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Cultura

De Vietnam al arroyo

  • Una de las mejores colecciones actuales de literatura criminal suma a su catálogo un excelente retrato de la sociedad americana posterior a la guerra.

CUTTER Y BONE. Newton Thornburg. Traducción de Inga Pellisa. Sajalín editores. Barcelona, 2016. 388 páginas. 22 euros

Hace un par de años o tres, cuando se disponía a pagar un libro en el mostrador de una librería de Nervión, quien esto escribe se topó con un folleto que le llamó la atención. "Literatura americana del arroyo", decía, en letras grandes. Era de una editorial llamada Sajalín, nombre que hasta entonces sólo le sonaba a una isla rusa, y que tenía el dibujo de una ballena como logotipo. Confuso, el cerebro del lector intentó relacionar sin éxito los términos arroyo, América, isla rusa y ballena.

La clave estaba al abrir el tríptico y ver la relación de títulos que aquella editorial proponía. El primero ya era toda una declaración de intenciones. No hay bestia tan feroz, de Edward Bunker, el señor Azul de Reservoir Dogs, un ex convicto que aprendió a escribir en la cárcel y que luego se convirtió en un verdadero maestro de la literatura criminal. Luego había otros títulos muy evocadores: En el patio, de Malcolm Braly; Los reyes del jaco, de Vern E. Smith; o La fábrica de animales, del propio Bunker. Allí estaban, reunidos en una colección que lleva por nombre Al margen (escrito así con caracteres de máquina de escribir antigua), algunos de los mejores títulos del género negro americano. Sajalín siguió apostando por Bunker y fue publicando poco a poco toda su obra, hasta editar no hace demasiado tiempo sus memorias, que llevan el sugerente título La educación de un ladrón.

Bunker es, posiblemente, uno de los mejores escritores americanos del siglo XX. Estuvo en el otro lado y sabe de lo que escribe cuando narra un atraco, las dificultades para encontrar un trabajo estando en libertad condicional o la sensación que le viene a un yonqui cuando se mete un pico de heroína. Con una treintena de títulos, y el redescubrimiento en español de una serie de autores más que notables, la Al margen de Sajalín es ya una de las mejores colecciones de la literatura de delincuentes que existe en lengua española.

El que hace 31 es un libro que entra por los ojos en un primer vistazo. Se titula Cutter y Bone y lo escribe un tal Newton Thornburg. En la portada aparece un hombre con una pistola en la mano, un parche en el ojo y un cigarrillo en la boca. La mirada del único ojo que tiene está cargada de ira. Es un fotograma de la película El camino de Cutter, protagonizada por John Heard y Jeff Bridges, basada en este libro y estrenada en 1981, cinco años después de la publicación en EEUU de Cutter y Bone.

Alex Cutter (Heard, en el filme), un veterano de Vietnam, tullido y tuerto, se pasa los días bebiendo en la California de los años setenta, sin entender demasiado por qué la sociedad no lo trata como el héroe de guerra que cree que es. Malvive con su novia, Mo Johnston,y el bebé de ambos. Mo es todavía un bombón que se niega a abandonar a Cutter a pesar del continuo maltrato que recibe de éste. El otro personaje central es Richard Bone (al que en el cine interpretó Bridges), un gigoló que se gana la vida estafando a sus clientes, y que un día cree ser testigo de un asesinato. Ese es el punto de partida de una trama con un punto demencial que hará que los protagonistas desciendan, más aún si cabe, a los infiernos de Los Ángeles, sin que se les intuya salida alguna.

Según cuentan los críticos americanos, el libro es uno de los mejores retratos de la sociedad estadounidense posterior a la guerra de Vietnam. El otro es Dog Soldiers, de Robert Stone. Se publicó en 1976, con la guerra todavía candente y con miles de jóvenes mutilados que volvieron a su país esperando un gran recibimiento que nunca tuvieron. Como Cutter, muchos se dieron al alcohol y a la delincuencia, a vagar de bar en bar buscando pelea cada noche. Los sueños de aquellos muchachos que creían combatir por la libertad saqueando aldeas de campesinos vietnamitas acabaron, en muchos casos, en la marginalidad más extrema.

El perfil de los dos protagonistas es quizá lo más acertado de la novela. Bone, el gigoló, no estuvo en la guerra, sino que era un ejecutivo de una gran empresa hasta que se aburrió de esa vida y dejó a su mujer e hijos para lanzarse a seducir a maduritas en las playas de California. Tampoco parece el mejor plan, pero a Bone se le aprecia todavía cierta ética en sus formas. Cutter se la dejó en Vietnam. Borrachos, prostitutas, drogadictos, policías, ricos sospechosos de asesinato y millonarias calientes insatisfechas con sus esposos desfilarán por las casi 400 páginas de esta novela, de las que a veces parece brotar el humo de la marihuana con la que sus protagonistas viven colocados todo el día.

Dicen que Cutter es el personaje en quien se inspiraron los Coen para el Nota del Gran Lebowski. Quizás por eso contrataron a Jeff Bridges. El Cutter del libro es más peligroso que el Nota. No tiene miedo a morir y no hay quien lo pare. Un tipo del arroyo, como bien decían los de la editorial en su folleto.

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