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De herencia un balón

La cara Alegre de Puerto Real

  • Boro y Borito. Uno de los grandes estandartes del fútbol de la Villa encuentra el relevo más cercano y prometedor en su hijo, que atraviesa el umbral del Sancho Dávila bajo la alargada sombra de su padre

LAS primeras referencias históricas que se tienen de Puerto Real se remontan a la Época Neolítica. Pero si hay que hablar de fútbol, el tiempo es más reciente. Ese periodo está marcado, entre otros, por Salvador Alegre, cuyo apelativo dice todo sobre quién es el personaje: Boro.

El balompié de la Villa está de moda por la aparición de la nueva generación de una familia futbolera y verdiblanca. Boro antes y Borito ahora. Un pasado de guerrillero que iba a por todas frente a un presente de clase y con otro concepto en el mimo del balón. El destino es tan caprichoso como imprevisible. Como muestra, un botón porque los primeros rayos de esplendor de Borito sobre un terreno de juego han llegado con Boro, su padre, en la dirección deportiva y en el puesto de entrenador. Pero nada de privilegios. La experiencia dice que las trabas son mayores y que la distancia profesional aumenta. Algo así como "papá" en casa y "míster" en el campo.

sello lasaliano

Con dos formas bien distintas de desenvolverse sobre un terreno de juego, la familia Alegre mantiene muy viva su procedencia lasaliana por empezar a sentirse futbolista defendiendo tan digno escudo, todo un emblema en la localidad. De ahí a que se cuiden las formas para crecer como futbolista y persona. "Le veo posibilidades a mi hijo, pero en el fútbol hay muchos factores a tener en cuenta", matiza Boro. "Lo va a intentar porque tarde o temprano dependerá de él. Siempre le digo que la ilusión es clave para que no se venga abajo. Si no hay suerte, a seguir estudiando". Un mensaje que recoge con un guante su hijo: "El fútbol y los estudios van a la par. Son compatibles, aunque no voy a ocultar mi pasión por jugar, por encima de cualquier cosa".

Boro y la 'roja'

Los recuerdos de Borito de los éxitos de su padre se remontan a imágenes antiguas, guardadas como un tesoro en una cinta VHS. Sabe que el cabeza de familia tuvo un nombre importante como profesional, a pesar de la espinita de no haber podido debutar en Primera. Se queda con varios momentos de gloria: "Con la selección española sub'18, frente a Francia, escuchando el himno. El título juvenil de campeón de España con el Sevilla. Lo ganamos en el Vicente Calderón, ante 60.000 personas porque luego se jugaba la final de la Copa del Rey", recuerda el rubio delantero. El peque de la casa tiene otra imagen, "la del partido de la inauguración del estadio Chapín, un Xerez-Real Madrid en el que jugó mi padre".

"más desventajas"

Resulta inevitable que a Borito se le mire con lupa, para bien y para mal. Si juega, su padre tiene la culpa porque lo pone. Y si no, también la tiene porque su hijo no da la talla pese a estar en el equipo de Tercera. "Le está pesando todo lo que hay detrás de su nombre deportivo. Al ser su padre el entrenador, se siente obligado a dar el doscientos por cien para que no se diga que juega porque es mi hijo", momento que aprovecha para sacar a relucir los argumentos que han llevado a Borito, de 17 años, a estar en categoría nacional: "Él es un virtuoso con el balón, siendo su fuerte la velocidad. Sus propios compañeros me arengan para que lo saque de titular. Ellos también le ven muchas cosas positivas". El protagonista, el ahora futbolista, lo sufre en silencio. "Ser el hijo del entrenador tiene sus pros y sus contras. Mi padre es el que más me exige, me aconseja y me critica. Ya no se me hace raro mirar al banquillo y verle dando instrucciones. ¿Papá? No, a la hora de entrenar y jugar le llamo míster; lo otro, en casa".

pasado amarillo

Boro fue entrenador del Cádiz B (1996-1997), en Tercera, y su hijo vistió la elástica amarilla siendo jugador del Balón B cadete. Un periplo corto pero intenso para que coincidan al afirmar que "fue una etapa bonita e importante", apostillando el padre que "aunque algunos no se lo crean, soy cadista y xerecista, y quiero lo mejor para los dos equipos". Y también para su hijo, el abanderado de una nueva y prometedora generación de futbolistas en Puerto Real.

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