Ahora sí. Así sí. Los componentes del plantel del San Fernando Club Deportivo celebraron, a su forma y en la intimidad, el ascenso en el camino de vuelta y llegaron a la ciudad cuando el reloj marcaba las seis y media de la mañana. Era la algarabía del plantel.

Pero faltaba algo. Los componentes del plantel azulino querían compartir con la afición el logro de abandonar la Tercera División, de huir del pozo. Y en la noche de ayer compartieron su alegría con la afición.

Tras el pertinente descanso, los jugadores se citaron para ver el partido de la selección española, consciente de que los actos darían inicio alrededor de las ocho y media de la tarde. Pues a esa hora, todos se personaron en la puerta del Iberoamericano de Bahía Sur, muchos de ellos con sus familias. La intención, vivir una jornada de alegría y felicidad.

Ya todos los componentes del entorno azulino vestían una camiseta donde se podía leer "ya somos de Segunda B", mientras que en la parte posterior estaban inscritos los nombres de todos los que conforman la plantilla, cuerpo técnico y directiva. Como recuerdo.

Los jugadores se pintaron el pelo con los colores azul y blanco y se subieron al autobús para recorrer varias calles de la ciudad y terminar en la Plaza del Rey, donde aproximadamente unos 1.000 seguidores del equipo azulino esperaban para celebrar el ascenso.

Fue la apoteosis total. La llegada del autobús fue uno de los momentos más apasionantes de la historia del San Fernando ya que entre cánticos los jugadores fueron bajando y siendo asaltados prácticamente por los aficionados que daban las gracias por el ascenso conseguido.

Uno a uno fueron nombrados y vitoreados en un escenario dispuesto por el municipio en la misma emblemática plaza.

Fue el turno de las alocuciones, de los agradecimientos y fue la alcaldesa, Patricia Cavada, a la acompañaba el primer teniente de alcaldesa, Fran Romero, que estuvo presente en El Rubial el día anterior, la que sentenció la grandeza del ascenso de un equipo que ha hecho felices a muchos isleños.

Posteriormente los jugadores se dispusieron a subir, como es tradición, al caballo de Varela para ponerle la bandera del San Fernando.

Fue entonces cuando hubo un momento de incertidumbre, ya que Sergio Ceballos, al bajar, resbaló y se dio un golpe en la parte posterior de la cabeza, causándole una brecha y perdiendo el conocimiento. Rápidamente fue asistido y trasladado al hospital, aunque cuando se lo llevaba la camilla su estado era estable y hablaba e incluso bromeaba.

Esto fue una pausa en unos festejos que continuaron posteriormente en una cena celebrada en el Yeyo y donde se puso punto y final a la jornada.