El poliedro

José / Ignacio Rufino

La economía de Podemos, ojo

Los ortodoxos se alarman ante las propuestas de Podemos, que ignora la "competitividad" y propone gasto y gasto.

LA estrella preelectoral de la semana ha sido el programa económico. En concreto, el programa de Podemos, que causa tremenda urticaria en la prensa especializada: inviable, insostenible, demagógico, peligrosísimo y otras advertencias nos hacen peritos y especialistas. Antes de esbozar brevemente sus rasgos maestros, referiremos algunas de las consecuencias negativas que se asegura que las medidas que plantea la coalición morada acarrearían a la economía española: sobredimensión del gasto público que implica reducción del ahorro y la inversión, parálisis del consumo y los ingresos públicos, multiplicación del paro y los subsidios, déficit rampante y quiebra del sistema de pensiones, gran exposición ante una eventual nueva desaceleración, sanciones comunitarias por indisciplina fiscal, quedar fuera de la Eurozona. Según los vates de tal apocalipsis, que asolaría España en no más de cinco años, el programa de la Coalición de la Izquierda Radical que gobierna Grecia es socialdemócrata comparado con el de Podemos (por cierto, en otro ataque de adanismo propio de Podemos, en este caso por boca de Errejón, ahora resulta que "la socialdemocracia y el comunismo son cosas del pasado", o sea, "a mí no me encasilles que yo juego a todas las barajas, incluida la que le arrebato al PSOE". Qué astuto, oye.)

¿Qué quiere hacer Podemos con la economía? Filosóficamente, su objetivo se puede captar por sus rasgos: su programa no menciona ni una sola vez la palabra "competitividad" (en la práctica, al menos hasta ahora, bajada de los salarios). Sin embargo, la palabra "gasto" es la esencia misma del programa, que no para de aludir al mismo. Se pretende incrementar contundentemente el gasto público, con la esperanza de ver a Dios un día... uy, perdón, con la esperanza de que ese flujo nutra y dinamice a la economía y al empleo, y que tal reacción compense el esfuerzo presupuestario de gastar más de lo que (de momento) se ingresa. Mucho más: 96.000 millones de gasto público extra en cuatro años. Para cuadrar el presupuesto, hace falta que surjan ingresos en esa cuantía, y el Excel lo aguantan todo: se estima que el PIB crecerá en esa misma cantidad o algo más. Es el sector público el artífice de tal ecuación (recuerdo las palabras de mi tío Salvador: "El despiporre del contable es el cuadre", también el del presupuestador). Se garantizará una renta vital a cualquier persona sin ingresos, lo que cuesta al año 8.000 millones extra (más o menos el 25% que todo el presupuesto de la junta de Andalucía). Los recortes realizados en política social por el PP (educación, sanidad, dependencia) serán revertidos, y en estas partidas se gastará, además de tal reversión, más aún. Se reavivará la inversión en infraestructuras públicas y en la transición energética hacia renovables. Además: Bankia y BMN lideran la banca pública. ¿Cómo se generarán los ingresos? En principio, a base de déficit, o sea, de mayor deuda. Después, un benéfico multiplicador poskeynesiano deberá hacer el resto. Es cuestión de fe. Ah, y un aumento de los impuestos. Esto sí que es seguro. Se diga o no. ¿Es usted clase media? ¿Asalariado medianito? Pues prepárese a pagar, en caso de. Lo de la lucha contra la baja tributación y el fraude de las grandes fortunas es un futurible. Ojalá.

(El miércoles, Iglesias estuvo muy suelto -como es él, a qué negarlo- y hasta convincente ante un prestigioso foro de económico en Cataluña: "La austeridad ha fracasado. Haremos lo contrario", vino a decir. Carolina Bescansa me impresionó ese mismo día en La noche en 24 horas: clarísima, rápida, coherente. Para las elecciones, la viabilidad puede esperar. Muchos votantes desconfían del economista ortodoxo y recortador, que no supo prever y no supo enmendar. Los mensajes económicos de Podemos tienen mucha pegada.)

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