la coyuntura.

La llegada a la Gran Vía tuvo parada previa en El Punto, con la ofrenda al monumento a la Virgen. A partir de ahí, el protocolo de las autoridades. En la Diputación, su presidente, Ignacio Caraballo, destacó del Rocío la "proyección que hace de la imagen de la provincia dentro y fuera del país". Lo hizo acompañado de la hermana mayor de Chucena en 2014, Gloria Peter, una mujer nigeriana que descubrió El Rocío hace 15 años.

En el Ayuntamiento, el habitual baño de masas para las hermandades rocieras, materializado en la tradicional petalada en la fachada, vistosa y colorida, junto a la ofrenda del alcalde.

La Subdelegación del Gobierno tampoco faltó a la cita en la Gran Vía, ni posteriormente la Delegación de la Junta, en un momento especial para el delegado, José Fiscal, reconocido rociero, poco antes hacer el camino con la Matriz por cuarto año consecutivo. Por primera vez, a petición de Emigrantes, se hizo entrega de una bandera andaluza, que acompañará ahora cada año a la hermandad en la romería: "Lucid esta bandera con el máximo orgullo en El Rocío", les dijo.

Con gran puntualidad se llegó a la Comandancia de Marina, cita obligada para el público, preludio de la despedida de la ciudad y momento emotivo por el canto de la Salve marinera. El de ayer, muy especial para Luis Elvira, comandante que cambia de destino después de muchos años en Huelva y de ofrendas rocieras: "Mi corazón seguirá ligado a esta hermandad donde quiera que esté".

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