Los mismos 18 equipos que acabaron en mayo la liga regular la pasada campaña iniciarán desde mañana el curso 2015-2016, marcado por la venta millonaria de los derechos televisivos a Movistar que hace que los clubes vuelvan a agachar la cabeza y dejar de replicar ante el pellizco económico que acarreará el nuevo contrato.

Para ello se apostó por Francisco Roca como presidente ejecutivo de la ACB, una competición que exigía cambios porque se quedaba rezagada en muchos sentidos. El objetivo es revitalizar un deporte venido a menos aprovechando el tirón del Eurobásket, pero más allá del cariñoso trato que se espera del nuevo operador, el deporte de la canasta exige nuevas medias para no hacer de la liga un torneo cerrado como está pasando.

Contra ello intentó pelear el Ourense, que, respaldado en su lucha por el Consejo Superior de Deportes, se convirtió para la ACB en una china en el zapato. También el Burgos, aunque con menos fuerza. Y al final, todo sigue igual. Los mismos 18 escudos vuelven a lucir esta temporada, con la salvedad de que el cuadro gallego dejó su batalla a un lado por la promesa de jugar en la máxima categoría el próximo curso. Haga lo que haga este año. Así está el baloncesto nacional. El que presume de oro europeo y de braguetazo económico para que no se hable de otras miserias. Al menos este año los clubes ya saben que deben evitar ser últimos. Esta vez sí hay billete directo al infierno. Por lo menos uno, que hace que el objetivo de muchos sea no quedar último. Una gran expectativa.