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Tribuna Económica

Joaquín Aurioles

Viento cruzado para la economía andaluza

LA nueva entrega de la Contabilidad Regional de Andalucía muestra un crecimiento de medio punto durante el segundo trimestre y 2,8 en los últimos 12 meses, lo que supone una ligera moderación en tasa anual, pero manteniendo el tono general de actividad incluso por encima de las previsiones de finales del pasado año. También ha crecido el empleo en tasa anual (0,9%), aunque a un ritmo tres veces inferior al de la producción (PIB), lo que significa que la mayor parte del crecimiento se está consiguiendo a base de mejoras en la productividad.

Con la crisis de 2008 a la economía andaluza se le acumularon los problemas, hasta el punto de que sólo parecían tener cabida en un ambicioso programa de reformas estructurales, que se presentó en sociedad bajo el seudónimo de "cambio de modelo productivo". Había que corregir, entre otras cosas, el deterioro de la productividad durante los años del boom inmobiliario, impulsar la apertura al exterior de la economía y la revisión del sistema de bienestar. Puede que por las dificultades financieras de la Junta de Andalucía, o quizás porque nadie sabía bien cómo llenarlo de contenidos, lo cierto es que el comprometido programa de reformas nunca llegó a conocerse.

Se ha preferido, puede que con buen criterio a corto plazo, instalarse en la inercia de la economía española, lo que obviamente la condena a mantener en el futuro su condición de periferia y los fundamentos básicos de su economía (debilidad del sector privado, intervencionismo, dependencia financiera, recursos infrautilizados y base productiva excesivamente ligada a recursos naturales y con escasa capacidad manufacturera). Una elección discutible que, sin embargo, está permitiendo corregir el diferencial de productividad, impulsar la extroversión de su economía y ajustar el tamaño del sector público a su verdadera capacidad financiera.

Tras una década de excesiva acomodación a la fortaleza de la demanda regional, la crisis forzó a las empresas andaluzas a buscar fuera los mercados que se habían cerrado en el interior. Durante el primer semestre, las exportaciones crecieron un 6,1% en tasa anual, frente al 4,9% de las importaciones, por lo que el sector exterior ha vuelto a comportarse como contribuyente neto al crecimiento del conjunto de la economía. Más discutibles son los fundamentos de la corrección en la productividad, sobre todo entre 2008 y 2013, cuando la destrucción de empleo era la causa fundamental de la ganancia. Desde 2014, sin embargo, la mejora de la productividad viene acompañada de aumentos tanto en la producción como en el empleo. El gran dilema sigue planteado en torno a la sostenibilidad del sistema de bienestar. El esfuerzo de la Junta de Andalucía por mantenerlo no ha conseguido sortear el dictado de la Ley de Wagner, según la cual la elevada elasticidad demanda-renta del gasto público determina que en periodos de bonanza económica el sector público asuma responsabilidades que en periodos de dificultades sólo se pueden mantener a base de una presión fiscal asfixiante, lo que inexorablemente desemboca en la necesidad de una corrección severa del conjunto del sistema.

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