Cultura

"La cultura es la verdadera riqueza de un pueblo"

Dice Emilio Lledó que podría reconstruir su vida mirando sus libros, recordando dónde los compró, en qué momento los leyó. Que hablar mal, como a su juicio se habla en España, es no pensar bien y perder un poco -o mucho, según se mire- "la vida, la inteligencia y la patria", como señaló el pasado mes de enero a este periódico, durante una entrevista concedida en una de sus visitas a su ciudad natal, a la que tanto ama este verdadero sevillano universal con la familia repartida entre Berlín y Londres y una casa en Madrid literalmente llena de libros.

Allí, en Madrid, poco después de recoger otro premio en la sede de la Asociación de Editores de esa comunidad, se enteró de la concesión del Nacional de las Letras. Y tras hacerlo, hizo lo que lleva toda la vida haciendo con excelencia y calidez: defender la cultura, que es, por supuesto, "la verdadera riqueza de un pueblo". "Tendríamos que dar las gracias a los grandes escritores que nos acompañan a lo largo de la vida. Es la compañía más maravillosa, poder dialogar con Goethe, Lorca, Cervantes... Es el don más hermoso que podemos tener", dice, y por eso cree que no leer constituye "la muerte de la sociedad, de la cultura".

Lledó, que ha dedicado a la enseñanza 50 años de su vida, llama a combatir el pragmatismo: "Es una monstruosidad que las universidades anuncien su bondad diciendo que nada más acabar los estudios, ya estarán trabajando. Obsesionar a los niños con ganarse la vida es la manera más terrible de perderla", afirma este humanista que considera que una sociedad que pivota sobre el utilitarismo y "las especulaciones financieras" sólo puede desembocar en "la pobreza suma". Pero resistente como es, el sevillano insiste en que "no hay que aceptar batallas perdidas". Por eso observa con "optimismo" el interés de los jóvenes que, dice, comprobó recientemente en un instituto de enseñanza media que lleva su nombre en un día que fue "de los más hermosos" de su vida.

También quiso tener ayer un recuerdo para Francisco López Sancho, un joven maestro de la República que le dio clase a él de niño y que estimulaba a sus alumnos pidiéndoles "sugerencias de lectura". "Tengo un recuerdo imborrable de su memoria", dijo Lledó antes de reivindicar también la figura de Antonio de Sancha, una "figura admirable" y el "ideal de la Ilustración", en cuyo nombre los editores de Madrid otorgan un premio anualmente a la persona que se haya distinguido por su labor en defensa de los libros. Dispuesto a seguir trabajando, ya que lo hace "como si fuera joven", el filósofo sevillano indicó que si se retirase alguna vez, sería tan sólo para continuar leyendo e ir descubriendo viñetas de El Roto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios