El Puerto

Cuando la vida da otra oportunidad

  • Una asociación local proporciona trabajo a drogodependientes rehabilitados recogiendo de forma gratuita muebles usados, que luego reparan y ponen a la venta · Ya han contratado a seis personas

Tras siete años en centros de rehabilitación, Alejandro asegura que salió "siendo un hombre nuevo". Allí superó su adicción a la cocaína y a la heroína, y se marcó el objetivo de hacer más fácil a los demás el tortuoso proceso de abandonar el mundo de la droga. Para ello creó la asociación El Caminar y Vida, que actualmente da empleo a seis personas rehabilitadas y cuenta con dos establecimientos de cara al público, así como tres furgonetas que utilizan en el trabajo diario.

Pero no ha sido una evolución sencilla. Con la idea en mente, se endeudó para adquirir el primer vehículo y "con mucho esfuerzo y trabajo, y repartiendo folletos por todos lados", constituyó la asociación y comenzó a hacerse un nombre. El sistema era sencillo: recogía a domicilio, y de forma gratuita, los muebles que le sobraban a la gente. Posteriormente, los reparaba y los ponía a la venta. "Como nunca hemos tenido una subvención, todo lo recaudado lo invertíamos en mejorar, comprar coches y pagar la gasolina", asegura Alejandro. Así, el siguiente paso fue alquilar un local que sirviese como tienda, situado en la calle Carmen Pérez Pascual, antigua Santa Clara, número 8. El secreto residía en "acudir a las llamadas puntualmente y comportarse en las casas con seriedad y educación".

Poco a poco, con mucho sacrificio, las actividades de la asociación se fueron diversificando. En general, la idea era "recoger todo aquello que la gente pueda tirar a la basura y que tenga algún uso", no únicamente muebles y electrodomésticos. Todo con el objetivo de dar trabajo y ayudar a toxicómanos, alcohólicos y ludópatas, no sólo a salir de sus adicciones, sino a que "no se sintieran aislados por el resto de la sociedad, que tengan un empleo y un sueldo". Además de la recogida, se realizan ya trabajos de porte, mudanza, pintura, limpieza y desalojo de inmuebles.

El otro punto fuerte de financiación de la asociación, con el que, "a duras penas, haciendo malabares", intentan sufragar sus actividades, es la venta de ropa de segunda mano. Para ello, alquilaron un local, situado en la calle Cielo, número 91, en la que venden toda clase de ropa a precio muy reducido. La dependienta de la tienda, Laura, que tiene su propio trabajo y colabora de manera altruista, explica que "algunas prendas vamos a recogerlas a domicilio, pero la mayoría son donadas directamente aquí". Para este fin, también hay repartidos un total de seis contenedores por distintos barrios de la ciudad, como La Palma, Vallealto o el Poblado Naval, recipientes amarillos que están a disposición de cualquiera para depositar la ropa sobrante.

En horario de mañana y tarde, la tienda vende todo tipo de prensas, cuyos precios oscilan entre uno y cinco euros por regla general, excepción hecha de otros objetos más costosos, como los artículos de bebé o las cortinas. Laura señala que "con la crisis, se nota que hay gente que ahora compra y que antes no tendría que venir aquí", ya que, afirma, "con poco dinero puedes llevarte una bolsa llena de ropa".

No obstante, pese a que la asociación ha podido salir adelante, todavía quedan muchos proyectos que llevar a cabo, por lo que actualmente se encuentran buscando colaboradores "que puedan echar una mano". El más inmediato y ambicioso de los planes es, sin duda, el de la creación de un centro de rehabilitación, en el que se organizarán talleres para que los internos adquieran habilidades que les permitan desenvolverse en el futuro.

Ese es el sueño de Alejandro, tener la posibilidad de brindar a los demás una segunda oportunidad en la vida, la misma que él aprovechó. Porque, según narra, se enganchó con 16 años, y vivió toda su juventud atado a una adicción. Durante ese período, pasaba las horas "en la parte alta de Santa Clara, dándole el agua a los camellos". Ahora, con los 32 ya cumplidos, en el extremo opuesto de la misma calle, donde está la sede de El Caminar y Vida, se dedica "a ayudar a los demás a salir del infierno de la droga". Probablemente no haya mejor guía que el que ya ha recorrido ese camino.

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