Cultura

Acuarelas antillanas

Para explicar su concepto de "lo real maravilloso", Alejo Carpentier recordaba una carta de Hernán Cortés donde le decía al césar Carlos que el castellano, el parco idioma de la meseta, no era suficiente para explicar la maravilla de la Nueva España. Esta misma insuficiencia, cuatro siglos después, y aquella maravilla absorta, nacida del paisaje, es la que encontramos aún en estas notas antillanas del gran Lafcadio Hearn. Unas notas que Hearn, llevado de la coquetería, finge apresuradas y al vuelo, pero que muestran una escritura minuciosa y una magnífica adjetivación, en absoluto improvisadas. Con lo cual, más que unas notas, este volumen recoge unas hermosas postales antillanas, donde la precisión viene sustituida ya por el spirit y el trazo amplio, lírico, ambicioso, del acuarelista.

Hearn, mezcla feliz de griego e irlandés, escribe a finales del XIX y, en consecuencia, vive inmerso en ese rumor estético de los Goncourt, de Rubén, de Mallarmé, de Gómez Carrillo, que dirigió su acento hacia lo exótico. Y más concretamente, a un exotismo vago y nebuloso que podríamos tildar de impresionista, o con mayor exactitud, de un exotismo plástico. En efecto, Hearn no busca ya, como el romántico, un arquetipo humano, un lance pintoresco, sino una verdad pictórica, una impresión sensible, que se sustancie apenas en colores y tonos que revele, de algún modo, el enigmático ser de aquellas selvas. No hay que olvidar, a este respecto, que Hearn fue un gran amante de la cultura oriental (murió en Japón en 1904), y que de aquel refinado orientalismo salieron numerosos relatos de fantasmas. Se trata, en suma, de un adelgazamiento, de una licuefacción estética de la realidad, que en sus fantasmagorías chinas o niponas nos traen una idea cordial y melancólica del Oriente, y que en este crucero tropical nos ofrecen una violenta acuarela donde el azul y el verde, la fronda milenaria, el silbo del ofidio, no hacen sino remitirnos, como un vapor sutil, a aquella interrogación de Hernán Cortés, cuando contempló absorto el colosalismo hermético, excesivo para su lengua, de la tierra americana.

Un crucero de verano por Las Antillas

Lafcadio Hearn. Trad. Regina López Muñoz. Errata Naturae. Madrid, 2016. 136 páginas. 14 euros

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