Economía

Solchaga teme el coste del 'no pacto'

  • El ex ministro observa a Podemos como un elemento de incertidumbre para la recuperación económica. Cree que los partidos emergentes tardarán en pactar por miedo a retratarse.

Carlos Solchaga dejó de ser portavoz parlamentario del PSOE en 1994, y nunca pudo volver a la política a pesar de la experiencia que acumulaba como ministro de Industria y de Economía en los gobiernos de Felipe González. El que se fue a Sevilla perdió su silla, que diría un castizo, aunque él lo explicó ayer, en el Foro Joly, de un modo más elegante, aunque más punzante: los políticos que se quedan tienen una extraordinaria capacidad para rellenar los huecos vacantes. Cuenta una experimentada militante que José Borrell era inteligente a rabiar, pero se pasó de listo, y que Solchaga estaba fraguado justo en el punto de temperatura exacto. A sus 70 años, ni su dialéctica ha perdido frescura ni su navarro sentido del humor se ha esfumado. Dio ejemplo en este foro patrocinado por Laboratorios VIR.

"En política económica... -el ex ministro mira al techo como si simulara un pensamiento- en política económica..., Zapatero se equivocó casi en todo, tanto como en política exterior o de defensa, pero no tanto como en política territorial, cuyo balance, como ustedes saben, fue nefasto". Solchaga conserva el carné del PSOE, paga sus cuotas, aunque no coincide, ya lo ven, en muchos asuntos con su partido. Es -dice- como Felipe González, que con el partido va hasta la muerte, pero simpatizante... "simpatizante, no tanto". Su ex ministro analizó si las citas electorales de 2015 pueden malograr la recuperación económica. En síntesis la respuesta es que no, aunque a Podemos lo metió en el cajón de los factores de inestabilidad o, al menos, de incertidumbre. Por eso, porque no se sabe quiénes son ni cómo lo harían si gobernasen. "No sabemos qué es Podemos, pero sí de dónde viene", mantuvo para asestar otro golpe.

A Solchaga, por lo que explicó, no le preocupa Ciudadanos. Ésta es su tesis: en el caso de que el PP perdiera el 40% de sus votantes en Ciudadanos, sería el PP el que tendría el problema, pero no la derecha española, porque los de Albert Rivera son conocidos, se sabe de qué van, y si no, ahí está el programa económico de Garicano y de Manuel Conthe. En el caso de que el PSOE perdiera el 40% de sus votantes en Podemos, el problema sería "la desaparición del centro izquierda en España". "No sé si esto se sabe, tampoco quiero asustar", indicó el ex ministro, que dijo que el partido de Pablo Iglesias "no es una fuerza política seria, no tiene programa ni capacidad intelectual, pero tiene lo que necesita: la voluntad de muchos votantes".

Podemos, por tanto, es un problema para el ex ministro, y otro puede ser el de los pactos. Hacen falta pactos en Andalucía después del 22-M y serán necesarios muchos más después de las municipales y autonómicas del 24 de mayo. "Me preocupa, especialmente, Madrid y Valencia", dijo. "Toda la política de pactos va a ser extraordinariamente compleja, se va a retrasar por el miedo de los emergentes a contaminarse". Ése es su pronóstico, que los tiempos de las mayorías absolutas se han acabado, que se abre paso el de las coaliciones, como en toda Europa a excepción de Francia (que para eso De Gaulle articuló el sistema de dos vueltas después del fracaso de la IV República) y que los pactos se pueden atascar, aunque serán necesarios en muchas ciudades, en casi todas las comunidades autónomas y, probablemente, en el Gobierno de la nación.

¿E Italia? ¿No nos sirve como ejemplo la industriosa Italia, donde las mayorías absolutas son tan extrañas como los evangelistas? Se preguntó desde el público, aunque no con este último ejemplo. Solchaga fue tajante: "Italia lleva 20 años arrastrando los pies (…) No quiero una situación a la italiana". La bota, según el ex ministro, lleva anclada en sus reformas pendientes, tiene una deuda desorbitada, no puede mantener el mejor patrimonio histórico del mundo y la exitosa economía del norte ya no lo es tanto.

Solchaga casi no habló de Cataluña, sabe que a Mariano Rajoy le ha salido bien la jugada, y el independentismo se está disolviendo entre los partidos emergentes y el bochorno del clan de los Pujol. Ahora bien, no elogió a Rajoy. Es un caso extraordinario de triunfo de la "no acción", paradigmático, paradójico; el presidente del Gobierno acertó al no hacer nada, aunque "nunca hace nada".

Éstos son los nubarrones políticos que atisba Solchaga, aunque sin dramatismos: "Esta recuperación económica va a durar". El ex ministro habló, entonces, como un titular de Economía para desgranar su tesis de que aún no se ha salido de la crisis, aunque la recuperación sí ha comenzado y es "sólida". Realmente, es una discusión dialéctica determinar si se sale o no de la crisis. El consumo de cemento, por ejemplo, sólo cubre el 20% de lo que fue en 2007; la venta de automóviles crece, pero está a la mitad del año mágico de la burbuja, y hay algo menos de 17 millones de empleos cuando había 20 millones. Pero la economía "posiblemente esté creciendo ahora al 3%", en este trimestre; está aumentando la inversión en bienes de equipo, también en construcción, y hay dos factores internacionales que ayudarán a su consolidación: el descenso de precios del petróleo y la nueva política monetaria. Ambos vienen para quedarse. El crudo seguirá, según el ex ministro, en la barrera de los 100 dólares por barril, y el euro alcanzará una barata paridad con el dólar. El problema, el único problema, es el endeudamiento español, el de las empresas y las familias, que siguen muy apalancadas y por eso, mantiene, los bancos no sueltan más créditos porque no hay "prestatarios". Sin embargo, Solchaga prevé que las entidades comienzan a disponer de tanta liquidez del Banco Central Europeo que deberán guardarlo en Fráncfort, lo que cuesta dinero, o rebajar sus exigentes ratios de solvencia. Y lo harán, zanjó.

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