Tribuna Económica

Carmen Pérez

Sin billetes ni monedas

La autora Carmen Pérez analiza como desde siempre algunas películas han tratado de imaginar cómo sería la sociedad en fechas futuras concretas, y resulta curioso analizar en qué medida han acertado.

DESDE siempre algunas películas han tratado de imaginar cómo sería la sociedad en fechas futuras concretas, y resulta curioso analizar en qué medida han acertado. Ya está cerca 2019 y en Los Ángeles no habrá replicantes o patrullas aéreas vigilando las calles, como se vaticinaba en la película Blade Runner. Y seguramente tampoco se pagará con dinero en efectivo en los restaurantes callejeros, como sí se hace en el que Rick Deckard (Harrison Ford) degusta unos tallarines mientras un dirigible futurista vocea sobre una nueva vida en las colonias del Mundo Exterior. Su director, el británico Ridley Scott, se equivocó también imaginando que el dinero físico seguiría utilizándose en el futuro. No es ciencia-ficción, los billetes y monedas tienen los días contados. En Dinamarca incluso ya le han puesto fecha límite: el año 2030.

Por una parte, se están dejando de emitir los billetes de más valor. EEUU, por ejemplo, eliminó los billetes de 1.000 y 500 dólares, y el BCE lo hará en 2018 con los billetes de 500 euros. Algunos no lo notaremos, la mayoría de la población nunca ha visto un Bin Laden, nombre con el que se le conoce popularmente. En principio, esta decisión se toma para luchar contra las actividades delictivas y la economía sumergida. Pero se intuyen otras razones, como la de entorpecer la opción de almacenar dinero en casa en vez de depositarlo en el banco pagando por él. En esta línea, los bancos también presionan contra los molestos y costosos billetes al cobrar comisiones por los ingresos de efectivo y ofertar menos cajeros.

Por otra parte, particulares y empresas están suprimiendo progresivamente los pagos con dinero físico, y utilizan en su lugar transferencias on-line, tarjetas, entidades de pago o el mismo móvil. Lo más reciente es el desarrollo de las tecnologías NFC, que se insertan en móviles y tarjetas, permitiendo pagos pequeños y rápidos que se activan cuando el chip se coloca cerca del lector. Así, en los adelantados países nórdicos, el 95% de las compras al por menor se hacen sin dinero, desde caramelos a donaciones en las colectas de la Iglesia. Hasta la promesa "todos los pueblos y ciudades de la UE tendrán wifi gratis en el año 2020", que el presidente Juncker hizo hace unos días en su discurso sobre el Estado de la Unión, parece diseñada para hacer posible que este efecto pueda extenderse por toda Europa.

Todo parece converger en este cambio: la tecnología lo posibilita, las instituciones públicas y financieras lo propician, el ciudadano, por comodidad, acepta. Y nuevas películas aventurarán sus consecuencias. Los rastros electrónicos permiten reconstruir los pasos diarios de todo comprador, no sólo sobre qué ha comprado y cuánto ha pagado sino en qué momentos y lugares ha estado, y esta información podría ser utilizada por gobiernos o empresas para controlar, manipular o chantajearlo. Nuevas criptomonedas para dar cobertura a las actividades ilícitas, pobres excluidos financieramente, o la vuelta al trueque por grupos rebeldes: con la desaparición de billetes y monedas, los visionarios cineastas tienen tarea, y seguro que verán, como el replicante Roy Batty, cosas que nosotros nunca imaginaríamos.

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