Tribuna Económica

Joaquín Aurioles

Temperatura financiera y Gobierno en funciones

Tres noticias recientes sobre la deuda pública española invitan a pensar que están ocurriendo cosas extrañas: La colocación de 18.549 millones en junio, con el 40% con interés negativo y la prima de riesgo llegando a estar bajo los 100 puntos básicos.

TRES noticias recientes sobre la deuda pública española invitan a pensar que están ocurriendo cosas demasiado extrañas. La primera, que tras la colocación de 18.549 millones de euros en el mes de junio, la deuda pública española ya es mayor que el Producto Interior Bruto (100,9%). La segunda, que el 40% de la deuda emitida hasta ese momento ha sido con interés negativo. La tercera, que la prima de riesgo ha conseguido rebajar puntualmente la barrera de los 100 puntos básicos. Podríamos añadir una cuarta. Si hasta ahora la rentabilidad negativa sólo ocurría con los títulos de deuda a corto plazo, a finales de julio España consiguió colocar bonos a tres años al 100,94%, es decir, entre inversores que han pagado 100,94 euros por valores que reembolsarán por 100 euros a su vencimiento, dentro de tres años. ¿Por qué lo hacen? Obviamente porque confían en el emisor, porque el Tesoro compromete el pago de un cupo del 0,25% anual, que reduce la diferencia, aunque no del todo (quedaría en -0,19), y porque es una alternativa preferible a otras de riesgo similar. A pesar de ello, sigue siendo algo muy extraño, sobre todo porque todavía se recuerdan las dificultades de financiación en 2012 y el vértigo de la prima de riesgo por encima de los 600 puntos básicos, pero también porque tan excepcionales condiciones podrían estar infravalorando el riesgo del descontrol de las finanzas públicas españolas durante 2015.

El culpable es el Banco Central Europeo (BCE) y su política de facilidades monetarias, corregida últimamente con penalizaciones a los bancos especuladores que pervierten los estímulos a la economía real mediante operaciones de carry-trade. Consisten en tomar dinero gratis del BCE y colocarlo en deuda pública rentable, embolsándose la diferencia sin riesgo alguno. Los inversores saben que tanto el cobro como los tipos de interés reducido están garantizados durante un tiempo, así que mientras han podido han practicado el carry-trade y han ganado mucho dinero y de forma muy fácil. Pero el precio de los bonos aumenta con la demanda, lo que explica, aunque no deje de ser extraño, que haya llegado a situarse por encima del 100% de su valor nominal, convirtiendo su rentabilidad en negativa y abriendo algunos interrogantes acerca de hasta dónde se puede llegar y cuáles pueden ser los riesgos.

Los tipos negativos reducen el atractivo de la deuda pública y corporativa en beneficio de inversiones de mayor riesgo. Según algunos analistas, el techo podría estar en torno al -0,4%, que es el tipo de facilidad de depósito en el BCE (el que cobra a la banca privada por sus depósitos a muy corto plazo), pero es evidente que la presión especulativa (burbuja) derivada de las inyecciones de liquidez desde el BCE a lo largo del último año ha contribuido decisivamente al aumento de la temperatura financiera en España a lo largo del verano. Es de suponer que alguien estará examinando detenidamente la situación y sus riesgos, aunque también es probable que, después de ocho meses de gobierno en funciones y en permanente tensión electoral, tenga dificultades para encontrar algún interlocutor político responsable.

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