Cultura

Este territorio por hacer

  • El Centro de Estudios Andaluces publica una nueva edición de 'Ideal andaluz' de Blas Infante, la obra en la que terminó de encauzar su pensamiento.

Fue en 1914 cuando Blas Infante publicó su Ideal andaluz, una obra revolucionaria en muy distintos órdenes dentro de la literatura política en España. Por primera vez Andalucía era objeto de atención desde dentro con vistas a un proyecto de desarrollo a largo plazo: ante un territorio sometido, yermo, anclado en el Antiguo Régimen y con escasas posibilidades de modernización, el casareño señaló los argumentos precisos por los que los andaluces podían tener confianza en sí mismos y en la construcción de una identidad común de manera autónoma, lo que, a su vez, habría de deparar avances consecuentes en el abandono del ostracismo en términos económicos, culturales y políticos.

La obra encauzó el definitivo contenido ideológico del andalucismo (así como de, por extensión y asimilación, el socialismo andaluz) pero, más aún, contribuyó a delatar los males endémicos de una Andalucía a la que siempre se le escapaba el tren de progreso, en un análisis todavía útil y revelador un siglo después. En la definición amplia y pormenorizada de la Andalucía de su tiempo en relación a la Andalucía ideal, con la necesaria pedagogía para abandonar la primera y abrazar la segunda, Blas Infante tampoco obvió ciertos elementos mitológicos al considerar a la región genética, histórica y culturalmente heredera de al-Andalus y los andalusíes, quienes, a pesar de las diásporas y los exilios, dejaron al sur de la Península Ibérica una impronta nunca desaparecida. Lo cierto es que, leído hoy, el Ideal andaluz ofrece una luminaria precisa para la formulación de ciertas conclusiones respecto al devenir de la comunidad, sus logros y sus frustraciones. Por eso, el Centro de Estudios de Andaluces (vinculado a la Consejería de la Presidencia de la Junta de Andalucía) ha puesto en circulación una nueva edición crítica del Ideal andaluz que constituye el primer envite de un proyecto para la edición y reunión de las obras completas de Blas Infante. El volumen cuenta así con un amplio aparato de notas, un revelador prólogo del catedrático de Historia Económica de la Universidad de Málaga y patrono de la Fundación Blas Infante Juan Antonio Lacomba; y un estudio introductorio a cargo del profesor de Filosofía Moral de la Universidad de Jaén Francisco Garrido Peña.

En su prólogo, Lacomba recuerda que el Ideal andaluz tiene un origen precisamente ateneísta, ya que Blas Infante lo presentó por primera vez (en una versión que aún habría de ser completada) el 23 de marzo de 1914 en el Ateneo de Sevilla, a modo de memoria y conclusión de un debate sobre el regionalismo. En cuanto al ideal, su manifestación se da en Infante de manera "universalista", por lo que "no se circunscribe a un ámbito concreto". El ideal, apunta Lacomba, es en el autor "una compleja reflexión filosófica que plantea una secuencia global; hay un ideal de vida (...) un ideal humano y un ideal de naciones. En este último tramo se sitúa el caso de España, cuyo ideal está 'en arribar al pugilato mantenido entre las naciones, con fuerzas bastantes para sellar con su triunfo la realización del Ideal Humano". Y apunta Blas Infante de lleno a una cuestión de plena actualidad en una sentencia que destaca Lacomba: "El alma española no es otra cosa que el resultado de la convergencia, en suma, de las energías regionales".

Respecto al caso de Andalucía, como región capaz de aportar al conjunto de España su particular energía, el catedrático de la UMA escribe: "En su transcurso histórico, han ido surgiendo los caracteres que configuran lo que Infante denomina el 'genio andaluz', que manifiesta 'el espíritu distinto y, por lo tanto, la personalidad, la substantividad independiente del pueblo andaluz'. Este pueblo tiene la capacidad para realizar su ideal. Ahora Andalucía aparece postrada, es 'la Andalucía a la cual apenas se le encuentra el pulso'. Pero en tiempos anteriores vivió etapas de apogeo". La lectura particular que hace Infante de este apogeo histórico y milenario puede resultar simplista, reduccionista, carente de matices; pero lo que deseaba el político era dotar al ideal de un contenido, también, propicio a una identidad. Un legado que todavía aparece como elemento recurrente cuando de ahondar en la idiosincrasia andaluza se refiere; y conviene subrayar que lo que Infante pretendió al fin con esta suerte de iconografía era contrarrestar la influencia de prejuicios respecto a Andalucía que campaban a sus anchas en la España del primer siglo XX, también en la más presumiblemente ilustrada.

Lacomba eleva esta conclusión: "Andalucía, como pueblo, existe; hay que dotarla de un ideal que permita su regeneración". El regionalismo se convirtió en otra cosa, pero en ésas andamos todavía.

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