Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Deportes

Sin suerte ni acierto no hay premio

  • Las mil y una ocasiones desperdiciadas por los gaditanos en una tarde aciaga en el remate hacen volar dos puntos que quiebran la dinámica positiva. Galindo debuta de manera oficial en el primer equipo

El camino está lleno de obstáculos, a veces los que uno mismo se fabrica con errores propios. El Cádiz tuvo el partido en su mano, ocasiones de todos los colores, fue por delante en el marcador durante 83 minutos pero dejó vivo a un rival envalentonado que no dudó lo más mínimo para hacer valer su nombre y dar un auténtico palo a un conjunto amarillo que se quedó compuesto y sin dos puntos que eran más que necesarios para no perder fuelle en la pelea por el liderato. Si no se marcan goles, de poco sirve hablar de justicia. Las tablas supieron a derrota para los locales y a victoria para El Palo, que demostró las razones por las que es el rey del empate. Supo mantenerse a flote y aprovechar su oportunidad más clara en la recta final del encuentro.

Los amarillos ofrecieron una buena primera mitad en la que debieron dejar sentenciado el duelo, pero la falta de puntería, antes y después del descanso, evitó que el Cádiz se convirtiera en el primer equipo en hacerle más de un gol al cuadro costasoleño. En la segunda bajó el pistón, volvió a perdonar la vida y pasó lo que muchas veces ocurre en el fútbol. Los errores se pagan caro. Demasiadas oportunidades al limbo en un cóctel explosivo de mala fortuna y desacierto que dio como fruto un resultado desalentador que frena la buena racha. Un paso atrás inesperado en una tarde aciaga de cara a puerta, sobre todo para Jona, que perdonó la vida al equipo de su barrio. Cuando parecía que había enderezado el rumbo con tres victorias seguidas, el Cádiz se empeña en complicarse la existencia cuando se cumple el primer tercio de la temporada.

Migue García regresaba al once titular para cubrir la ausencia de Juan Villar, aunque el jiennense se ubicaba en la banda izquierda y Kike Márquez pasaba a la derecha. Lo demás, todo igual, como en las últimas jornadas.

El arranque era lo más parecido a la salida de una carrera de Fórmula. El acelerador pisado a fondo en busca de una posición privilegiada para encarar el choque con garantías. Los locales salían arriba, con máxima presión sobre un rival que no estaba dispuesto a encogerse. De hecho, el primer intento de gol lo protagonizaban los malagueños en el minuto 2 con un disparo raso desde la frontal del área de Durán que se marchaba fuera por poco.

No estaban dispuestos el inquilino del Carranza a que El Palo se le subiera a las barbas y en los dos minutos siguientes masacraba el área contraria hasta hacer saltar la liebre. Cuatro saques de esquina consecutivos eran demasiados como para no marcar. Pol había evitado el gol con una gran parada a cabezazo de Jona, pero en la siguiente acción poco más podía hacer el portero que tocar la pelota antes de que el testarazo de Josete besara la mallas para propinar un estacazo.

El Cádiz encontraba premio a la salida en tromba con un tanto tempranero en el minuto 4 que allanaba el camino. El objetivo de abrir pronto la lata para navegar a favor de corriente hacía ganar en seguridad a los anfitriones, que se gustaban en el juego, se asociaban por dentro y por fuera y aparecían todos los hombres de ataque. Kike Márquez demostraba una vez más los motivos de su titularidad con chispazos de calidad siempre agradecidos desde la grada. El sanluqueño desperdiciaba una buena ocasión con un flojo lanzamiento (en el 8) después de zafarse de un defensa.

Los pupilos de Calderón se tomaban un respiro en el ecuador del primer acto y eran los visitantes, nada conformistas, los que se estiraban a por la igualada. No sufrían los gaditanos en la retaguardia salvo en alguna jugada aislada, como la que firmaba Juanillo a la media con un misil que obligaba a Aulestia a desviar a córner.

Los amarillos volvían a tomar el mando decididos a irse al descanso con una ventaja más tranquilizadora. Increíble que no lo consiguiera. Jona tenía en sus botas dos goles cantados y todavía estará dándole vueltas a la cabeza. En el 38, solo y con todo a favor en el corazón del área, remataba por bajo y el esférico se escapaba junto a un poste cuando parecía más fácil meterla que fallarla. Seis minutos más tarde, recibía un pase que lo dejaba más solo que la una delante de Pol, pero ni disparaba y ni controlaba.

El intermedio llamaba a la puerta con el partido abierto pero controlado por los locales. La escasa ventaja en el marcador daba alas en la segunda parte a los malagueños, dueños del balón frente a un Cádiz ordenado en su terreno pero sin llegar a tener la pelota. Ni siquiera acertaba a organizar alguna contra peligrosa -hasta la recta final- con la que bajar los humos a un rival que no se resignaba a la derrota.

El balón parado emergía como recurso generador de peligro, pero de nuevo Jona tenía el punto de mira desviado cuando, otra vez solo en el área, cabeceaba alto un saque de esquina (minuto 51). Poco después, tras un saque de banda, era Migue García el que veía el gol de cerca con una volea con la derecha -su pierna menos buena- que desbarataba el inspirado arquero visitante.

El Palo, aunque tenía la pelota, carecía de profundidad pero el apretado marcador mantenía activa la palabra incertidumbre. Calderón movía el banquillo al dar entrada a Mantecón, que se colocaba en la medular junto a Garrido y Espinosa adelantaba su posición. Airam relevaba a Jona, que había tenido una tarde para olvidar.

El Cádiz por fin lograba hilvanar contras aunque no terminaba de redondear la faena. En el 72, un zurdazo cruzado de Migue García se topaba con Pol, el mejor de los malagueños. Cinco minutos después era Kike Márquez el que perdía la ocasión de finiquitar el partido con una definición defectuosa delante del portero. Con la victoria en el aire, Calderón hacía debutar de manera oficial con el primer equipo al canterano Galindo, colocado en el costado izquierdo del ataque con un cuarto de hora por delante. La persistencia de los locales a la contra no se traducía en gol de la tranquilidad que nunca llegaría. Lo tenía Airam Cabrera con una vaselina que se estrellaba contra el larguero y después Migue García no atinaba a culminar.

Parecía cerca el segundo del Cádiz hasta que llegaba el desenlace en forma de jarro de agua fría. Damián se internaba con habilidad por la izquierda, centraba al segunda palo y allí aparecía Amaya solo para cabecear a placer y consumar un final desagradable que pillaba al equipo amarillo con el pie cambiado. Fallo defensivo que se unía a los errores en el remate.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios