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Una final sin apenas resquicio

  • Navarro y Grabiel se proclaman vencedores del Torneo de La Isla al imponerse en una maratoriana final de cuatro horas de duración a Sanyo y Maxi Sánchez en cuatro sets

Se acabó. El World Pádel Tour echó el telón ayer en La Isla y, como colofón a una semana repleta del mejor pádel del mundo, la final que protagonizaron los dos máximos favoritos dejó un cierto sabor agridulce en un pastel que tenía que servir como final del tremendo atragantón de pádel que ha vivido la ciudad durante una semana completa, desde que el pasado domingo Alberto García Trigo, juez árbitro de la competición, diese el pistoletazo de salida a una cita histórica en el deporte de San Fernando.

Si los aperitivos fueron excepcionales, el menú ha sido digno de ser probado por los más altos entendidos en la materia. Ni siquiera la ausencia de las dos primeras parejas a nivel mundial, bajó el listón de una competición que ha tenido infinidada de momentos brillantes y apasionantes.

Pero la final no fue como se esperaba. Pudo mucho más la responsabilidad que la locura, pudo mucho más la sobriedad que el desenfreno y eso llevo a una final larga, maratoniana, cansina y, en determinadas ocasiones, aburrida. Todo ello en contra de lo que se había ofrecido durante el torneo ya que la mayoría de los partidos habían sido dinámicos y divertidos.

Pero una final es una final y la responsabilidad pesa, no solamente a los que acostumbran que su juego sea largo y demoledor, sino a aquellos que nos han acostumbrado a ofrecer repertorios de situaciones desenfrenadas.

Por ello, nos da la impresión que los cuatro protagonistas del encuentro no querían dejar resquicio alguno a sus oponentes y que sería complicado que hubiese un ápice de descontrol en una final tremendamente controlada.

Y así comenzó la misma. Con la igualdad por bandera. Maxi Sánchez y Sanyo Gutiérrez, los números uno, iban a relentí y sin parecer sofocarse demasiado. Y ese juego fue, poco a poco contagiando a Maxi Grabiel y, sobre todo, a un Paquito Navarro que recibía con descaro el apoyo incondicional de los más de 2.000 aficionados que se dieron cita en el Pabellón Municipal de Bahía Sur que, lógicamente recibió el evento engalanado con su mejor traje.

Los juegos discurrían con normalidad ajustada y sincronizada. Y si había una rotura de servicio, por parte de la pareja número 1, en el siguiente juego se producía rápidamente una reacción de los favoritos para volver a igualar el encuentro hasta el cinco a cinco.

Ese fue el momento en el que Paquito Navarro pareció acelerar la situación y dar un giro al set, con rápidos movimientos que desarbolaron por completo a sus rivales.

La rotura del servicio y la seguridad en el saque de la pareja que, por méritos propios, se había convertido en favorita para ganar el Open de San Fernando, cerraron el primer envite, en 51 minutos de juego, y puso por delante a los que parecían jugar en casa por el clamor del público.

La segunda manga fue un calco de la primera, aunque la única diferencia estaba en saber qué jugador aguantaría su servicio, porque una rotura de uno venía acompañada de un contrabreak del rival y así, nuevamente, hasta el cinco a cinco.

Todo era milimétrico y solamente momentos esporádicos daban paso a apuntes de desequilibrio. Éste llegó con la nueva rotura de servicio en el 5 a 5. La solvencia en el saque de Sanyo permitió igualar la contienda a un set. Habían pasado la friolera de 111 minutos desde que comenzase el partido por lo que la segunda manga se decidió en una hora justa de juego.

Y comenzaba el tercer acto de tan apasionante obra de teatro. Entonces fue cuando entró en liza el intentar romper al rival de manera psicológica. Todos, en contra de lo que había pasado en el segundo set, aguantaban su saque y, a partir del 4 a 4 ocurrió un hecho que pareció hacer tambalear el pabellón. Paquito Navarro, en una disputada bola se echó mano a la rodilla de su pierna derecha. No pudó reaccionar y abandonó el campo. El partido se encontraba inmerso en 2 horas y 38 minutos de máxima exigencia y todo hacía temer la retirada del sevillano. El fisio entró en acción y finalmente, a trancas y barrancas, Paquito y Grabiel se impusieron en el tercer set, ese que duró una hora y cinco minutos.

En el cuarto acto, todo fueron calambres por parte de todos, pero nadie quiso dar su brazo a torcer y, a pesar de los continuos movimientos de estiramientos, el partido entró en un apasionante tie-break que fue, sin duda alguna, lo mejor del choque.

Casi sin fuerzas, Paquito Navarro y Maxi Grabiel pusieron todo el corazón en la pista y, pasito a pasito, fueron andando en el camino que les llevó a la consecución de su segundo título consecutivo. No había tiempo (la final duró 4 horas y 6 minutos) ni fuerzas para más, solamente para fundirse en un abrazo que pareció durar una eternidad.

Paquito Navarro y Maxi Grabiel inscribieron sus nombres en la historia del Open San Fernando, porque vencieron en su primera edición y porque, pase lo que pase en el futuro, ellos han sido los primeros en ganar en La Isla.

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