El periscopio

León Lasa

Lo petaremos

En 2050 habrá un trabajador en activo por cada dependiente, algo verdaderamente insostenible. Tal y como está montado, el sistema petará

NO sé si de manera interesada o no, pero lo cierto es que la repetición de determinadas noticias, de determinados datos, el sesgo informativo que normalmente se da a algunas estadísticas, todo ello, digo, hace que en ocasiones se nos haga difícil ver realmente el calado de ciertas realidades. De un tiempo a esta parte, ante el innegable aunque tímido repunte de la economía, se reitera que el paro, por fin, el principal problema para la mayoría de los españoles, comienza a remitir. Y lo que aún parece mejor: continuará descendiendo con fuerza durante los próximos años hasta situarse en un, hoy, increíble 8% alrededor del año 2025. No se insiste lo suficiente -y sé que resultamos cansinos en este aspecto- en que el empleo que se crea es de baja calidad, precario, y de que pocos padres lo querrían para sus hijos. También sabemos que con el triunfo aplastante del neoliberalismo, de ese regalo emponzoñado llamado globalización, es probable que sea el mal necesario que nos merecemos. A cambio, sí, podemos elegir entre cien marcas de yogures en el supermercado. Año tras año las rentas del trabajo, de los asalariados, disminuyen su participación en la tarta de la riqueza nacional a pesar de que el número de cotizantes aumente: hagan la regla de tres, porque si eso es así, otras rentas, en cambio, sí que siguen incrementándose, aunque sus titulares disminuyan.

El desempleo va a bajar intensamente en los próximos años en gran medida por un motivo preocupante: el inexorable envejecimiento de la población española. Las cohortes de jóvenes cada vez son menores, más estrechas. Según el reciente Informe de la CEOE sobre el envejecimiento de la población española y sus efectos en el mercado laboral, el número de personas englobadas entre los 16 y 65 años descenderá en más de un millón de aquí al año 2025. Hasta aquí la buena noticia. La mala, económicamente hablando, es que los mayores de 65 años aumentarán en un millón setecientas mil personas. El resultado se lo puede imaginar un niño de diez años: la tasa de dependencia, la ratio entre quienes trabajan y quienes no, continuará debilitándose hasta rozar lo verdaderamente insostenible: un trabajador en activo por uno dependiente hacia el año 2050. Da igual, a efectos contables, que los desocupados lo sean por desempleo o por jubilaciones del tipo que sean; más allá de la ilusión estadística que puede producir preconizar una tasa de paro del 8%, si la población dependiente aumenta exponencialmente, los problemas contables continuarán agravándose. Y lo más preocupante: en un cuerpo electoral donde hay casi nueve millones de pensionistas, ningún político se atreve a decir la verdad del barquero: tal y como está montado, sin profundas y dolorosas renuncias, el sistema petará. PS.: La deuda pública catalana a largo plazo es rebajada por Moody's a la condición de bono basura, sin tener en cuenta lo maravillosa que luce la estelada en determinadas manifestaciones de fervor popular.

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