Deportes

"La guerra, para el jugador, es motivo de estímulo"

  • Una representación de la hinchada ucraniana se ha desplazado a Sevilla a presenciar el partido "Los jugadores están fuertes", afirma un visitante

Es común el uso de términos bélicos en la crónica deportiva. En estos casos, la guerra se comporta como una metáfora de la competición. A ningún aficionado, por tanto, le choca leer términos como disparo, artillero, ariete o fusilar, vocablos que, si no fuera por su fuerte arraigo balompédico, podrían escandalizar a ese especimen sensible que fantasea con un lenguaje neutro y correcto. En cuanto a la selección de Ucrania, la relación entre la guerra y el fútbol pasa inevitablemente de la metáfora a la más pura realidad.

Ucrania es hoy un país en guerra. A la anexión de Crimea por parte de Rusia le ha continuado el apoyo logístico y militar a una parte de la población del este del país que pretende escindirse del Estado. El vecino como enemigo y el fútbol sufriendo en casa. "Donetsk es zona de conflicto y el Shakhtar ha tenido que desplazarse a Kiev, la capital, por motivos de seguridad y ahora disputa sus partidos en Lviv", explica Yuri Andrujovich, vecino de la misma Donetsk que, como su equipo, ha debido desplazarse fuera. Ahora vive en Benidorm.

"El Shakhtar tiene aficionados en todo el país, tiene apoyo de mucha gente, pero en Donetsk temen que no pueda volver a casa", explica este aficionado ucraniano mientras toma un café en la cafetería del Hotel Renacimiento. El apagón en Donetsk es completo, también futbolístico. El juego de la pelota ha desaparecido de la televisión en esa zona, controlada por el poder prorruso. La propaganda acecha y la verdad, esa cosa, hace tiempo que yace muerta en algún latifundio de trigo.

"Nadie sabe lo que pasa a ciencia cierta. La propaganda prorrusa es apabullante en la región en conflicto. No puede fiarse uno de nada. En Rusia se vive en un mundo virtual. Creen que el mundo es dependiente de ellos, pero no es así. El uso en España de las bombonas de butano es un ejemplo de que ni siquiera en la cuestión del gas son tan imprescindibles como creen", revela Andrujovic.

El hotel Renacimiento, sede durante dos días de la selección nacional de Ucrania, está vigilado por dos furgonetas de la Policía Nacional. Los jugadores y el equipo técnico, recién aterrizados a Sevilla, han accedido al interior del hotel por una puerta lateral. Las medidas de seguridad son extremas. Se respira cierta inquietud, mera metáfora de los terrores asociados a la guerra. Pero nada más lejos de la realidad: las atribuciones a lo ruso, en las calles sevillanas, no pasan del gentilicio de la la ensaladilla. La psicosis, en cualquier caso, puede entenderse. Con Rusia no se juega.

"A los deportistas no les gusta, pero es inevitable que el aficionado se tome el deporte como un factor más de la guerra", refiere Alex Pankov, mánager de fútbol que ha llegado a Sevilla a ver a su selección y que comenta la hipótesis de un enfrentamiento directo frente a Rusia en una competición internacional. Está previsto que en 2018 se celebre el Mundial en Rusia. Sería el gol de Marcelino a Yashin como metáfora política, pero en versión ucraniana. Por ahora la moral está alta. "Los futbolistas están si cabe más motivados y sienten que deben hacerlo bien por su país. Los chavales visitan los hospitales para dar apoyo a los heridos de guerra", explica Pankov dando a entender la existencia de un tipo de aleación entre el poder militar y el futbolístico, sin metáforas que valgan.

La vanguardia del Estado Mayor ucraniano está ya en Sevilla. Y en el partido no se permite un armisticio previo. Así lo explica Pankov en la cafetería del hotel. "Pese a que no hace mucho ha concluido el parón invernal, los jugadores están fuertes y muy motivados. No hay miedo en el equipo: saldrán a sacar un resultado positivo, a ganar o a empatar. No será nada fácil para España", afirma Pankov, que no duda en referir unas palabras de Juande Ramos como cita de autoridad. El técnico de Pedro Muñoz entrenó cuatro años al Dnipro, cuyos jugadores constituyen el arma ofensiva de la selección junto a los componentes del Dinamo de Kiev. La defensa, sin embargo, es cosa de los futbolistas del Shakhtar, más acostumbrados a la defensa de la posición frente el enemigo rebelde, valga el símil.

Lo de esta tarde en el Sánchez Pizjuán va a ser algo más que un partido de fútbol. A España le urge la victoria, sí, pero para Ucrania podría ser ese trofeo de guerra con el que aliviar las heridas de la batalla. Los hospitales esperan, la infantería saliva. El enemigo, en los dos casos, viste de rojo. Ojo con los ucranianos, que no quieren ver ni en pintura las ensaladillas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios